VIOLENCIA POLÍTICA EN RAZÓN DE GÉNERO

Acuerdo de disidencia

¿Es posible construir en colectivo cuando desde los estrados del Poder y la Opinión se desprecia el cuestionamiento y el debate? | Graciela Rock

Escrito en OPINIÓN el

“El aumento del conocimiento depende por completo de la existencia del desacuerdo”. –Karl Popper

En memoria de Juan Pablo Adame; adversario en las ideas, amigo y faro en la vida

Pocas oportunidades hay en los tiempos que corren de encontrar espacios en los cuales se debatan ideas y no únicamente aficiones políticas, en los que las críticas sean tierra fértil de debate para construir y no armas listas para intentar destazar a contrincantes y antiguos aliados. Más aún, es casi imposible encontrar en las críticas que corren hoy en la arena pública elementos certeros, con profundidad, de análisis o principios, ni siquiera elementos de preocupación honesta; todo (casi) son manotazos, golpes de mesa, violencia, chantajes o burlas. ¿Es posible mantener un debate público sobre políticas y acciones cuando los contrincantes se enzarzan en argumentos ad hominem? ¿Es posible construir en colectivo cuando desde los estrados del Poder y la Opinión se desprecia el cuestionamiento y el debate

Si desde la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador dedica horas a vilipendiar a cualquiera que ose cuestionarle, no presentando argumentos que desarmen la crítica sino con insultos, amenazas y burlas ¿es esa la construcción de democracia que se espera de la gran transformación prometida? Cuando la segunda televisora nacional decide hacer una crítica de la Senadora Citlalli Hernández, no por sus acciones o falta de ellas, sino por su físico; cuando un expresidente –si algo de honor queda ya en ese título– decide usar su plataforma buscando agredir a la pareja de un político; cuando es más importante si Sandra Cuevas se toma una foto en traje de baño que si implementa políticas de limpieza social ¿es ese el nivel que deseamos y esperamos de nuestra clase política, líderes de opinión, “élite intelectual”? 

No únicamente es que el nivel del debate esté en números negativos, es que no hay ninguna consecuencia –aparente– frente a ello. La violencia de género y la violencia política en razón de género (dos facetas de la misma misoginia estructural) son cada vez más visibles. Dirán algunos que eso es porque las mujeres por fin nos avispamos y las estamos denunciando más, como si antes hubiéramos tenido opción; y sí, hay más visibilidad con las denuncias; hay también más claridad en la impunidad. Si la impunidad es un elemento que disminuye el índice de denuncias, es también un elemento que aumenta el índice de cinismo ¿qué me va a pasar si yo agredo verbalmente a esta mujer que se encuentra ocupando espacio público, si no le ha pasado nada al presidente, ni al expresidente, ni al exrelevante periodista? La respuesta es: Nada, no va a pasar nada. No habrá una consecuencia social, ni política, ni laboral para quienes confunden debate con agresión, crítica con violencia y libertad de expresión con discurso de odio e ignorancia

Si hay impunidad en cometer estas violencias, hay también cierta impunidad en banalizarlas. Si no pasa nada al denunciar violencia política en razón de género, entonces da igual denunciar cualquier cosa como violencia política en razón de género, cualquier y toda crítica hacia la función, los resultados, la forma o el fondo de una mujer en el espacio público puede ser utilizada como estandarte para quien, sin escrúpulos, enarbola una rabia legítima para fines proselitistas e insolentes. Esta explotación del discurso como silenciador de la crítica debilita, siempre, el debate. Dijo J. William Fulbright que en la democracia disentir es un acto de fe; la disidencia, el debate, los cuestionamientos pueden, si así se busca, construir una democracia más robusta, más incluyente, una mejor democracia

Esta madrugada falleció Juan Pablo Adame Alemán, Senador, Diputado, líder juvenil y gran polemista. En los muchos años de amistad con Juan Pablo, no me parece que hayamos coincidido en casi ninguna idea de la esfera pública, en ninguna posición política. El tiempo y la vida alejó nuestros enfoques, a veces diametralmente, en muchos temas; sin embargo, ni una sola vez Juan Pablo renunció a que nuestros debates nos hicieran reflexionar, crecer, robustecer los argumentos. Juan Pablo Adame me enseñó muchas cosas, una de las principales, el sentido de la frase de Karl Popper: “Yo puedo estar equivocado y tú puedes tener la razón y, con un esfuerzo, podemos acercarnos los dos a la verdad”. 

Graciela Rock

@gracielarockm