Vivimos momentos de muchas contrariedades y cambios, una consecuencia más dejada por la pandemia, condición que alimenta el desasosiego luego de vivir atemorizados de sabernos todos al borde de la muerte durante el confinamiento.
En este contexto y luego de pasar lo más álgido de la pandemia, ahora nos concentramos en los puntos que consideramos más apremiantes de nuestro día a día, y uno de los importantes para una gran mayoría es el aspecto económico, incluso por encima de la salud.
De esa manera, llegamos al momento en que muchos opinadores y comentócratas deforman los hechos más allá de cuestionarse los porqués, al afirmar que la fortaleza del peso, es más nociva que benéfica, promueven la idea de que nos va mejor con un peso débil que tener un momento de gloria frente al dólar.
Que es pasajera, sí. Eso lo sabemos y como hemos comentado en este espacio eso se debe a que México es dependiente crónico de las importaciones de bienes de consumo y de capital. Para ser más claro, esto quiere decir que compramos del exterior más de lo que somos capaces de producir internamente, desde maíz, hasta la maquinaria para fabricar empaques.
Una discusión que inició desde la entrada de México a los mercados internacionales, que se centraba entre la visión de unos de la necesidad de producir internamente contra la posición de otros que promueven que es mejor aprovechar “los precios competitivos” de los mercados globales para importar todo lo que se nos ocurra.
En términos llanos, cualquier nación que depende de las importaciones para cubrir su demanda interna, está condenada al subdesarrollo y a vivir a merced de los vaivenes de los mercados internacionales. Estados Unidos prueba hoy una cucharada de su propio chocolate.
Independientemente de esto, en México hemos escuchado en las últimas semanas cómo algunos opinadores y zares de la comentocracia que, “la fortaleza actual del peso es más perjudicial que benéfica y que, cuando termine la fiesta, vendrá la cruda realidad”. Eso también lo sabemos, pues desde hace al menos dos décadas, el peso ha vivido subvaluado frente al dólar.
Cierto, un peso fuerte abarata las importaciones y perjudica los ingresos de las exportaciones lo cual regularmente lleva a una balanza comercial negativa. De hecho, el INEGI reportó que al mes de noviembre la balanza comercial de México fue negativa pues las importaciones crecieron 28.8% frente a las exportaciones que lo hicieron 23.4%.
Pero las importaciones de bienes de capital crecieron 15.7% ¿qué significa esto? que la industria manufacturera está aprovechando este momento para adquirir maquinaria y equipo, así como tecnologías que sentarán la competitividad de este sector para lo que se viene en México una vez que el éxodo de empresas provenientes de China aumente.
El peso fuerte también permite que las empresas en deudas en dólares, y mire que son muchas, puedan hacer frente a sus obligaciones ya sea para cubrir obligaciones o para adquirir nueva deuda en condiciones asequibles con un tipo de cambio favorable.
Pero no sólo eso, con un peso fuerte la deuda del gobierno también obtiene mejores condiciones para cubrir sus obligaciones. Muestra de ello, fue la reducción de deuda externa anunciada por el gobierno al cierre de 2022 que permitirá mejores condiciones de pago para el próximo sexenio.
Hay que decirlo y pese a que los opinadores y comentócratas afirman lo contrario, el gobierno de México no se ha endeudado durante la pandemia y esto en parte es causa de que hoy tengamos un tipo de cambio fuerte a diferencia de otras monedas de América Latina. Y aunque hoy tampoco les parece correcta la relación deuda-PIB a la cual tanto recurrieron en el pasado, la deuda de México representa 46.7% del PIB, un nivel mucho menor que el de los Estados Unidos y el resto de los países del continente americano.
Pero no sólo eso, y aunque lo saben opinadores y comentócratas, pero no lo aceptarán públicamente, el optimismo de las empresas se centra en las oportunidades que se vienen para México en materia de inversiones. Por un lado, ya lo dijimos, el tipo de cambio favorece las inversiones de bienes de capital, que normalmente, son activos productivos y que, ante la estrategia de sustitución de importaciones para zona del T-Mec provenientes de China para el sector automotriz principalmente, las empresas ya se preparan para desarrollar dicha proveeduría y elevar a Tierra al mayor número de empresas mexicanas en esta industria.
Recientemente en una rueda de prensa con empresarios del sector manufacturero, aseguraban que México no tiene síntomas de entrar en recesión y que, por el contrario, habrá que estar atentos a las oportunidades de inversión y negocios que este entorno atraerá al mercado mexicano.
¿Que cuándo veremos esto? Bueno, pues de alguna manera lo estamos viendo con el récord de la inversión extranjera directa captada durante 2022 y con los acuerdos, otra vez fuera de las expectativas de opinadores y comentócratas, alcanzados durante la Cumbre de Líderes de América del Norte.
Pero dirán, existe una crisis, sí. Pero, aunque la economía mexicana no puede desmarcarse de ella, ésta no tendrá los mismos efectos en México como ya ocurre en otras naciones. ¿Seguiremos viendo inflación? También, pero será manejable en los términos actuales a diferencia de cuando llegaban las verdaderas cuestas de enero, en las que no sólo se incrementaban los precios de los bienes de consumo, también se devaluaba el peso.
Hay que tenerlo claro, esta crisis que hoy vivimos, no es consecuencia de las fallas sistémicas de la economía mexicana, ni por errores de criterio para apaciguar la fuga de capitales que es común cuando un país entra en bancarrota, o porque la deuda se vuelve impagable a causa del déficit público del gobierno. La crisis, también es importada y pese a los muchos errores del pasado, México ha aprendido a jugar el juego de las finanzas y los mercados globales.