Andrés Manuel López Obrador está lleno de incongruencias. Sin embargo, aunque muchas de ellas se documenten con la realidad tiene un blindaje que lo hace invulnerable... aparentemente. El viernes 10 de marzo la periodista Nayeli Roldán preguntó con sobriedad al presidente en torno al espionaje en contra de ciudadanos, entre ellos Raymundo Ramos, de Tamaulipas, y la respuesta fue colérica: “ustedes no van a establecer la agenda”, de la conferencia denominada “mañanera” por el propio López Obrador. Pese a la evidencia, Andrés Manuel se escuda en la credibilidad (tengo dudas de que la mantenga incólume) de su discurso. Pero sin duda le hicieron un boquete enorme.
La revista Proceso en su más reciente número abundó en el reportaje que junto con Aristegui Noticias y Animal Político, además de la organización R3D difundieron a partir de diversos documentos que sólo (aunque esta palabra no es minimizar el tema) abonaron a confirmar lo que se sabe: el gobierno de Andrés Manuel López Obrador espía.
Para defenderse, el presidente López Obrador dijo a la periodista -a quien insultó y no vale la pena repetir aquí sus palabras porque es reproducir la violencia contra ella, y por supuesto contra los medios difusores de la investigación- que en su gobierno “no se espía, se hace labor de inteligencia”. Y para documentar su flácido argumento dijo que el general retirado Audomaro Martínez Zapata, director del Centro Nacional de Inteligencia, antes Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), le logró advertir a Omar García Harfuch, secretario de seguridad de la Ciudad de México, que habían interceptado comunicaciones de narcos que presagiaban un atentado en su contra, lo cual ocurrió. Pero como le pudo alertar, García Harfuch se pertrechó y pudo salir con vida del ataque del Cártel Jalisco Nueva Generación.
Las palabras del presidente López Obrador son de papel. Es sabido que Omar García Harfuch no es de los afectos en Palacio Nacional. Incluso lo han orillado a descartarse como posible sucesor de Claudia Sheinbaum, porque no goza de la confianza de Andrés Manuel, empecinado en otra personalidad. Pero en ese momento, acorralado, usó ese cartucho para tratar de escaparse del cuestionamiento serio, pero que usó el show que monta a diario el presidente. Una sopa de su propio chocolate. Además, vale agregar, el cuestionamiento era al Ejército, a la Sedena a la cual le ha entregado el país, no al Centro Nacional de Inteligencia, que también opera en la peor oscuridad… como en el pasado del que tanto reniega.
Algunas postales del pasado ayudan a poner en perspectiva la incongruencia de Andrés Manuel López Obrador.
ANDRES MANUEL LÓPEZ OBRADOR: EL MOVIMIENTO SOY YO
Andrés Manuel López Obrador colocó la mano en el respaldo de una silla y soltó: “sí, (el movimiento) soy yo”.
La escena ocurrió el miércoles 23 de abril de 2008 en una casona de la calle de San Luis Potosí, en la colonia Roma. Fue a gritos. López Obrador presionó a Carlos Navarrete, coordinador de la bancada del PRD en el Senado, para mantener una toma de la tribuna, eran tiempos aciagos de reformas legislativas. Felipe Calderón, entonces presidente y odiado por López Obrador por el aún no probado fraude en 2006, había presentado su iniciativa de reforma energética. Ricardo Monreal tenía tomada la tribuna y Carlos Navarrete pedía saber cuánto tiempo más sostener esa presión.
-A ver, para que nos quede bien claro, Andrés Manuel, ¿entonces el movimiento eres tú?
- ¡Sí, soy yo!, respondió López Obrador con fuerza. Y enmudeció el palenque cuando el girazo tabasqueño en el redondel no dio tiempo a nada. El silencio inundó la sala. Ahí estaban los coordinadores parlamentarios de Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) senador Dante Delgado y el entonces diputado Alejandro Chanona; del Partido del Trabajo estaba el senador Alberto Anaya y el diputado Ricardo Cantú, así como el líder de la bancada de diputados del PRD, Javier González Garza.
