Según los datos más recientes del INE (corte al 17 de marzo de 2023), en el padrón electoral de nuestro país están inscritas 96 millones 523 mil 810 personas. De ese total, 26 millones 93 mil 629 son personas entre 18 y 30 años de edad, es decir, un 27% de la población. Una proporción similar se refleja también en el listado nominal.
De ese tamaño la importancia de las juventudes en el proceso electoral federal de 2024.
Por cómo se ven las cosas, son muy pocas las fuerzas políticas que han desplegado estrategias y plataformas de participación que atraigan a las juventudes, o mejor dicho únicamente Movimiento Ciudadano se ve como una verdadera opción, con temáticas verdaderamente progresistas y que interesan a este sector poblacional, y sobre todo, con una congruencia que convenza a juventudes cada vez más conscientes y que cuestionan lo establecido.
Vamos con más cifras.
La Encuesta Nacional de Cultura Cívica del INEGI 2020, identifica claramente los medios por los cuales las juventudes se enteran de las cosas que pasan en el país. Mientras el grupo poblacional de más de 60 años, solo un 13.9% usa las redes sociales para esta actividad, en las personas de 18 a 29 años, la cifra es de 66,8% y 63.6%, respectivamente.
Esa diferencia abismal significa que las estrategias de acercamiento y de promoción dirigidas a las juventudes deberán ser específicamente a través de las redes sociales, que a no dudar serán esenciales en la contienda electoral del 2024.
Pero los instrumentos de medición también nos revelan el poco conocimiento sobre las tareas que desempeñan las instituciones electorales, así como un detalle que preocupa sobre el sentido de pertenencia y otro alarmante en el interés o preocupación por los asuntos del país.
La ENCUCI 2020 nos indica que el segmento de personas entre 20 y 29 años es el que menos señala pertenencia o mucho orgullo de ser mexicano, con un 84.7%, en comparación con el segmento de 60 años o más, con un 89.7%, en tanto que el 42.6% del segmento entre 18 a 19 años está interesado o preocupado por los asuntos del país, lo que resulta poco comparado con un 63.6% de la población de 60 años y más.
Esto no quiere decir que las juventudes sean apáticas. En mis recorridos por el territorio nacional he presenciado cómo cada día más personas jóvenes se involucran verdaderamente en los temas públicos, específicamente desde el activismo que tiene que ver con acciones ambientalistas, de respeto a los derechos humanos y las libertades personales.
No es para tomarse a la ligera. En un entorno sociopolítico dominado por un régimen que cada día se torna más autoritario, la frescura de pensamiento y la natural inclinación al no conformismo y a la ruptura de cánones por parte de las juventudes puede ser un punto crucial en los procesos de elección de autoridades, en todos los niveles.
Me ha tocado a ver a juventudes que desde las redes sociales y desde las calles se manifiestan por el descuido de las autoridades en la movilidad o en entorno urbano, lo mismo que acciones de protesta por la contaminación o la indignación cuando se vulneran derechos o hay víctimas de violencia.
El oficialismo le apuesta a que las acciones corporativas y el clientelismo de los programas asistenciales le darán la suficiente garantía de obtener el voto de familias enteras que reciben apoyos en efectivo por parte de las autoridades federales.
Pero eso no es así, al menos no desde que la inmediatez de la internet otorgó a las personas, sobre todo jóvenes, el acceso a la información suficiente para formar mejor sus criterios. La gente no es tonta, la gente joven mucho menos.
Así que partidos políticos y gobiernos deben pensárselo muy bien respecto a la participación de las juventudes y su decisivo rol en los procesos del 2024. En definitiva, pueden decantar la voluntad popular si perciben de algún lado simulación o si se comunican desde plataformas equivocadas.