JUICIO GENARO GARCÍA LUNA

México en la corte de Brooklyn

Gracias a lo declarado en el juicio a García Luna nos enteramos de la impunidad con la que operaban los grupos criminales en conjunto con las autoridades. | César Gutiérrez

Escrito en OPINIÓN el

Llevamos cerca de tres semanas siguiendo el juicio de Estados Unidos de Norteamérica vs. Genaro García Luna, por lo delitos de Conspiración internacional para distribuir internacionalmente cocaína, conspiración para distribuir y poseer premeditadamente cocaína, conspiración para importar cocaína, pertenecer a una empresa criminal de forma continua y por rendir declaraciones falsas ante un agente del servicio de aduanas e inmigración de Estados Unidos (USCIS). En todo este tiempo hemos podido conocer las declaraciones de exfuncionarios mexicanos, narcotraficantes confesos, delincuentes que se convirtieron en testigos colaboradores y otros son testigos protegidos, de agentes federales de Estados Unidos de Norteamérica, donde narran que la forma de operar de los grupos criminales era con total impunidad y protección por parte de las autoridades que se supone tendrían que perseguirlos e investigarlos.

Queda claro que muchos reniegan de los testimonio rendidos por los testigos delincuentes protegidos, que podrían mentir por conseguir beneficios de libertad, devolución de bienes confiscados y decomisados, residencia o ciudadanía para ellos y sus familias. Pero hay algo que queda claro más allá de García Luna, y es el hecho de que todos coinciden en que las autoridades mexicanas son simplemente corruptas y se alquilan como mercenarios al mejor postor. 

Los testimonios coinciden en que se utilizaba al AFI y Policía Federal como brazos armados y cómplices de los grupos criminales, estaban bajo las órdenes de comandantes corruptos que eran puestos por los mismo cárteles comprando las plazas que les interesaban para cuidar sus intereses. Utilizaban el aeropuerto de la Ciudad de México como mejor les sirviera a los cárteles de las drogas. De no haber existido esa guerra entre los Beltrán Leyva contra el “Mayo” y “El Chapo”, nunca nos habríamos enterado que se utilizaban los operativos para disfrazar a sicarios como agentes de la policía contra grupos criminales enemigos, así como tener periodistas en la nómina para dar a conocer los datos que más interesaban al cártel. De igual manera sucedía con la lucha entre las policías de los diferentes niveles de gobierno, donde a nivel federal se apoyaba a un grupo y a nivel estatal a otro. En los niveles municipales existían intereses mezclados donde todos defendían al cártel que mejor les pagara, realizando desapariciones forzadas, comúnmente conocidos como levantones, homicidios, traslado de cuerpos, armas, drogas y todo aquello que la imaginación pueda tolerar.

No es cosa menor escuchar al exfiscal general de Nayarit aceptar que el apelativo del Diablo no le hacía justicia a su sanguinaria forma de operar como un delincuente bajo el amparo de la impunidad que le otorgaba su puesto. Más allá de lo que declara contra Genaro García Luna y que señala de forma indirecta como testigo de oídas al ex presidente Felipe Calderón, reconoce ser un homicida, extorsionador, secuestrador y todo un delincuente, eso sí, según el solo de palabra, ya que nunca aceptó dejar de recibir sobornos del grupo de los Beltrán Leyva para apoyar a “El Chapo” y al “MayoZambada

Los jurados deben tener una idea muy clara de que México ha sido tierra de nadie, o más bien tierra de grupos criminales poderosos, millonarios, violentos e impunes. De no haberse peleado esas fracciones del Cártel del Pacifico (Sinaloa), la impunidad hubiera seguido sin mayor problema, ya que si algo sabemos existe en nuestro país es el famoso cuidado que se da en los gremios. ¿A qué me refiero? Así como en el gremio de abogados todos se cubren las espaldas, en el de los medios, los políticos, periodistas y etc, lo mismo pasa con las mafias policiacas que se cuidan y protegen las espaldas, y esto es así porque unen más los secretos inconfesables que la misma familia. 

No sabemos qué pasará con Genaro García Luna, no sabemos si el jurado lo encontrara culpable de alguno de los cinco cargos que lo acusan, o si lo condenara por los cinco, o lo terminan absolviendo, lo que sí queda claro es que en México debe pasar algo. No es posible esta impunidad, esta indolencia, este cinismo y valemadrismo de quienes son los encargados de la procuración de justicia. Se dice que justicia que no es pronta, no es justicia.

Por último, se sabía que García Luna no declararía en su juicio, era demasiado peligroso para él y se lo hicieron ver sus abogados, pero como ciudadano mexicano y ser humano me hubiera encantado saber ¿por qué?, ¿por qué hizo lo que hizo? ¿Por qué vendió su conciencia por unos pesos? y saber si lo hizo porque quiso o porque esa era la consigna que recibió. En fin, muchas preguntas sin responder.