DERECHOS LABORALES

Obreros sin sombra

Los obreros sin sombra son personas sin derechos que a la firma de un contrato de trabajo, que no le dejan leer, ceden su persona, su libertad. | Manuel Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

Los obreros en su mayoría son seres sin sombra. Los he visto salir de las fábricas, de esos centros de trabajo ubicados en los trepaderos, de las oficinas lujosas y otras no tanto, donde les llaman empleados o colaboradores. Van por las calles como personas inanimadas, sin voltear o reflejarse por ningún lado.

Lo curioso es que al nacer, sí reflejan sombra. Son seres con libertad capaces de reír, gritar, llorar, sentir la vida. Pero cuando se convierten en proveedores de su hogar, una mayoría pierde la imagen que los acompañaba antes.

Llegan todos disciplinados a lo que llaman “centros de trabajo”, algunos de esos lugares tienen licencias para funcionar y otros no. Se encuentran con caras duras que les preguntan sin cesar: ¿Qué edad tiene? ¿Qué sabe hacer? ¿Sabe que es de tiempo completo? Requerimos que cumplan órdenes.

Para sorpresa de los aspirantes a obreros que llegan a esos siniestros lugares les dicen cínicamente que perderán su sombra. Ellos no saben qué significa. Observan que en cada respuesta que dan y que queda escrita con tinta pierden gran parte de su alma, de su esencia.

Les dicen que no pueden leerlo, que lo deben firmar sin protestar, apenas les dan oportunidad de leer el encabezado: “Contrato de Trabajo”. Al firmar dejan de tener sombra, unos se dan cuenta al tocar la tinta el papel, otros días después. No se explican qué pasa.

Les exigen que firmen sin cuestionar. Me cuentan que son como diez firmas que deben realizar. Si se detienen y quieren leer, les gritan: “¡firma que tenemos prisa, no que te urgía el trabajo!”, “Quiero tener una copia de lo que firmé”, le dicen a su interlocutor. Unos comentan que eso no se puede, y otros más taimados responden: “la semana entrante puedes pasar por ellos”, y esa nunca llega.

También les hacen firmar hojas en blanco. Se las dan a prisa y la justificación siempre cambia: “Es para darte de alta en el seguro”, “Con esto comprobamos que pasaste los exámenes”, “Para apresurar tu trámite y no hacer que regreses”. Con desconfianza, pero con la necesidad de trabajar, el obrero sin sombra firma.

Cuando empiezan a trabajar se dan cuenta que sus compañeros tampoco tienen sombra. Algunos comienzan a reconstruir las frases de los documentos firmados que les pasaron de prisa, para saber la causa por la que carecen del reflejo de su persona: 

“Debo desempeñar cualquier trabajo que se me ordene”.  

“Acepto ser cambiado de turno en cualquier momento”

“Puedo ser cambiado de lugar de trabajo a cualquier parte de la República”

“No puedes casarte o embarazarte”

“Debo dejar de ser yo”

Uno a uno, los trabajadores se van dando cuenta que parte de su ser, les ha sido robado, arrebatado.

Las firmas en blanco se convierten en renuncias que son llenadas por el patrón cuando así lo requieren. Hasta inventan deudas o faltas sin haberlas cometidas.

Ellos saben que deben laborar una jornada máxima de ocho horas, pero normalmente no se respeta y tampoco se les paga tiempo extra. Les dicen que para mantener su trabajo deberán trabajar dos o tres horas más. 

Cuando preguntan el por qué, les dicen que son obreros sin sombra, es decir personas sin derechos. Que la firma de ese contrato de trabajo fue una cesión de su persona, su libertad, de lo que mandan las leyes laborales, su esencia.

Se dan cuenta que la Ley Federal del Trabajo no obliga a publicar en un sitio de internet sus contratos individuales. Son secretos de Estado, que solo conoce el patrón. Los resguardan en caja fuerte para el caso de que haya un pleito, y el empleador demuestre ante una autoridad o un juez que es propietario de la sombra del trabajador, de sus derechos.

Los seres sin sombra no son protegidos por inspectores de trabajo, ni por secretarios, actuarios o jueces. Deben alejarse de ellos lo más posible, porque si se acercan pierden el empleo y todo tipo de ingreso.

A los obreros que les arrebatan su ser, la reforma laboral no los protegió, pasó tan rápido que no se dieron cuenta de su existencia a pesar de que van por todos lados sin reflejar su sombra.