Seguramente continúa la fiesta en Palacio.
Fiesta porque la peculiar “justicia” norteamericana llevó preso a uno de los suyos; al “súper policía” mexicano al que distintos gobiernos de aquel país encumbraron y encubrieron para lograr sus fines.
Fiesta porque en Palacio siguen creyendo que la sentencia contra García Luna será un paso decisivo a favor de la venganza presidencial contra el ex presidente Felipe Calderón.
Fiesta porque en el gobierno de AMLO creen que la sentencia contra García Luna confirma la retórica oficial de que todos eran corruptos y ellos, los que hoy están en el poder, son impolutos.
Y fiesta porque el juicio contra el ex secretario de Seguridad Pública en la gestión de Calderón, será un rentable distractor “engañabobos” que le dará “cuerda” por meses a López Obrador.
Sin embargo, en Palacio no debieran olvidar que a la fiesta en exceso suele seguir “la cruda” realidad.
Una “cruda” realidad que conduce, de manera invariable, a la posibilidad también real de que el siguiente en la lista para ocupar “la silla” de los “narco-presidentes” acusados por la justicia norteamericana pudiera ser el propio presidente López Obrador.
¿Por qué?
Por razones, pruebas y evidencias elementales; porque hoy existen más videos, más declaraciones, más acciones de gobierno que confirman que el de AMLO es un “narco-gobierno”; aún más vinculado y más comprometido con las bandas criminales, que el propio García Luna.
Pero vamos por partes.
Primero las preguntas: ¿De verdad existe un solo sorprendido por la sentencia contra García Luna?
¿Alguien puede creer que “la justicia” de Estados Unidos sería derrotada?
Lo cierto es que, según fuentes periodísticas, el jurado fue presionado para llegar a la sentencia que hoy conocemos.
¿Y por qué la presión contra el jurado?
Porque debían proteger a agencias como la DEA, la CIA, el FBI y otras instituciones norteamericanas que encumbraron a García Luna; agencias para las que trabajó el “súper policía” mexicano; el mismo al que hoy dejan tirado.
Pero precisamente aquí es donde aparece la parte medular del tema.
¿Resulta creíble qué García Luna pudiera llegar a los cargos que llegó sin que nadie en las agencias norteamericanas se enterara de sus presuntos vínculos con las bandas criminales?
De lo anterior se desprende otra pregunta fundamental.
Hoy, la sentencia contra García Luna confirma que la DEA, la CIA, el FBI y otras instituciones que avalaron a García Luna por décadas, habrían fallado en su diagnóstico.
Lo anterior nos lleva a la conclusión de que pronto veremos a García Luna convertido en testigo protegido, con lo que ello significa para el presidente López Obrador.
Pero luego viene lo más peligroso para el mandatario mexicano.
Al tiempo que García Luna fue señalado como culpable de participar con bandas criminales para traficar drogas y por muchos otros delitos, se confirma que el gobierno de López Obrador entregó el país entero a las bandas criminales, al extremo de que 9 de las 10 ciudades más peligrosas y violentas del mundo son mexicanas.
Al extremo de que distintas ONGs globales concluyeron que la militarización en México provoca más muertes violentas que una guerra y, sobre todo, que las mafias del crimen organizado actúan en todos los rincones de México, gracias a la impunidad que les ofrece el gobierno de López Obrador.
Por eso la pregunta: ¿Tienen alguna duda de que el presidente mexicano es el siguiente en el banquillo de los “narco presidentes” que serán llevados a la justicia en Estados Unidos?
Al tiempo.