El debido registro documental de todas y cada una de las actividades que realizan las personas servidoras públicas, que dan vida a las instituciones y visibilizan su respectiva gestión son elementos imprescindibles de cara a la posibilidad de dar sustancia a la transparencia, la rendición de cuentas y a la participación de las personas en el diálogo público. Lo anterior, a partir de los archivos generados y, claro, con la fundamental relevancia que los principios mencionados, emanados del derecho humano de acceso a la información, tienen para el desarrollo y consolidación de toda democracia.
Por ello, los marcos legales generales vigentes, con los que contamos en materia de transparencia y archivos, establecen la obligación a cargo de toda institución integrante del Estado mexicano, en el sentido de documentar veraz, cierta, completa, legal, fundada y motivada, todos los actos de autoridad que realicen.
Los archivos, en tales condiciones y sentido, son elementos que nos dan la oportunidad de verificar y controlar como personas, y con base en certezas, el debido ejercicio de las facultades y atribuciones que a cada institución pública corresponden; es decir, son piezas clave para conocer, revisar, analizar y evaluar, las razones y fundamentos que sustentaron y sustentan los actos gubernativos. Los cuales, al versar sobre lo público y en todo caso, nos atañen a todas las personas como destinatarias de cualquier ejercicio de gestión en dicho ámbito compartido, así como para señalar desviaciones cuando las advirtamos y denunciar la ilegalidad que pudiere presentarse, porque sus efectos también nos afectan a todas y todos.
La transparencia, sus instituciones y los mecanismos que la garantizan en su efectividad, para ser viables y útiles a las personas, descansan sobre el presupuesto de la generación, existencia, manejo, debida administración, homogénea organización, conservación y preservación de los archivos públicos.
Son estos los que hacen posible reconstruir nuestra historia y echar una mirada hacia contextos diversos en muchos sentidos; pero que, por lo mismo, pueden aportar experiencias y enseñanzas que nos beneficien o ayuden a encontrar opciones frente a los retos y desafíos que, como toda sociedad, tenemos en la actualidad. De ahí, la necesidad de que los archivos reflejen verdades sustanciales y no solamente formales. Verdades a las que podamos acceder por derecho, pero no como únicas versiones de una realidad acaecida en otros tiempos; sino, en todo caso, con la conciencia de que en los archivos que las contienen, hemos de encontrar reflejos, destellos y pinceladas de la obra y construcción colectiva que hemos hecho de las mismas y así, también, versiones de lo que fuimos, somos y cómo nos comprendemos.
En ese orden de ideas, los archivos son fuente de información, apertura e inclusión en el diálogo plural y público que, a partir de ellos, se puede realizar en condiciones de igualdad. Un diálogo que podemos tener entre nosotros, pero también con quienes fueron actores y autores de las decisiones que formaron los rumbos públicos, y con quienes hoy lo son.
Esa posibilidad de reconstruir nuestra historia es también un derecho humano; cuyo ejercicio y garantía es solamente posible en presencia de archivos debidamente administrados. La relación así, entre el derecho de acceso a la información y el debido registro de todo ejercicio de gestión pública en archivos ciertos, es claramente indisoluble, ya que este binomio conjuga el punto de acceso a la información contenida en ellos
Los avances que en ambos espacios hemos hecho las y los mexicanos en los últimos cuarenta años son por demás significativos. Hemos consolidado a la transparencia como elemento sine qua non del paisaje normativo, institucional y democrático de nuestro país. Con paso firme hemos acrecentado sus alcances, cobertura y efectiva garantía. En materia de archivos, lo anterior ha tenido repercusiones de la mayor importancia, cuyo corolario lo es la Ley General de Archivos con que hoy contamos, con los efectos potenciales ya comentados que tiene y tendrá su aplicación debida.
Siempre se puede mejorar lo que se hace por y para las personas. En México lo estamos haciendo.
*Comisionado Ciudadano del INFO CDMX