En enero de 2023, las autoridades encontraron en Cdmx una hielera blanca en cuyo interior había una cabeza. Se trataba de un hombre al que le habían quemado el rostro. El rictus de dolor se había quedado en él como si fuera una tétrica máscara. Tenía el cabello recortado a la usanza militar y por encima los sicarios colocaron una cartulina amarilla.
“Esto es para ti, Omar García Harfuch, que te quede claro que seguimos controlando a tus chavos: Omar, DG3, DGB, sabes que no me puedes trasladar. Te tenemos de los huevos. Att. Guerra, Barny, Pollo, Wuysy y Amado, el Memo. Hormigo, Carrillo, Quiroz, Chuquilín, Rubén, Ray y jefe Saúl y los que faltan. Ustedes saben quiénes son. Esto es una prueba más de nuestro poder. Aquí el cártel Jalisco junto al Mencho están por la verga, no sirven para nada, aquí pura Unión T.”.
El hallazgo de la cabeza y el narcomensaje no trascendieron en medios. Se ocultó por la amenaza directa al jefe de la Policía Capitalina, que ahora tiene también el control de los reclusorios. Pero la mención a García Harfuch no es sino una reacción a su determinación de disminuir el poder de los narcotraficantes presos, que desde las cárceles chilangas seguían operando como si nada. Desde que Harfuch tomó el control de las prisiones suman 138 generadores de violencia reubicados en penales federales, donde la seguridad es más estricta y los privilegios son cien veces más caros. Líderes de la Unión, de los “Chapitos”, de los Canchola, los Rodolfos, el autodenominado cártel de Tláhuac, del de Jalisco Nueva Generación y de los “Duques” han sido trasladados sin retorno, lo cual ha provocado que pierdan poder en el mundo del hampa y que los que quedan quieran intimidar a las autoridades.
Los últimos traslados tuvieron lugar el 29 de enero, según informes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, donde destacaron los de Luis Fernando Canchola Fonseca, el “Diablo”, Dionisio Alfaro Pérez, de los Canchola; Jonathan Iván Cardoso Hernández, la “Pulga”, Francisco Javier Rodríguez Lozano, “Corre”, Esaú Miranda Velázquez, Esteban Narváez Guzmán y Héctor Mares Herrera, el “Mares”, de los “Duques”, grupo delictivo liderado por Luis Eusebio Duque Reyes, actualmente libre y quien, se presume, controla el Reclusorio Oriente. Por parte de la Unión fueron reubicados Ernesto Ahui Garcés Crespo, el “Panqué” y Ernesto Hurtado Ramírez, el “Diablo”.
Esto disminuye el poder que los cárteles pretenden tener sobre las cárceles, pero de igual modo detona la violencia. En el narcomensaje de líneas arriba se menciona al “Guerra”, viejo cabecilla criminal en el Reclusorio Norte y a Vicente Amado Rodríguez García, el “Amado”, brazo derecho de Juan Balta, socio de la Unión sentenciado por organizar a los sicarios que mataron a Abril Pérez Sagaón, en el Día Internacional de la Mujer, en 2018. Un mensaje similar al que dejaron los asesinos de Servando Morales Guerrero, custodio del Reclusorio Norte al que sus asesinos emboscaron al bajar de un camión en Tlalnepantla, el 18 de enero. “Y esto también va para ti Cuini, acá nos la pelas, perro”. “Cuini” no es sino Abigael González Valencia, cuñado de Rubén Oseguera Cervantes, el “Mencho”, el narcotraficante más buscado del mundo y jefe del cártel Jalisco Nueva Generación. La última vez que se supo del “Cuini”, éste permanecía en el “Diamante”, prisión de máxima seguridad en cuyo exterior, según confirman autoridades capitalinas, se dejan hasta tres amenazas por semana, todas vinculadas a la Unión Tepito.
¿Qué está sucediendo? Desde principios de 2021, la Unión quiere a toda costa apoderarse de todas las prisiones chilangas. Sus jefes, el “Betito”, el “Pistache”; “Mi Jefe” y otros están en penales federales, pero eso no ha impedido que sus órdenes lleguen a los líderes en libertad, como “Elvis”, “Manzanas”, “Huguito” y “Chori”, quienes han dejado cabezas humanas y mantas afuera del Reclusorio Oriente y Norte. La afrenta es contra el cártel de Sinaloa, el de Jalisco Nueva Generación y los “Duques”. Los de Sinaloa que dormían bajo el techo del Oriente eran Enrique Torres Acosta, el “Kike”, hijo del legendario capo Manuel Torres Félix, el “Ondeado”, quien encabezó la sangrienta batalla contra los Beltrán Leyva hasta morir abatido por el Ejército, en 2015 y Héctor Manuel Avendaño Ojeda, el “Meño”, operador de Ismael, el “Mayo” Zambada. Por su parte, los “Duques” son aliados de Rafael Caro Quintero, pues su jefe, el “Duque”, fue trabajador de Juan José Quintero Payán, tío de Rafa, cuando ambos estaban en el Reclusorio Oriente, hace más de una década.
Lo que se juega no solo es la milloniza que dejan las extorsiones, los cobros a otros internos y la venta de droga dentro de las prisiones, sino los privilegios que los adinerados mafiosos pueden tener: mujeres, comida, teléfonos e Internet. También lo es, se quiera o no, el título invisible de ser el cártel dominante en la capital. De ahí que la Unión se jacte de que “aquí nos la pelan”, en referencia a que ni Sinaloa ni Jalisco Nueva Generación han podido liquidar al Cártel Chilango, ni con todo el poder y dinero que tienen. Pareciera que en la prensa nacional y local nos estamos acostumbrando a los asesinatos de custodios, lo cual desde 2014 se ha vuelto una constante, una terrible constante. El ataque que marcó el paso fue el 28 de agosto de 2014, cuando un comando abrió fuego contra el jefe de custodios del Reclusorio Sur, quien salió ileso pero su escolta murió. A partir de ese día, los homicidios de personal carcelario no cesan. Desde entonces las investigaciones revelaban apodos que hoy en día siguen saliendo a relucir: “Duque”, “Pepa”, “Guerra”, “Miraviones”, “Avispa”. Ha habido coches incendiados, descuartizados, colgados, inocentes muertos y nada ha cambiado. Hoy la autoridad está mandando a los generadores de esta hiperviolencia lejos de su zona de confort, está luchando contra amparos y corrupción interna, pero los tentáculos del crimen son tan largos que pareciera una guerra sin fin. Todavía no se padece en las calles. Aún no. Sería insostenible tener a tres cárteles disputando a sangre y fuego la Ciudad de México, sería la peor de las pesadillas para la ciudadanía y sus políticos, hoy más preocupados por las campañas anticipadas y por la persecución judicial de sus competidores.
Enterado está, querido lector y recuerde: el Infiltrado es usted.