De Francisco Mata, ya no sé qué más escribir, de sus casi 40 años de trayectoria, he tenido la fortuna de ser su amigo las últimas tres décadas. Lo admiro, lo respeto y de grande quisiera ser como él. Su capacidad creativa es ilimitada y no deja de producir un sólo día.
Apenas la semana pasada lo acompañamos en la presentación de dos nuevos libros, uno sobre la frontera norte, “La Línea” y el otro sobre su eterna enamorada, la Ciudad de México. Hoy sólo les contaré del libro de la frontera. Los dos son una belleza por su contenido visual y una provocación desde el concepto editorial.
En la presentación de “La Línea” (México, 2022), nos reunimos con un centenar de colegas, fans, estudiantes y coleccionistas mexicanos en la sede de la galería Patricia Conde, quien representa parte de su obra para venta directa.
Mata es un fotógrafo intelectual, un artista innovador y un perfeccionista incansable. Nunca se le ve del todo satisfecho. El libro sobre la frontera es una joya editorial, su portada y la edición son obra del estupendo editor y fotógrafo Jorge Lépez Vela quien en complicidad con el autor, diseñaron un libro-objeto bellísimo y con miles de combinaciones para su narrativa visual.
El libro contiene más de 200 imágenes en su interior y permite más de 25,000 combinaciones de lectura por la manera en que está presentado. Tiene imágenes en color y blanco y negro que Mata hizo a lo largo de una década sobre el tema, recorriendo de ida y vuelta los tres mil kilómetros de frontera que separan a Estado Unidos de nuestro país.
Su recorrido abarca desde Tijuana hasta Matamoros, pasando por todas las ciudades importantes de la frontera en ambos lados. Los protagonistas de esta aventura, son los migrantes, los paisajes, las muertas de Juárez y los detalles que dividen ambas naciones; pero también integra una narrativa visual que fusiona una cultura fronteriza compartida.
En una entrevista que concedió Mata el año pasado, reconoce que “siempre me han interesado mucho los límites. Eniac Martínez y yo recorrimos la orilla del país, porque queríamos saber cómo se ve desde su cáscara, así surgió el proyecto ‘Litorales’, porque cuando dibujamos mentalmente a México, todo es litoral, donde todo acaba; pero también me atraen los grupos marginales, que son otra forma de límite, los barrios; por ejemplo Tepito, que es una trinchera, un lugar de resistencia desde hace 500 años y, claro, la frontera norte, de la que siempre me llamó comprender su diversidad”.
Francisco Mata ha ganado muchos premios, pero el más reciente se lo otorgó la Fototeca Nacional en agosto de 2022 cuando ganó la Medalla Nacional al Mérito Fotográfico. Es un artista innovador. Igual usa su cámara digital, que su celular o el drone. Mata aquí rompe los límites convencionales para verlo todo de todas las formas posibles.
Él mismo cuenta que el último regalo que recibió de los Santos Reyes fue su primer cámara Polaroid 104, la cual le recuerda las sesiones familiares en que su padre, dueño con sus tíos de un taller de offset, proyectaba diapositivas en la sala de su casa, “un acto casi ceremonial”, y la religiosidad con que llegaban las revistas Life en español y National Geographic, contacto cotidiano con la imagen, que lo llevó a pensar en la fotografía desde muy joven.
Mata es uno de los fotógrafos más reconocidos de nuestro país. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco (1979-1983). Y la Maestría en Artes Visuales en la UNAM. Se desempeñó como fotoperiodista en el diario La Jornada, (1986-1992). Su trabajo fotográfico se ha publicado en varios de los principales periódicos y revistas de Estados Unidos, España, Canadá, Italia, Francia, Inglaterra y México. Sus fotografías han sido expuestas en: México, Holanda, Alemania, Italia, España, Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Escocia, Japón, Argentina, Brasil, Panamá, Uruguay, Ecuador, Perú, Honduras, Cuba y Costa Rica, por mencionar sólo algunos espacios.
Algún vez nos encontramos en Cuba cuando murió Fidel, y recuerdo perfecto que llegó ya tarde a cenar al hotel aquella noche en la que todos veníamos de la Plaza de la Revolución, y cuando le pregunté qué había hecho las últimas horas, me dijo que se había quedado hasta que se vació la Plaza para fotografiar el piso y registrar todo lo que había quedado en el suelo tras el primer día de funerales en la Isla. Sin duda tiene una mirada original y provocadora.
Lo recuerdo en Chiapas, durante el levantamiento zapatista llegando a nuestro hotel a las cinco de la mañana para irnos a la selva, juntos nos encontramos con el primer contingente zapatista que habló con los medios en aquel lejano 1994.
En fin, como dije desde el principio, esta no es la primera vez que escribo sobre su trabajo y francamente ya no sé qué más agregar.
Sólo me resta felicitarlo públicamente por su trabajo, su talento y su aportación a la construcción de una memoria colectiva, que son ya parte de su legado como artista, fotógrafo e intelectual de la imagen.
Va fuerte abrazo por este nuevo logro desbloqueado y por la certeza de que aún nos tiene reservadas nuevas sorpresas visuales para el futuro. Mi amistad y admiración por él, es incondicional. Busquen su libro y disfruten en casa de su mirada excepcional.