En 1870, la escritora y activista Matilda Joslyn Gage, en su ensayo “La mujer como inventora”, denunciaba la exclusión que vivían muchas científicas porque sus logros no fueron reconocidos en los campos en los que trabajaron; o bien, porque éstos se atribuían a sus pares masculinos.
A causa de estos actos de discriminación, la historiadora Margaret W. Rossiter, quien también fue objeto de ellos, denominó a este fenómeno como el “efecto Matilda”, para referirse a las formas en que el potencial femenino ha sido opacado, históricamente, en los ámbitos profesionales y académicos, especialmente en los creativos e intelectuales.
Desde que somos pequeñas, los estereotipos machistas refuerzan ideas absurdas como que nosotras no tenemos la capacidad de desempeñar ciertas ocupaciones; o bien, que no desarrollamos un pensamiento analítico y crítico para resolver problemas complejos. Estas falsas creencias nos han impedido incursionar o destacar en áreas científicas, tecnológicas, de ingenierías y matemáticas.
Así lo refleja un estudio de 2021 del IMCO, sobre las brechas de género en estas carreras en nuestro país, al registrar que solo tres de cada diez profesionistas en estas ramas eran mujeres. En esa misma tendencia, durante 2022, las estadísticas del IMPI reflejaron que, del total de solicitudes nacionales de invenciones recibidas, solo el 14% fueron de mexicanas.
En la medida en que nosotras tengamos más y mejores oportunidades de compartir nuestras ideas, con el respeto a nuestra autoría, podremos contribuir a solucionar los grandes dilemas actuales, con un enfoque incluyente.
Para ello, es primordial que las generaciones de mujeres, actuales y venideras, se sientan representadas y que puedan dedicarse a lo que decidan, sin barreras. Así quedó demostrado en un estudio de Microsoft, realizado en Europa en 2018, que reflejó que el interés de las niñas por integrarse a estas industrias se duplicaba cuando tenían modelos femeninos referentes a seguir.
Dar a conocer y difundir las aportaciones de nuestras inventoras, médicas o científicas es necesario para impulsar vocaciones con equidad.
Narrar la labor de cada una, ameritaría escribir libros enteros; pero, a manera de ejemplo, está el caso de la investigadora Eva Ramón Gallegos, quien estudió los efectos de la terapia fotodinámica para eliminar el virus del papiloma humano, y para tratar neoplasias como el melanoma y los cánceres de mama y cérvix; o bien, de la ingeniera bioquímica industrial Gabriela León, quien patentó la nanopartícula “NBELYAX”, cuya capacidad para inactivar todo tipo de bacterias, hongos y esporas, tiene usos antisépticos y desinfectantes en el sector salud.
En este mes de febrero, en el que coinciden el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, el Día de la Mujer Mexicana, y el Día de las personas Inventoras Mexicanas, digamos “adiós” al “efecto Matilda” en nuestro país; para reconocer a todas las especialistas en diversas áreas del saber, por sus descubrimientos e innovaciones que cambian vidas, y cuyas historias son inspiradoras para nuestra niñez.