El boxeo es una disciplina muy querida y practicada por millones de mexicanos. Durante mucho tiempo considerada como máxima expresión de la virilidad, esta disciplina deportiva, también conocida como pugilismo, ha dado a nuestro país innumerables momentos de gloria. Sabemos, por ejemplo, que México cuenta con poco más de 200 campeones mundiales en diferentes divisiones a lo largo de su historia. Los nombres de Julio César Chávez, Rubén Olivares, Salvador Sánchez, Marco Antonio Barrera, Ricardo López, Erik Morales o Juan Manuel Márquez, por mencionar algunos, han quedado inmortalizados en la memoria de la afición. No obstante, suele olvidarse a una protagonista fundamental de la historia boxística mexicana: Laura Serrano. Su importancia radicó no sólo en sus heroicas gestas sobre el ring sino, sobre todo, en las intensas batallas que libró en los juzgados del Distrito Federal, en defensa del pugilismo femenino.
Laura Serrano nació en la Ciudad de México en octubre de 1967. A temprana edad mostró afición por las prácticas deportivas y las letras. Practicó natación y futbol; sin embargo, su verdadera vocación se desveló cuando ingresó a la Universidad Nacional Autónoma de México. Cursaba la licenciatura en Derecho y, como muchos estudiantes, gustaba de recorrer el campus luego de sus clases. En una de aquellas caminatas observó que una mujer entrenaba box. ¡Sí, una mujer! De inmediato se interesó por practicar y se integró al equipo de la universidad.
Con el transcurrir de los entrenamientos el pugilismo fue adquiriendo mayor importancia en su vida. Golpe a golpe, Serrano se abrió paso en una sociedad que no veía con buenos ojos que una mujer boxeara. No obstante, gracias a sus habilidades, disciplina y constancia, en 1994 le ofrecieron participar en su primer combate como boxeadora profesional. Entonces, Serrano enfrentó una batalla que no tenía prevista: la prohibición. Desde 1947 un decreto presidencial expedido por Miguel Alemán impedía que las mujeres entrenaran y participaran en funciones de box en la Ciudad de México. Si bien la pelea tendría lugar en Las Vegas, el miedo de su equipo de entrenadores por ser sancionados dejó a Serrano en una situación crítica. “Yo iba con todo en contra. El boxeo femenil estaba prohibido en México y viajé sin entrenador porque podían sancionarlo. No sabía hablar inglés, sufrí discriminación, pero eso no me afectó en el cuadrilátero”, recuerda Laura.
La pelea contra la estadunidense Christy Martin terminó en empate, pero para Laura tuvo sabor a victoria. Estaba cumpliendo su sueño en contra de una sociedad que le negaba su derecho a ejercer la profesión que ella quería. Esa pelea fue el inicio de una larga trayectoria en la que Serrano acumuló 25 peleas profesionales con saldo de 17 victorias, 5 derrotas y 3 empates. El mayor triunfo, sin embargo, no se dio dentro de los cuadriláteros, sino en los juzgados. En 1998, ya como campeona mundial de peso pluma de la Federación Internacional de Boxeo, Serrano fue invitada a participar en la cartelera que estelarizaba Julio César Chávez contra Miguel Ángel González, la cual tendría lugar en la Plaza México. Cuando todo parecía listo la propuesta fue retirada de último momento, cuando los promotores fueron informados del decreto de 1947. Desde entonces, Serrano emprendió una intensa batalla para modificar las leyes y eliminar la prohibición. Finalmente, en 1999 y junto con el licenciado Salvador Ochoa, se interpuso un amparo para que Laura y cualquier mujer pudiera entrenar y boxear profesionalmente en la Ciudad de México. Esta batalla legal fue trascendental para que los reglamentos fueran modificados y se respetara el derecho de todas a desarrollar la práctica deportiva y la profesión que quisieran.
Han pasado más de dos décadas desde que Laura Serrano encabezó este desafío contra las leyes y la sociedad de su época. Si bien triunfó en importantes batallas, la guerra no está del todo ganada. Desde el surgimiento de Serrano numerosas boxeadoras mexicanas han seguido sus pasos: Mariana Juárez o Jackie Nava son ejemplo de ello. Sin embargo, no es un secreto la terrible disparidad salarial a la que se enfrentan y, desde luego, el desprecio que diversos sectores de la sociedad mexicana muestran contra las pugilistas por considerar, sin argumentos, que su desempeño es menos atractivo o arriesgado. A pesar del largo camino que resta por recorrer, es importante recordar a quienes, desde su trinchera, dentro o fuera del ring, engrandecieron la historia del pugilismo mexicano y, sobre todo, han trabajado golpe a golpe en la construcción de un mundo y una sociedad más justa.
* Giovanni Alejandro Pérez Uriarte
Es doctor en Historia Moderna y Contemporánea por el Instituto Mora, maestro en Historia por la UNAM y licenciado en Estudios Latinoamericanos por la misma institución. Es especialista en historia social del deporte. Entre sus publicaciones se cuentan los capítulos de libro “Los ratones verdes. La selección mexicana de futbol y los imaginarios sociales sobre la derrota en la prensa deportiva, 1950 – 1966” y “Transgression and Resistance: An Approach to Mexican Women’s Football History through the Case of Alicia Vargas (1970–1991)". Asimismo, es el coordinador de la Gaceta Mora y junto con la Dra. María José Garrido co-coordina el Seminario Historia de la Educación Física y los Deportes en México y el Museo del Deporte Mexicano (MuDeMe).