Dante Delgado trataba de evitar que siguiera la reyerta. Imposible. “El Senado es una jaula de locos”, dijo Carlos Navarrete. “Yo sí creo en la vida parlamentaria. Debatamos. No creo que podamos transformar así al país”, alegó.
“Yo no puedo dar pasos en falso”, replicó López Obrador.
El periodista Jorge Octavio Ochoa publicó esa discusión en lo que fue la casa de campaña de López Obrador por muchos años, del hoy fundador del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y actual presidente de México. Andrés Manuel dijo entonces que fue el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) quien lo espió dentro de sus oficinas y filtró la pelea con Navarrete. De nada sirvió que Chanona le tratara de explicar que los gritos se oían hasta la calle, donde periodistas escucharon y grabaron partes del pleito.
LA CORTE, AMLO… Y EL “ESPIONAJE”.
Cuenta Pablo Hiriart en su libro El destructor, de Grijalbo, que justo cuando la época del desafuero, López Obrador acusó al presidente Vicente Fox de haberse reunido con Mariano Azuela, entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que eso probaba la “conjura” en su contra, supuestamente desde el Poder Judicial y el Poder Ejecutivo, que los dos personajes encabezaban.
Más allá de la anécdota y las astillas de la historia, Hiriart revela a décadas de distancia que como director del periódico La Crónica publicó un reportaje en donde confirmó una de las dos veces que López Obrador también se había reunido con Mariano Azuela… lo cual había negado. “López Obrador se vio exhibido en su mentira, recurrió a lo de siempre: echarse al piso como víctima. Dijo que la información publicada por nuestras reporteras nos la había dado el Cisen. Él era objeto de persecución de parte del órgano de inteligencia del gobierno, y por tanto víctima política de la mafia de Los Pinos, etcétera, etcétera”.
Según el relato de Hiriart, en realidad él y otros periodistas del diario fueron invitados a comer en la Corte y ahí le preguntó si se había reunido con López Obrador.
¿Dónde se vieron, ministro?
Comimos en La Cava, allá en el sur, ahí le gusta a él.
Lo demás, agrega uno de los periodistas más confrontados con el tabasqueño, fue enviar a dos periodistas a preguntar: publicaron el ticket de pago y consiguieron hasta el menú.
GOBIERNO ESPÍA
En 2008 se suscitó un debate al interior del PRD porque perredistas plantearon que los aspirantes a puestos de elección popular del partido pasaran por una auscultación de la Procuraduría General de la República (PGR) y por el Cisen, antes de lanzarlos como candidatos.
Carlos Navarrete, entonces coordinador del PRD en el Senado, argumentó en favor. En mayo de 2011, Zambrano, actualmente presidente del PRD, decía:
“Para todo mundo es mejor que las listas de candidatos estén sujetas a un escrutinio judicial público y que públicamente se diga qué se encontró y qué no se encontró, para que si se halló algo se proceda y si no, se eviten ‘michoacanazos’ en el futuro proceso electoral”.
Años antes Calderón impulsó un gran operativo militar, con miembros de la Marina y la Sedena, que dio como resultado la detención de 11 alcaldes y 24 funcionarios perredistas en Michoacán. A ese episodio se le conoció como el ‘michoacanazo’, pero fue un estrepitoso fracaso: menos de un año después todos quedaron libres y el propio Calderón tuvo que saludar de mano en actos oficiales a algunos ediles a quienes su gobierno había ordenado capturar por supuestos tratos con el narco. Todos tragaban aceite.
El martes 21 de junio de 2012, a unos días de la elección federal y concurrente en varios estados y municipios, miembros del gabinete de seguridad de Felipe Calderón se reunieron en la sede del Cisen, en el Ajusco, con senadores y diputados de la comisión bicameral de Seguridad Nacional. Había gente de todos los partidos, incluidos del PRD, donde aún militaba López Obrador.
