Primero, un ejercicio de imaginación.
¿Imaginan la golpiza que le habría dado el líder opositor López Obrador, a un presidente como López Obrador, quien fue rebasado frente a una tragedia como la que provocó Otis, en Guerrero?
¿Imaginan las movilizaciones, las exigencias publicas, los reclamos, las marchas de protesta y la raja política a favor de López Obrador, a causa de la incompetencia del presidente López Obrador frente a esa tragedia?
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¿Imaginan lo que estarían diciendo los aplaudidores del opositor López Obrador, ante los montajes, la estulticia y las bribonerías de un mandatario como López Obrador por la irresponsable atención a los millones de víctimas y damnificados del meteoro?
¿Qué habrían gritado López Obrador y su claque, frente a la irracional orden de López Obrador, de no permitir que la sociedad civil pudiera entregar ayuda a los damnificados?
¿Cómo habrían reaccionado López Obrador y toda su pandilla, quienes siempre gritaron un rotundo “no a la militarización”, al descubrir que presidente López Obrador dejó la ayuda sólo en manos de militares y marinos?
¿Imaginan lo que dirían los medios paleros del opositor López Obrador, contra aquellos medios que hoy solapan a López Obrador en la ineficacia de la tragedia?
¿Imaginan cuántas voces y cuantas veces se habrían sumado al reclamo encabezado por López Obrador, de que renunciara al cargo, por incompetente presidente López Obrador?
Y ahora, de la imaginación a la realidad.
Hoy, seguramente, millones de guerrerenses comparten la exigencia que titula la presente entrega del Itinerario Político, ante la notable incompetencia del mismísimo presidente, de todo su gobierno, frente a una tragedia como la que provocó Otis.
Hoy los guerrerenses y los acapulqueños están en el abandono total, sin autoridades federales, estatales y menos municipales; sin la presencia de diputados locales y federales y sin sus gritones senadores sin instituciones, sin ley y en manos de bandas criminales y del saqueo producto del oportunismo y la desesperación.
Por eso, sin duda que millones de mexicanos, en general, estarían dispuestos a elevar a categoría de exigencia nacional, que el presidente López Obrador renuncie al cargo, una vez que ha demostrado su incompetencia total.
Pero un argumento irrebatible para que López Obrador abandone el cargo de presidente es que hoy, a casi una semana del golpe del huracán, el estado de Guerrero y Acapulco, en particular, se han convertido en una zona de guerra, en donde no hay gobierno, no existen instituciones y prevalece la “Ley de la Selva”.
Por eso, frente a esa ingobernabilidad incontenible, frente a la rapiña, el saqueo y el robo; ante la aparición del peor rostro de una sociedad abandonada a su suerte, debemos formular las preguntas obligadas.
¿De qué le sirve, a los ciudadanos, un presidente como López Obrador, que llegó al poder con la mayor legitimidad de la historia pero que, en los hechos, es el más incapaz e incompetente de todos los tiempos?
¿De qué les sirve a los acapulqueños y guerrerenses que López Obrador presuma que es el segundo presidente más popular, si en los hechos es el menos eficiente, el menos empático con la tragedia y el que menos ha respondido a las exigencias básicas de una emergencia como la que vive Guerrero?
¿Qué espera, presidente, para renunciar por vergüenza, frente al fracaso no solo de su gestión sexenal, sino por la incapacidad mostrada frente a la mayor tragedia que hayan vivido los guerrerenses, los acapulqueños y los mexicanos todos?
¿Qué más debe pasa, para que despierte una sociedad engatusada por la propaganda mañanera, envenenada por la polarización social entre buenos y malos y domesticada con pingües programas sociales?
Lo cierto es que ni el presidente ni su gabinete, ni su gobierno y menos aquellos que le soplan al oído al mandatario, tienen la menor idea del tamaño del desastre que cayó sobre Acapulco y todo Guerrero.
Y frente al tamaño de la desgracia y del inminente estallido social, López Obrador y su pandilla criminal pagarán caras sus bribonerías de pretender seguir resolviendo los grandes problemas con mentiras y con “otros dados”.
Y es que Guerrero es hoy un territorio en donde millones de mexicanos están en el abandono total; sin comida, sin agua, sin techo, sin energía eléctrica, sin comunicación, sin empleo, víctimas del saqueo y la rapiña, sin seguridad y, sobre todo, sin esperanza.
Y de la desesperación y la desesperanza, sólo existe un paso para el estallido social. Sí, López Obrador juega con fuego, por eso debe renunciar y dejar su lugar a un puñado de mexicanos capaces, preparados y comprometidos con México y los mexicanos.
Pero también está claro que López Obrador no renunciará, que seguirá mintiendo, simulando y engañando.
Pero también seguirá cavando su propia tumba.
Al tiempo.