Primero dijo que no, que bajo ninguna circunstancia y doble contra sencillo que no dejaría colgada la gubernatura de Nuevo León y al mismísimo estado del norte de México. Samuel García afirmó-afirmó-afirmó desde su toma de posesión que se mantendría firme hasta el final de su gestión en 2027. Pero no, no y no.
Resulta que al final, por la ambición de poder, se salió con la suya y va a competir para ser presidente de México con el membrete del Movimiento Ciudadano. Esto es: que le quiere comer el mandado a Marcelo Ebrard quien ahora anda por Europa pero que manda señales de que regresará con los bríos suficientes para tomar una decisión… O sigue en la 4T-Morena, en donde ya nada tiene que hacer y ningún futuro digno le espera ahí, o acepta los guiños que le han enviado desde Movimiento Ciudadano para ser su candidato a la presidencia de México en las elecciones de junio de 2024. De ahí que Samuel lo hiciera de modo tan apresurado y presionando en lo legal y político al Congreso de Nuevo León.
Lo de Marcelo será una decisión tardía porque su presencia política ha pasado a un plano lejano al de la primera fila y ahora tendrá que negociar una salida digna, o bajar la testa y aguantar vara para “apoyar” a quien le indiquen desde Palacio Nacional.
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Pero lo que extraña es que Samuel García tiene muy difícil ganar la presidencia de México. Y lo sabe. Y acepta las reglas de un juego en el que lo han metido desde las altas esferas del poder en México para competir sin ganar, pero sí para obtener votos con los que podría declinar en favor de la candidata preferida de la Presidencia de México: Claudia Sheinbaum.
¿Por qué se presta a este tipo de movimientos el gobernador de Nuevo León con licencia si, como dice, lo está haciendo tan bien en su propia tierra? ¿Cree deveras que ganaría unas elecciones en las que las cartas ya están marcadas? ¿A qué juega el mismo Samuel García al quedar mal con sus votantes neoloneses en las elecciones de 2021? ¿Qué opinan de esto los que votaron por él?
Samuel García no es un político a la altura de la presidencia de México. No lo es porque está cargado de mucha arrogancia, de mucha suposición de inteligencia suprema y que en el país se le valora por ello, según sus propios estudios de imagen, muy echado para adelante presuponiendo que hablar de manera muy marcada como norteño le caerá bien a todos en el país…
¿Y qué deveras hizo durante su breve gestión en Nuevo León? En todo caso está jugando un juego malabar por el que habrá de recibir una compensación política de gran nivel, o por lo menos eso le habrán prometido. Por lo pronto el 12 de noviembre se registrará como aspirante a la candidatura: “Vamos con todo Marianis –su esposa–, vamos a replicar en todo México lo bien que hemos hecho en Nuevo León”.
Pero mientras son peras o son perones, la virtual candidata a la presidencia de México y favorita de Palacio Nacional sigue su campaña defensora, bajo techo y a puertas cerradas, según le exigió el INE –aunque sean lonas simulando techos–.
Como es su costumbre, a falta de discurso propio, la Coordinadora Nacional en Defensa de la Transformación, Claudia Sheinbaum, replica lo que se dice desde Palacio Nacional. Esta vez para apuntar y señalar y gritar a los cuatro vientos que los ex presidentes Zedillo y Calderón no tienen cara para hablar de democracia, toda vez que dañaron a la democracia en México, dice.
Se le olvida que no fue por modelo democrático como consiguió esa Coordinación Nacional y no es precisamente por vía democrática como está participando en el proceso que la llevará a la candidatura y virtualmente a la presidencia de México:
Todo el aparato del Estado a su favor. ¿Así defiende la señora Sheinbaum la democracia en México? ¿Y los cuantiosos recursos públicos que se utilizan para su bienestar político-electoral? ¿Y los acarreos multitudinarios para simular fortaleza política?
Y por otro lado, por ahí Xóchitl Gálvez. Desinflada de aquel primer gran impacto que dio al decidir dejar sus aspiraciones para gobernar la capital del país y ser la candidata por la coalición opositora Frente Amplio por México. Aquella Xóchitl mal hablada, entrona, respondona, cargada de sí misma para defenderse y defender su posición política ya no se ve tanto… o casi nada…
Da la impresión de que camina sola en todo ese maremágnum que es la política electoral de México con rumbo a 2024. Da la impresión de que la dejan sola, a ella y su alma, en esta batalla mientras que los partidos que integran el Frente (PAN-PRI-PRD) están más atentos a sus grillas internas y a su subsistencia como partidos que a encabezar una lucha en favor de un proyecto de Nación único… y eso ¿Cuál proyecto de Nación?
Así que la ruta para llegar al 2 de junio de 2024 está cargada de parajes minados y de recovecos aun sin salida. Una cosa es segura: sólo el ciudadano deberá decidir qué país quiere a partir de 2024. No hay pretexto: debe salir a votar ese día todos los que tienen derecho a hacerlo. Pero con convicción, con intención, con información cierta y no con la gratitud por los recursos recibidos a modo de caridad y no de políticas públicas, con la idea clara de que cada ciudadano tiene un capital enorme para hacer que gobierne el mejor: su voto, sin permitir chanchullos o manipulaciones o amenazas…