En esa encerrona se les advirtió a los legisladores de la “eventual intervención económica del crimen organizado en las campañas electorales a nivel local y estatal”, para influir en el voto.
¿Era la primera vez? No. En 2007 el entonces director del Cisen, Guillermo Valdés Castellanos, enfrentaba un vendaval porque en el Congreso solicitaban su renuncia al cargo, luego de que el autor de estos #Recovecos reveló contratos con una empresa privada ligada a panistas, mediante la cual el Cisen daba “seguimiento” a los miembros del Poder Legislativo.
Derivado del escándalo que duró meses, Valdés Castellanos se reunió con corresponsales extranjeros para mitigar el vendaval que tenía al gobierno de Felipe Calderón en jaque. A los periodistas extranjeros les reveló que había sospechas de nexos de legisladores con el narco, según la versión publicada en el Financial Times. “El Congreso no está exento, no descartamos la posibilidad que el dinero de las drogas se haya infiltrado en las campañas (de legisladores)”, afirmó.
Los legisladores reaccionaron airadamente, exigieron pruebas y hasta su destitución, pero no pasó de ahí. En su libro ‘Historia del narcotráfico en México’, de 483 páginas que publicó Guillermo Valdés al dejar el gobierno, ni siquiera mencionó el asunto.
ESPÍAS, ESPIADOS
Felipe Calderón Hinojosa se levantó muy temprano el domingo 1 de julio de 2012. Hizo un poco de ejercicio en el Bosque de Chapultepec, cerca de Los Pinos. Más tarde recibió reportes de la situación en el país y desayunó con su familia.
A las 11 de la mañana Calderón Hinojosa recibió en Los Pinos a los secretarios del Gabinete de Seguridad –Marina, Defensa, Seguridad Pública, PGR, encabezados por Gobernación- para un primer balance.
Solo, Calderón Hinojosa se quedó un tiempo en su despacho. Rocky y Laster, sus perros consentidos, paseaban por los jardines de Los Pinos. A veces aparecían entrando por las ventanas. A la una de la tarde junto con Margarita Zavala salieron del hospital del Estado Mayor Presidencial, justo enfrente de la escuela donde votaron acompañados de sus hijos.
Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública, monitoreando desde su búnker en Plataforma México. El general Guillermo Galván, desde sus oficinas en la Secretaría de la Defensa Nacional, en la zona norte de la capital del país. El almirante Mariano Francisco Saynez, en la Marina, en los rumbos del sur de la ciudad de México.
Felipe Calderón había enviado a varios miembros del gabinete a los estados. Muchos ni los pelaban, contaron después algunos consultados por este reportero.
Ivonne Ortega, entonces gobernadora de Yucatán y actual diputada de MC, ignoró a Bernardo de la Garza, titular de la Comisión Nacional del Deporte. De la Garza se la pasó en su hotel en Mérida y hasta las seis de la tarde pudo hablar con Ortega.
Bruno Ferrari, secretario de Economía, le dio seguimiento a Rodrigo Medina, gobernador de Nuevo León. Lo recibió y era de los más contentos con la encomienda: “¿Ya les llamó el jefe? ¿Cómo va el velorio?”, preguntó por la red que armaron vía Blackberry. “A ver quién es el primero que va a regañar jajajajajaja”, les decía Ferrari.
En su momento le pregunté a Salomón Chertorivsky, quien era secretario de Salud de Calderón, y me contó que que “efectivamente. Nos solicitaron ser enlaces institucionales a algunos de nosotros. Única y exclusivamente para mantener la comunicación, que si hubiera algo, que fue lo que a mí me solicitaron, si hubiera algo en la entidad que quisieran tener comunicación directa pudiéramos servir de enlace”.
