El pasado 14 de septiembre Mahsa Amini, una mujer iraní perteneciente a la minoría kurda, fue arrestada por no usar correctamente el hiyab (velo para cubrir la cabeza) por la Policía Moral de Irán. A dos horas de su detención sufrió un ataque cerebral y cardíaco, como resultado de golpes que sufrió en la cabeza por lo que fue ingresada a un hospital. Después de dos días en coma, lamentablemente, falleció el 16 de septiembre.
Las autoridades sostienen que la muerte de Mahsa Amini no tiene relación con su detención; sin embargo, la opinión pública considera lo contrario, dadas las circunstancias en las cuales ocurrieron los hechos, pues se encontraba bajo custodia policial, con lo cual estamos frente a un caso evidente de violencia contra las mujeres, de un feminicidio, perpetrado desde el Estado.
Este lamentable hecho desató protestas que iniciaron en Teherán y se han extendido a lo largo y ancho del País, bajo la bandera “Mujer, vida y libertad”, atizadas por el descontento popular resultado de la precaria economía, la falta de libertad y oportunidades, la desigualdad social, así como las restricciones a las libertades impuestas por el Estado islámico.
De acuerdo con lo informado por diversos medios de comunicación, las fuerzas de seguridad iraníes han reprimido de forma brutal y violenta las manifestaciones, a pesar de que la mayoría de ellas han sido pacíficas, provocando múltiples muertes, personas heridas, así como detenciones ilegales.
La situación se torna más grave porque las autoridades han cerrado el acceso a Internet, pues las redes sociales se han vuelto un elemento fundamental para la difusión de las protestas.
Pese a ello, son frecuentes las imágenes en las redes sociales en donde las iraníes queman velos, en señal de protesta por la opresión sistemática de que han sido objeto y que busca invisibilizarlas desde su imposición como resultado de la Revolución islámica de 1979.
La discriminación estructural de las mujeres en Irán es una manifestación más del estado patriarcal que sistemáticamente busca borrar a las mujeres de ese país de la vida pública, y si bien el régimen islamista limita libertades de manera general, las mujeres lo resienten con mayor intensidad, pues son a quienes se les obliga a cubrirse con un velo, se les cosifica y somete a la voluntad de un hombre, y, en general, se les busca borrar de la vida en sociedad.
Afortunadamente no es una lucha solo de mujeres, pues muchos hombres, sobre todo jóvenes, se han solidarizado con la causa y se han unido a las protestas que buscan mejorar las condiciones de vida imperantes en su país, recuperar las oportunidades perdidas y la esperanza de un futuro mejor.
Es lamentable la forma en la que el Estado islámico imperante en Irán ha actuado en contra su población apostando por su supervivencia política. Sobre todo, llama la atención que el hecho de que no usar el velo de manera correcta tuviera consecuencias tan lamentables.
Hago votos para que las manifestaciones en curso sirvan para edificar un cambio de rumbo de las políticas impuestas en ese país, que se traduzcan en mayores libertades e igualdad para todas y todos, pero sobre todo la reivindicación de los derechos de las mujeres de Irán, que tanto han padecido bajo el régimen islamista. Las mujeres en todo el mundo debemos reconocer, sostener y apoyar la lucha por la libertad, la seguridad y la integridad de todas las niñas y mujeres sin importar el país en el que vivan.