El pasado domingo tuvo lugar la segunda marcha en defensa del INE, el centro de la capital del país fue nuevamente el escenario de la protesta pacífica y el zócalo fue el punto de encuentro para quienes participaron en ella.
El detonante fue el llamado “Plan B” de reforma electoral propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Cada quien da su versión, donde unos vieron más de medio millón de personas otros vieron menos de cien mil, pero si vamos más allá de la exactitud de las cifras, lo importante es que el fin de semana vimos a miles de ciudadanos movilizarse por fin común: decirle al estado mexicano que no está de acuerdo con la reforma electoral.
Comparar las movilizaciones más recientes se antoja caprichoso, partidos políticos, autoridades, empresarios y líderes han metido la cuchara para movilizar gente y así engordar sus números. El acarreo se da en las manifestaciones organizadas por el presidente y también se da en las que respalda la llamada oposición.
Me parece ocioso, en ambos casos, los esfuerzos que hacen políticos y voceros por desacreditar los hechos, es una realidad que un amplio porcentaje de la población está a favor del presidente López Obrador y MORENA, pero también son muchos los ciudadanos y sectores que no están de acuerdo con su manera de gobernar.
Ambos dicen defender la democracia y ambos faltan a principios fundamentales de la misma: respetar la diversidad y la mayoría.
¿Quiénes organizaron la marcha? Es completamente secundario, pues pareciera que solo es la búsqueda de desacreditar un sentir social al vincularlo con personajes de dudoso prestigio. Cuestionar la marcha en sí mismo es negar un hecho democrático.
De la misma manera poca importancia debería dársele a quienes descalificaron la marcha vinculándola únicamente a partidos políticos, empresarios o como una defensa a García Luna. La ciudadanía no se “chupa el dedo” y está cansada de que gobierno y oposición lucren políticamente de sus necesidades e inquietudes.
En mi opinión el saldo del fin de semana es positivo en tanto una vez más la ciudadanía le pone el ejemplo a la clase política, de todos los partidos, al movilizarse para poner de manifiesto su opinión.
Al gobierno y a los partidos se les olvida que la verdadera democracia la hacen los ciudadanos participando activamente en la vida política de nuestro país. Y que una vez que se empoderan pueden lograr grandes cambios, así lo demostraron en el 2000 y en el 2018 cuando una gran mayoría de ciudadanos decidió que era momento de dar la oportunidad a otro partido político.
No sé si el México de hoy es más democrático que el México del pasado, lo que sí creo es que es un país mucho más ciudadano que está aprendiendo a escuchar todas las voces. Nos falta mucho por lograr, entender, tolerar y celebrar, pero este es un proceso que no se puede exentar para que la democracia se consolide. Enhorabuena por los que marcharon de manera pacífica para defender lo que creen correcto.