El presidente Andrés Manuel López Obrador ha sabido siempre que esos poderes fácticos que tanto odia y a los que moteja como “la mafia en el poder” son los que le abrieron la rendija para acceder al poder. Pero sabe también que siendo tan popular y tan poderoso… nunca tuvo el control deseado. Por eso la decisión del ministro Javier Laynez Potisek de admitir la demanda de controversia constitucional que interpuso el Instituto Nacional Electoral (INE) en contra de su Plan B es un golpe de realidad. Ya lo sabía. Por eso va por el INE al estilo Felipe Calderón: haiga sido como haiga sido.
El ministro Javier Laynez puso hielitos al 'Decreto por el que se reforma, adiciona y derogan diversas disposiciones de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, de la Ley General de Partidos Políticos, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, y que expide una nueva Ley General de los Medios de Impugnación en Materia Electoral'. Es decir, congela el Plan B electoral de López Obrador y regresa a la legislación anterior, en tanto resuelve de fondo.
Además, el ministro Laynez solicitó a las autoridades demandadas (Congreso de la Unión y Ejecutivo Federal) que presenten su contestación dentro del plazo legal. Digamos que les tronó los dedos legales para que argumenten… lo indefendible. Pero como en la autodenominada 4T eso es lo de menos, es de esperarse que ya tuvieran la defensa de su bodrio.
El ministro Javier Laynez concedió también la suspensión solicitada por el INE respecto de todos los artículos impugnados del decreto para efecto de que las cosas se mantengan en el estado en el que hoy se encuentran y rijan las disposiciones vigentes antes de la respectiva reforma.
La precisión de la medida preventiva del ministro Laynez es de antología: “la Corte ha resuelto en ocasiones anteriores que en controversias constitucionales sí corresponde otorgar la suspensión aun tratándose de leyes, cuando pudieran vulnerar de manera irreparable derechos humanos. En el caso que nos ocupa se trata de la posible violación a los derechos político-electorales de la ciudadanía”.
Fuentes de la Corte han señalado que el Plan B electoral de López Obrador está destinado a morir. O, cuando menos, a un ordenamiento al Poder Legislativo para que corrija los terribles errores que entraña el bodrio -palabra que tanto gusta a Andrés Manuel López Obrador-, pero que, sin duda, implicará necesariamente la muerte de la reforma electoral de la “cuarta transformación”.
No es el primer garrotazo a los planes del presidente López Obrador. Ya el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación había resuelto que la destitución de Edmundo Jacobo Molina como secretario ejecutivo del INE era un absurdo y lo restituyó. Pero los tropiezos del cuatroteísmo no paran ahí.
Los mismos legisladores levantadedos de Morena le dieron palo a una reforma que mochaba el gasto en comunicación social de cualquier gobierno. De manera súbita entraron en razón y votaron sin ascos darle marcha atrás a esa decisión. ¿Fue el espíritu santo? Quién sabe. Pero había gobiernos locales de Morena, muchos supuestos furibundos adeptos de López Obrador, que decían en corto que sus planes iban sin frenarse porque estaban seguros que antes que tarde moriría esa reforma impulsada desde Palacio Nacional.
Es decir, que hay supuestos fieles de Andrés Manuel López Obrador que en su capilla se dan golpes de pecho frente a su Dios, pero apenas cruzando el portón de la iglesia son más concupiscentes de lo que su religión se los permite.
Aquí se ha dicho desde hace mucho tiempo que el presidente López Obrador, desde su llegada a Palacio Nacional en 2018, tenía claro que gozaba de una popularidad inmensa, pero que no tenía el poder. Hoy más que nunca queda claro. Y no sobran los empresarios que han comenzado a levantar la cabeza para enfrentar a Andrés Manuel.
Ahora el objetivo será el INE. Impondrán a una consejera presidenta de sus filias y con parentela enquistada en la 4T. Pero, como Andrés Manuel López Obrador, se verá obligada a operar con la ley que tanto odia el presidente López Obrador, pero que fue resultado, en gran medida, de sus exigencias desde 2006 cuando fue derrotado por Felipe Calderón.
Así que van por el INE.
Punto y aparte. ¿En serio son remesas? Jorge Andrés Castañeda se preguntó eso el 12 de agosto de 2021 en su columna de El Heraldo de México. Un reporte del director nacional de Inteligencia de Estados Unidos, del 6 de febrero pasado, confirma las dudas de Jorge Andrés. Y en los últimos días han corrido ríos de tinta y tuits en donde se pone en duda que las remesas que tanto cacarea Andrés Manuel López Obrador como un “logro” estén salpicadas de lavado de dinero. Y, lo peor, López Obrador lo sabe.
Punto final. Los municipios del país tienen más que claro que no hay estrategia de seguridad. Pero el presidente aplica su frase de cero zigzagueos. Como se los dijo a sus corcholatas en su discurso del Zócalo con motivo del aniversario de la expropiación petrolera: cero zigzagueos. Pese a ir en sentido contrario en el Periférico de la Ciudad de México.