Tuvieron que pasar 30 años para que la Convención Bancaria regresara a Mérida, Yucatán, en medio de un intenso debate. Desde la inseguridad en Acapulco hasta la mala calidad de los servicios del Princess, pasando por la especulación del porqué se tomó la decisión. Pero llegó el día y todo lo relativo a la sede salió muy bien. El Centro de Convenciones, con todo lo necesario; los hoteles, a una o dos cuadras de distancia; buenos restaurantes y, para quien quería hacer algo distinto, como decía el anuncio: Mérida tiene de todo y para todos. Tanto Mauricio Vila como Renán Barrera (presidente municipal de Mérida) fueron grandes anfitriones.
Jueves para el olvido…
Pues comenzaron con unas conferencias quesque virtuales. El pero es que los conferencistas estaban allí mismo, en el Centro de Convenciones… sí, ahí mismo; pero por qué los encerraban solos en un salón del tercer piso para transmitir “en vivo” sus presentaciones en la pantalla del salón principal. Y no sé si fue o no casualidad, pero justamente eran las relativas a la responsabilidad social y la equidad de género o en las que más participación femenina había. Y recuerde que estamos hablando del gremio cuyo presídium suele ser tan ridículamente largo, como ausente de mujeres.
Después de la comida, la sesión plenaria e inaugural empezó temprano, con la llegada del presidente y la presentación del presídium (una novedad, la conducción corrió a cargo de Javier Poza, que hizo un muy buen trabajo). El mensaje de bienvenida corrió a cargo del gobernador Vila, que, no obstante, ha dado muy buenos resultados al estado de Yucatán y es un verdadero rockstar que, en aras de congraciarse demasiado con su invitado número uno, se desvivió en elogios al Tren Maya.
De vuelta a los gloriosos 70
Comenzando con el discurso del presidente de la CNBV, que leyó del teleprompter, no exento de muchas dificultades, un texto intrascendente, que dejó fuera casi todo tema relevante (como, por ejemplo, el tema que traían todos los convencionistas en la cabeza: el posible contagio derivado de la caída de bancos internacionales).
Siguió el subsecretario Yorio, con un listado de “logros” de este gobierno -inhalen y exhalen-, entre ellos, la inclusión financiera vía la instalación de sucursales del Banco del Bienestar -sí, ¡con ese cinismo, pues hemos visto que son puro cascarón!- y la crecida de las… remesas, por ejemplo. Ni hablar.
Después la gobernadora de Banxico, probablemente con el único discurso con fondo (entre otras cosas habló de la inflación), pero la forma de leerlo, todo de corridito, muy rápido y sin entonación alguna, lo arruinó.
Le siguió el secretario de Hacienda, Ramírez de la O, que, vestido impecable para un buen partido de golf y listo para su coctel con sombrillita (camisa verde aqua y saco -sí… saco en Mérida- a rayas blancas y azules), inició con una imposición lingüística, para mostrarle a su jefe que él es más mexicano que los demás: “Yo no le voy a decir nearshoring, sino relocalización”. Habló de la supuesta fortaleza financiera y el crecimiento de 3% (sin mencionar que viene de una caída de 8) y de ahí a aprovechar las oportunidades que ofrece la “relocalización” para que contribuya a una “sociedad sostenible”, con fortaleza propia y con bienestar social.
Con todo y todo, hasta acá íbamos bien; los ponentes habían sido respetuosos del tiempo que se les dio (15 minutos) y parecía que llegaríamos ilesos al coctel de Banorte (y del que hubo que sacar al final, con mucho trabajo, a la gobernadora del Banxico).
Pero se atravesó Dani Becker, quien decidió hacer algo distinto y “creativo”: ser cómico (alguien lo convenció de que sí podía serlo) y crear suspenso. Empezó a platicarnos de una supuesta invitación que recibió hace un año, “que le cambiaría la vida”, que se trataba de un proyecto que lo iba a transformar en un nuevo banquero y que “requería de planeación, estrategia y mucho, mucho presupuesto”. Como si alguien, entre las mil personas presentes en ese salón, no supiera que su grupo está fuera de la puja por Banamex, Dani, quiero creer, pretendía crear “suspenso”. Pero logró todo menos eso. Nunca supo poner sobre la mesa un solo resultado de su gestión; “de mis logros”, dijo magnánimo, “hablarán mis colegas”. Durante más de 45 minutos habló de nada -literalmente nada- y mostró que al mismo tiempo se puede ser abyecto (“gracias, señor subsecretario, por tomarme la llamada a las 3 am para ayudarme a calmar mis nervios”) que irrespetuoso del tiempo de los demás. Incluso el presidente, que sabe muy bien lo que es un discurso largo y vacío, no sabía si tomarse la botella de Xtabentún que le acababa de regalar Renán Barrera o pedir su tamal de chipilín. Dani ahora trataba de contar la historia de un leñador que entraña una moraleja (que él no fue capaz de articular). Luego pasó a la cursilería, mencionó unas 15 veces al “bendito México” más justo que supuestamente nos deja. ¡Quihúboles! Y al final reveló que el proyecto era la boda de sus hijos. Todos los presentes estaban sin dar crédito (¡y eso que son banqueros!) de que en la inauguración de la Bancaria anunciara la boda de sus hijos. De inmediato fue catalogado como el peor discurso en los 95 años de la Asociación de Bancos de México.
Finalmente, AMLO pasó al atril con cuatro o cinco hojas arrugadas de tanto ir y venir del asistente, que subió tres veces a registrar cambios, y leyó 10 datos que, según él, confirman la fortaleza del sector financiero. Magnánimo, reiteró que “no cambiaría las reglas para la operación bancaria en México”, y les dio permiso a los banqueros para “seguir haciendo negocios legales en México; continúen obteniendo utilidades legítimas y razonables”. Supongo que después sabremos “razonable” para él qué es y cuándo han hecho negocios ilegales los bancos. Ah, y destapó a Vila, pues le dijo: “presidente” entre risas y aplausos.
Viernes para la esperanza
Dos muy buenos conferencistas para hablar con autoridad y actualidad de temas sumamente relevantes para la banca: inteligencia artificial y economía mundial, y la estelar Hillary Clinton, que no obstante un ataque de tos, que bien le pudo haber dado por la última pregunta de Becker sobre las cárceles en el Salvador y la popularidad de Bukele ¿¿¿????
Llegó el famoso intercambio del martillo…
Del discurso de Julio Carranza, de Bancoppel, de quien había pocas expectativas, pero que sorprendió con una presentación en la que supo trazar con claridad y sobriedad un plan de trabajo con tres ejes principales: más crédito a Pymes, cercanía con la gente y mejores precios de servicios bancarios.
Nos veremos el próximo año. ¿Será en Mérida, otra vez?
Bombas yucatecas
Se escucha que Jorge Carlos Ramírez Marín romperá con el PRI y la alianza y se irá a Morena. Seguro de ahí su voto pro la militarización. Ah, pero si no pudo con Renán para presidente municipal, menos podrá en la gubernatura.
La columna de Lourdes Mendoza Peñaloza se publicó originalmente en El Financiero, reproducida aquí con autorización de la autora.
* Lourdes Mendoza Peñaloza es una periodista mexicana especializada en finanzas, política y sociales, con más de 20 años de experiencia en medios electrónicos, impresos, radio y televisión.