En esta nueva guerra fría entre libertad y dictadura que ya divide al mundo, que nos enfrenta en Ucrania, en Gaza y que tiene como uno de los ejes a China, Rusia, Corea del Norte e Irán, este último país hoy tiene una presencia creciente en nuestro continente y no propiamente para jugar un papel de nación responsable, sino como disruptor y creador de escenarios de conflicto que amenacen a su gran enemigo: Estados Unidos.
Así como desde Yemen los Huties, una guerrilla financiada por Irán, lanzan misiles contra Israel, la presencia iraní y de su instrumento de política exterior, el grupo terrorista Hezbolá, hoy debe generar inmensa inquietud en los países democráticos de la región. Lo de Yemen no es algo inédito pues hace una semana la policía brasileña desmontó un grupo de Hezbolá, financiado por Irán, que iba a atentar contra objetivos israelíes en ese país.
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La huella de Irán y de Hezbolá en América Latina crece todos los días. La llegada de Evo Morales al poder en Bolivia en el 2006 le abrió las puertas de par en par a Irán no como un socio del desarrollo sino como un socio político e ideológico con un enemigo común: Estados Unidos. Hezbolá llegó detrás y hoy es parte integral del negocio del narcotráfico en ese país.
Así opera Hezbolá, el brazo armado de la política exterior iraní. Entran a través de las colonias libanesas, buscan un nicho donde se puedan instalar en especial para penetrar negocios ilegales como el narcotráfico, la minería ilegal y el lavado, y gran parte de los recursos los envían al Líbano para financiar esa milicia terrorista enquistada en ese país. Por cierto Hezbolá hace parte fundamental, y es quizás una de las razones principales del desastre económico y social en que quedó postrada esa nación, que antes era el ejemplo de mostrar como modelo exitoso en el Medio Oriente. Hoy es la Venezuela de la región, sin luz, con inflación brutal y con millones de libaneses huyendo despavoridos de lo que otrora fue un gran país.
Sin embargo, como lo mostraron los hechos recientes de Brasil, Hezbolá deja además unas células terroristas activas que pueden crear el caos y el terror cuando Irán lo necesite. Hace unos años Irán realizó unos atentados brutales en Argentina contra objetivos judíos, el de la embajada en 1992 que dejó 29 muertos y el de dos años después contra la AMIA, una asociación mutual de Israel, que dejó 89 muertos. Hoy se discute si quien lo llevó a cabo fue Hezbolá, pero lo que no se discute es que Irán estaba detrás de estos atentados. Lo reciente en Brasil es una señal de alarma que no se debe minimizar.
Hezbolá en Venezuela está en el negocio de minería ilegal, explota una mina de coltán cerca a la frontera con Colombia, además de su trabajo normal ilegal en narcotráfico. Con la ayuda del gobierno venezolano que le ha dado pasaportes y ciudadanía a muchos de los terroristas de Hezbolá, estos se han ido infiltrando en otros países listos a actuar en hechos terroristas, y ya están inmiscuidos en negocios ilegales a lo largo y ancho de la región.
Irán es quien utiliza a Hezbolá para sus objetivos políticos, pero también tiene agenda propia. La última visita del presidente de ese país a la región, hace apenas unos meses, fue a Venezuela, Cuba y Nicaragua lo que ya deja claro a qué juegan y con quién juegan. Es claro que juegan de la mano de Rusia a ser disruptores de la democracia, a crearle problemas a Estados Unidos y a consolidar las autocracias o dictaduras del continente.
Hoy Irán ha entrenado a la armada venezolana en su guerra asimétrica marítima donde utilizan pequeños botes rápidos con misiles para atacar navíos mucho más grandes. Qué tanto sirva ante el lamentable estado de las fuerzas armadas del vecino país no se sabe, pero el hecho es que esa capacidad ya la tienen. Igualmente tanto en Venezuela como en Nicaragua, Irán entrena a las Fuerzas Militares de ambos países en la guerra asimétrica con drones, algo que ha demostrado su importancia en la guerra moderna en el conflicto de Ucrania. Es más, hay evidencias de un traslado de tecnología a ambos países para la instalación de industrias de armamento de esta categoría, lo que genera una ventaja operativa inmensa para sus ejércitos en caso de una confrontación armada.
Irán igualmente ha empezado a flexionar su poder en otro sentido. Hace unos meses unos barcos de guerra iraníes atracaron en puertos de Brasil. ¿Para qué? ¿Qué hacen unos barcos de guerra de ese país en la región? Mandaron un mensaje muy claro, aquí estamos. En el caso de Venezuela además han sido claves en el mantenimiento y reparación de la industria petrolera, sin ellos hoy no habría exportación de petróleo de ese país, y han sido fundamental su cooperación para facilitar la venta de crudo a pesar de las sanciones norteamericanas.
No olvidemos que si Irán fue capaz de ordenar secuestrar o asesinar a la disidente Masih Alinejad en New York, fracasaron en ambos intentos y ahora ella está protegida por el FBI las 24 horas, lo de Brasil es apenas el principio de una mano negra, similar a la de Rusia, que puede golpear en Buenos Aires, en Sao Paulo, México o Bogotá.
Estudiar las acciones de Irán y de Hezbolá en la región hoy se hace prioritario. Son una amenaza clara a la libertad que vuela bajo el radar, pero que hay que visibilizar para poderla neutralizar. Estamos advertidos. Lo de Brasil es apenas el comienzo.