El domingo pasado la concentración en el Zócalo de la Ciudad de México y en decenas de ciudades en toda la República dejó muy claro que hay un gran número de mexicanos que estamos viendo la forma en que López Obrador, bajo un discurso de imperfección democrática, busca darle en la torre al INE y acabar con la lucha de decenas de años y de millones de mexicanos por democratizar nuestro país.
La intención se hizo evidente después del que el “plan A” fue rechazado por el Legislativo, el “plan B” se convirtió en el cínico intento de modificar la democracia para poder manipularla justo como se manipulaba antes de que conquistarla: definiendo desde el poder quién puede votar o incluso estar en el padrón (pudiendo hacer votar a los muertos o extranjeros), debilitando la fiscalización y la equidad, entre muchas otras cosas. El punto es simple: López Obrador hizo sus cuentas y notó que podía perder (como perdió el 2021) y por lo tanto inició una cruzada para cambiar las reglas para mantenerse en el poder de cualquier forma. Lo bueno es que la gente ya no se la compró tan fácil y decidió no dejarse; a partir de ello AMLO y su gente no han dejado de dar tumbos y hundirse en su propia narrativa. Qué han dicho:
- Después de la sentencia a García Luna vieron la posibilidad de cambiar la narrativa pública y empezaron a decir que la concentración en el Zócalo era para defender a García Luna… la historia era tan absurda que ni las propias huestes de Morena la compraron. Pusieron una lona gigante y carteles en las inmediaciones del Zócalo intentando vincular al ex policía sentenciado al PAN, pero nadie lo compro y ni siquiera fue tema… Además se vio francamente ridículo López Obrador asegurando que era una marcha para defender a García Luna… o sea es tan pero tan autoritario que hasta cree que puede definir por qué y por qué no van a marchar las personas.
- Otro intento narrativo fracasado fue asegurar que no se llenaría el Zócalo… esto se dijo a partir de la marcha en Reforma en contra del “plan A” que fue multitudinaria, pero como todo lo que no le gusta al habitante de Palacio Nacional, prefirió negarla y decir “no llenarían el Zócalo” y bueno pues faltó mucho Zócalo el domingo,
- Después de que no pegaron sus dos intentos narrativos iniciales, hubo uno tercero, todavía más ridículo: “llenaron el Zócalo pero se fueron después de una hora”… ahora resulta que aunque sí fueron cientos de miles de personas, fue poco tiempo para ellos… más ridículos imposible.
- El lunes después de la concentración López Obrador estaba furioso y se soltó a insultar y puso las fotos de todos los que considera que son sus “enemigos” y aunque intentaba disimular su enojo diciendo que era algo bueno, no podía dejar de mostrar su sentir mientras decía que ha llenado 60 veces el Zócalo y que lo volverá a hacer a mediados de marzo… la diferencia es que quienes fueron al Zócalo el domingo pasado fueron por su propio gusto y con sus propios recursos, ni siquiera hubo una cabeza que movilizara… Como consejo al presidente López Obrador, creo que es importante que sepa que cuando un líder le dedica más tiempo a hablar de sus “enemigos” que a impulsar el proyecto que lo llevó a la silla es porque su liderazgo ya mermó. Ver a López Obrador celebrando que hayan sentenciado en Estados Unidos a García Luna es ver a un presidente derrotado y fracasado. No está de más recordar que el último día de servicio de García Luna fue hace más de 10 años, que llevaba tres encerrado y que México hoy es mucho más violento que entonces… o sea nada cambió y no hay nada que celebrar.
En fin, había muchas formas en que López Obrador ganara la narrativa y sólo una de perderla: intentando minimizar; y la perdió. En fin, no hay peor ciego que quien no quiere ver y ahí está la evidencia de lo que está pasando.