En marzo del 2022, en el seno de la Asamblea de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, se acordó la resolución 5/14 para establecer un comité para negociar el Tratado Global sobre Plásticos que será vinculante para los Estados miembros. Dicha resolución es la culminación de una movilización de grupos de la sociedad civil y de derechos humanos, con el fin de originar una respuesta colectiva hacia la contaminación por plásticos. Dicho Tratado se encuentra en concordancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de Naciones Unidas, que en su Objetivo 14 plantea la necesidad de conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos. De dicho objetivo, su primer indicador es la reducción del impacto de la contaminación marina por plásticos.
Vale la pena señalar algunas cifras respecto a la capacidad de la industria del plástico. De 1950 al 2017, la producción de plástico aumentó de 2 millones a 348 millones de toneladas. Para 2040, se prevé que dicha industria duplique su capacidad. La industria del plástico está valuada en $522 mil millones de dólares. De su producción anual, alrededor de 11 millones de toneladas llegan hasta los océanos, por lo que afectan a más de 800 especies marinas y costeras a través de la ingestión, el entrelazamiento y otros peligros. Por último, cabe señalar que el plástico de un sólo uso —que incluye el empaquetado— constituye el 85% de los desperdicios en los vertederos…
Tanto por la capacidad de producción como por el volumen de plástico de un sólo uso se ha hecho énfasis en la necesidad de un cambio hacia una economía circular. En este sentido, se ha recalcado orientar los incentivos hacia dicha economía, en vez de hacia el uso de otros materiales. Por ello, se propone que dicho Tratado contenga medidas para regular el ciclo completo de los plásticos, incluso antes de su creación. Dicho ciclo está constituido por la producción de los plásticos, su diseño, su consumo y la administración de su desecho.
Uno de los mayores retos para dicha economía circular es que es más barato exportar los desperdicios que construir la infraestructura de reciclaje, debido a la gran inversión financiera y en espacio que se requiere. El segundo reto es que los países importadores de desechos deben contar con una infraestructura de reciclaje para su tratamiento. Cabe destacar que los últimos años han presenciado un cambio de los países importadores y exportadores de dichos desperdicios. En 2019, la República Popular China prohibió la importación de los desechos de plástico. Luego de dicha prohibición, otros países como Vietnam y Malasia se han convertido en los mayores importadores de desechos en Asia; mientras que Turquía es el mayor importador en Europa, según la base de datos de UN Comtrade. Por otro lado, los países con mayor exportación son Japón, Estados Unidos y Francia. Por ello, dicho Tratado debe contener medidas para la creación de una industria de reciclaje que se dirija a los siete mil millones de toneladas de desperdicio de plástico que están en circulación en el ámbito mundial.
Ahora bien, el comercio de desperdicios está sujeto a acuerdos bilaterales, puesto que no existe un único instrumento multilateral que regule las diferentes etapas de la vida del plástico. En este sentido, existe una multiplicidad de instrumentos internacionales que regulan cada etapa de manera fragmentada. Por ejemplo, la contaminación marina es regulada a través de las Convenciones de Estocolmo y la de Basel, la Convención Internacional para la Prevención de la Contaminación de los Barcos, así como varias convenciones regionales sobre mares. Por otro lado, el comercio de desperdicios entre países se circunscribe específicamente a los residuos peligrosos, por medio de la Convención para el Control de Movimientos Transfronterizos de Desperdicios Peligrosos. No obstante, dichos instrumentos están dirigidos a diferentes aspectos en el uso del plástico, por lo que la creación de un único instrumento se ha vuelto imperiosa.
La negociación del Tratado Global sobre Plásticos está compuesta por diferentes etapas que la primera comenzó en diciembre del 2022 y su última ronda se planea para 2024. Dicho Tratado intentará articular en un solo instrumento jurídico vinculante la diversidad de instrumentos que existen en la materia. Dicho Tratado consta de cuatro pilares que son: el monitoreo y los reportes sobre su instrumentación; la prevención de la contaminación por plásticos; la coordinación entre los tratados internacionales ya existentes; y por último, el apoyo técnico y financiero. Cabe resaltar que cada uno de los 193 Estados miembros de la Asamblea cuenta con un voto durante la negociación. Dicha negociación ha promovido la participación de las diferentes partes interesadas que incluyen al sector privado.
Finalmente, dicho Tratado proveerá el marco para incentivar la economía circular de distintos sectores en los que el plástico es usado, como en: la agricultura y la pesca; el médico; los productos higiénicos y cosméticos; o, el empaquetado de comida y bebidas. Es loable mencionar que el sector médico es el quinto sector con mayor uso de plástico. Tan sólo basta pensar en los guantes, las jeringas, u otros dispositivos médicos de un sólo uso. Dicho uso único se ha asociado como más seguro, incluso en enfermedades no infecciosas. Replantear el uso del plástico en cada uno de dichos sectores industriales será un tema no sólo económico, sino ambiental que es una de las preocupaciones centrales del siglo XXI.
* Talia Rebeca Haro ha sido investigadora invitada en la Fondation Brocher (Ginebra, Suiza), en la Universidad de Brown, en la Universitàt Autónoma de Barcelona, en Public Citizen, y en la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales. Ella es candidata a doctora por parte de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM. Cuenta con dos maestrías: una en Salud y Políticas Sociales por parte de la École des Hautes Études en Sciences Sociales y la Universidad de Linköping; y, la otra en Cooperación Internacional para el Desarrollo por parte del Instituto Mora.