Desde los primeros días de 2017 aquí presenté un diagnóstico del eventual gobierno de López Obrador.
Documenté, con evidencia que estaba a los ojos de todos, que con López Obrador la democracia corría un serio riesgo, ya que en toda su historia política López Obrador se había comportado como un verdadero dictador.
Incluso, en medio del enojo de Tirios y Troyanos, aseguré que “sólo una sociedad de idiotas” sería capaz de llamar a un voto masivo a favor del tirano mentiroso, farsante e impostor que siempre fue AMLO.
Tiranía, mentiras, farsas e imposturas que no vieron sólo aquellos mexicanos gustosos del autoengaño y que llegaron al extremo de rendir culto al más depurado “engañabobos” de la historia mexicana.
Dije, por ejemplo, que en el ADN de López Obrador no existía respeto a la Constitución, tampoco a la División de Poderes y menos a la crítica; que no habría rendición de cuentas, transparencia y, no se diga la honestidad.
¿Y qué decir de los pobres? Siempre supimos que no eran más que “carne de urna” y que, a mayores promesas, mayor sería el engaño colectivo.
Y, claro, la respuesta de los “genios” de la crítica y de los santones del intelecto fue el insulto, la difamación y la calumnia en mi contra; los mismos que hoy lloriquean por los rincones –cual muñeca fea–, y que lamentan haber sido engatusados por el más acabado “engañabobos” de la política mexicana.
Más aún, al arranque del 2022 dije que las locuras del dictador serían mayores al avanzar el fin de sexenio y que, al entender el tamaño de su fracaso, López Obrador se volvería más peligroso, más cínico, más demente y, sobre todo, que ya no ocultaría sus pulsiones de poder perpetuo.
Hoy, al entrar al quinto año de gobierno, López Obrador nos regaló el mayor autorretrato de su despotismo; su desprecio por la Constitución, por la ley, por la democracia, por la crítica, la rendición de cuentas y, en especial, AMLO se pavonea desnudo, en la plenitud de su decadencia emocional, política y social.
Sí, debemos agradecer la desnudez emocional, ideológica, política y ética que mostró el tirano mexicano cuando una verdadera periodista, como Nayeli Roldán, lo tundió con datos duros y documentos oficiales sobre el espionaje dictatorial que lleva a cabo el gobierno federal contra los ciudadanos que incomodan al dictador.
La joya a la que nos referimos fue tendencia en redes, pero vale precisar punto a punto las confesiones del dictador llamado López Obrador.
1.- Con documentos en la mano, la reportera de Animal Político denunció espionaje oficial a cargo de la Sedena contra ciudadanos incómodos para el poder presidencial. Por eso, pidió al presidente citar al púlpito mañanero al responsable del espionaje, el general Audomaro Martínez.
¿Y qué respondió López Obrador?
a).- Primero, AMLO dijo que la información sobre el espionaje “es un invento de ustedes” y que “no es algo realmente importante o trascendente”.
b).- Que Audomaro no tiene nada que informar ya Palacio respondería lo que reclamó la periodista.
c).- Que Palacio no responde “lo que a ustedes les conviene, porque son contrarios a nosotros”.
d).- Que los periodistas “no van a poner la agenda” en México…
e).- Que en los medios “no existe objetividad ni profesionalismo” porque todos los días lo atacan.
f).- Y, si a diario “lo atacan”, entonces se trata de “una prensa tendenciosa, vendida, alquilada y al servicio de los corruptos”. (Fin de la cita)
¿Y cual es la conclusión de todo lo anterior?
Sí, que en México no hay Constitución y tampoco ley que valga, más allá del interés, la percepción y la palabra del dictador.
Y es que el presidente es el único que decide lo que es verdad o es mentira; López Obrador es quien determina lo que debe o no importar al ciudadano; AMLO dictamina lo que deben ver, escuchar y pensar los ciudadanos y el tirano es el único capaz de imponer la agenda.
Y ay de aquel periodista, medio o ciudadano que se atreva a desafiar al dictador porque será exhibido en “la picota” del pulpito mañanero.
2.- Pero hay más. La valiente Nayely Roldán no soltó “la presa periodística” y dejó en Palacio las pruebas del espionaje, al tiempo que le recordó a la audiencia que “las mañaneras” son un espacio ciudadano y que el periodismo es un instrumento social, mientras que le advirtió al presidente que el periodismo serio y profesional se apoya en pruebas, “y no inventa”.
a).- Fuera de sus cabales y frente a la paliza, un irracional López Obrador recurrió a la estulticia propia de los dictadores.
b).- Así respondió: “No, el periodismo sirve a los ciudadanos cuando es profesional, objetivo; cuando está cerca de la gente y distante del poder. El periodismo de ustedes no está cerca del pueblo, ustedes están al servicio de la oligarquía, de los que se sentían dueños de México, de los que se dedicaron a saquear a México y quieren regresar por sus fueros. Ustedes son pieza clave de ese grupo conservador, corrupto que le hizo mucho daño al pueblo de México y a la nación. Nosotros nunca vamos a estar en contra del periodismo, nunca, pero lo de ustedes tiene que ver con intereses de grupo, tiene que ver con poder económico, político conservador. (Fin de la cita)
¿Qué decir de la anterior perorata producto de la tara ideológica de un dictador como López Obrador?
Sí, AMLO siempre ha creído que el periodismo debe servir a sus intereses personalísimos. Por eso, en su infinita ignorancia apela “a la objetividad” sin entender que el corazón de la crítica es la subjetividad y que “sí y sólo sí” la crítica está en el extremo opuesto al poder.
Peor aún, López Obrador recurre al espantajo de “estar cerca del pueblo” porque engaña con el cuento del supuesto beneficio que obtienen “los conservadores” y “la oligarquía” con la crítica al poder, cuando el mayor presupuesto de su gobierno es para sus aliados mediáticos; Televisa, La Jornada, Azteca, Milenio, Imagen, El Heraldo… y muchos otros oligarcas a los que antaño satanizaba como “la mafia del poder” y que hogaño son sus aplaudidores.
Lo cierto es que, al entrar al quinto año del gobierno, el dictador mexicano se despojó de la máscara y sin pudor camina desnudo y le muestra al mundo sus miserias de dictador bananero.
Lo preocupante, sin embargo, es que muchos mexicanos de la llamada “legión de idiotas” siguen creyendo las mentiras del mayor impostor de la historia.
Al tiempo.