Chertorivsky no fue muy lejos porque le correspondió estar cerca de Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal, pues Calderón sabía de la buena relación que tenía con autoridades capitalinas. Luego, Salomón Chertorivsky fue secretario de Desarrollo Económico del gobierno del Distrito Federal, con Miguel Mancera.
“Yo estuve en contacto un día antes de la elección y un par de veces a lo largo del 1 de julio con Marcelo Ebrard, en el entendido de que todo iba caminando de manera puntual. Nada en términos del sentido de las elecciones mismas, era sólo un tema del desarrollo del proceso más bien del orden civil. Sólo era un vehículo más de comunicación”, recuerda Chertorivsky
La sorpresa vino de Chihuahua, Veracruz y Estado de México. Antes de las 15:00 horas los enviados a esas tres entidades reportaron un dato inquietante. Por ejemplo, Daniel Karam, director del IMSS, en Toluca, comunicó al búnker en Gobernación que en el gobierno mexiquense tenían “las encuestas del CISEN”, y que en ellas “el candidato presidencial del PRI va ganando”.
Un funcionario de menor rango de la PGR enviado a Veracruz, además de quien estuvo en Chihuahua, informaron lo mismo. Los datos del CISEN en los que la candidata presidencial panista, Josefina Vázquez Mota, estaba siendo derrotada.
Al informar a Alejandro Poiré, secretario de Gobernación, éste se encolerizó. A gritos reclamó a Jaime Domingo López Buitrón, director del CISEN, la encuesta. No la tenía. Calderón también se enteró. Después confirmaron que los gobernadores de Veracruz, Estado de México y Chihuahua tenían lo que ellos aún no poseían. Los espías fueron espiados.
SEDENA: EXHIBIDA
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) solicitó recursos por 76 millones de pesos para un Sistema de Supervisión de Comunicaciones Militares para el Centro de Operaciones del Ciberespacio en la Ciudad de México. ¿Para qué, si acababan siendo hackeados por profesionales y exhibidos? (Sedena: el hazmerreír y sus gastos inútiles | La Silla Rota)
El Centro de Operaciones del Ciberespacio de la Ciudad de México contaría con el equipamiento y capacidad técnica de llevar a cabo la supervisión de comunicaciones militares, coadyuvaría con la seguridad pública e incrementará la productividad eficiente de servicios en la supervisión de comunicaciones militares, según información que publicó esta columna en octubre de 2022.
La operación, según se sabe, estará a cargo de personal militar. Promete “beneficios a la estabilidad económica del país”, aunque ya vimos que todo esfuerzo ha sido inútil frente a la fuga de 4 teras de información de la Secretaría de la Defensa Nacional.
El calambre que les metió Guacamaya los llevó a ordenar al responsable del área a “realizar una evaluación técnica inicial de las condiciones actuales en las que se encuentren los sistemas de seguridad cibernética, y elabore diagnóstico inicial remitiéndolo a la comandancia de la Guardia Nacional, para antes de las 18:00 horas del 9 de octubre de 2022 y posteriormente remitirlo semanalmente los días sábado, donde se informe claramente que los sistemas de protección estén actualizados”.
También llamó la atención la instrucción siguiente en torno a los mensajes “secretos y muy secretos”:
“Que la documentación clasificada se encuentre en un área debidamente resguardada y controlada, empleando el correo correspondiente para su transmisión, ratificándose que los mensajes rutinarios, confidenciales deberán ser transmitidos por mensaje C.E.I. y los mensajes secretos, muy secretos, deberán ser transmitidos por el buzón S.E.A.A”.
En síntesis, el presidente Andrés Manuel López Obrador está en un berenjenal, no sólo en estos asuntos de espionaje. Y requerirá que quien le suceda le cuide más que las espaldas.
Punto y aparte. La clave está en los gobernadores.
Punto final. El tobogán donde ha entrado la UNAM es inevitable. Saldrá a flote, pese a todo.