Mientras la tierra se estremecía, que para muchos parecía ser una broma pesada de la madre naturaleza quien nos obsequió un sismo nuevamente el 19 de septiembre, el mundo del trabajo aceleraba su movimiento para entrar de lleno, a escasos doce días, en el proceso de reforma laboral en todo el país.
Se sabe de despidos de funcionarios, de presupuestos apretados para ejercer la reforma laboral, de recuentos álgidos entre sindicatos, de legitimaciones que van en tono ascendente, de renovaciones de mesas directivas, de revisiones de contrato y de salario cada vez más intensas.
El sismo natural coincidió con el laboral, que durante meses se ha agitado, y que debe cambiar a como dé lugar para crear un sistema de justicia imparcial y expedito. Este es uno de los grandes retos de la reforma.
El problema es que, al momento de crearse el sistema de justicia laboral, se inspiró en el proceso mercantil, donde las partes, se supone, son iguales, sin embargo, en el derecho del trabajo no ocurre así. Se diseñó como si el objetivo fuera pelear temas comerciales, de la usura y otros similares, y no de carácter social.
El nuevo sistema de justicia laboral está basado en jueces unipersonales quienes, aunque les compren la mejor toga y birrete, no podrán hacer frente a tantas demandas laborales que ya enfrentan en todo el país. Se ideó una justicia de embudo donde tocan la puerta 100 trabajadores y sólo pueden entrar dos por día.
Les dicen: “esperen, esperen, la justicia sabia los atenderá, por favor saquen de sus bolsillos las pruebas que tienen para poder entrar al palacio de justicia”. Al mostrar los trabajadores sus bolsillos, la mayoría los tienen rotos. Ahora los patrones tienen derecho a saber qué pruebas poseen los trabajadores, para así golpear mejor a los obreros reclamantes.
Los ideólogos del poder judicial andan presumiendo que las reglas procesales cambiaron, y eso de lo social sólo es para las conferencias y las clases universitarias. En la casa de los patrones no se siente el sismo por toda la fiesta que hacen con eso que llaman: reforma laboral.
Despidos de funcionarios laborales en la Ciudad de México
Mientras el sismo sigue, en la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México, a la cual le cortaron el presupuesto de manera infame a pesar de tener un rezago de más de 130 mil expedientes, los despidos no cesan.
A decenas de funcionarios conciliadores, secretarios de acuerdos, auxiliares jurídicos, auxiliares dictaminadores, actuarios y personal esencial que se requiere para atender el rezago heredado por años, ya se les mandó a la calle.
¿Estará informada Claudia Sheinbaum que la Ciudad de México tiene el mayor rezago laboral en México? ¿Sabrá la Jefa de Gobierno que debilitar a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje de la capital del país en estos momentos, en pleno sismo, es la peor decisión?
Debe saber la Jefa de Gobierno que si se mantiene la idea de debilitar los aparatos de justicia laboral en la Ciudad de México, los trabajadores no se lo agradecerán, porque estarán condenados a prolongar los juicios laborales por muchos años más, además de los que ya están acumulados.
¿Le han informado a Claudia Sheinbaum que se ha cuestionado la seguridad del inmueble donde planean instalar los nuevos juzgados laborales?
Todo lo mantienen en secreto, como si fuera un asunto privado, y no se sabe del número de jueces ni cómo se instalarán.
SITUAM
En otros ámbitos, el 14 de septiembre pasado, el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, que dirige el licenciado Alfredo Domínguez Marrufo, otorgó toma de nota a un nuevo comité ejecutivo del Situam, integrado por Abigail Pamela Gómez como Secretaria General; Francisco Rangel, de Organización; Uriel Jiménez, de Conflictos; Gabriela Sanjuan, de Trabajo; Noemí Lujan, de Asuntos Académicos; Víctor Lazcano, de Prensa y Propaganda; Agustín Flores, de Relaciones y Solidaridad; Horacio Álvarez, de Finanzas; Guadalupe Zuluaga, de Educación y Análisis, y Gabriela Rico, de Previsión Social.
El nuevo comité ejecutivo tiene como retos el lograr, sin distinción, la participación mayoritaria de los trabajadores, académicos y administrativos de la Universidad Autónoma Metropolitana para rescatar su organización y el contrato colectivo de trabajo, tareas nada fáciles en tiempos del sismo laboral.
TeKsid Hierro de México
Nos enteramos del sismo en la empresa Teksid Hierro de México al ratificar la titularidad del Contrato Colectivo de Trabajo al Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros Metalúrgicos con 642 votos contra 142 del Sindicato de la Confederación de Trabajadores de México (CTM).
Con estos resultados parece que la reforma laboral está poniendo a prueba a los dirigentes sindicales que han estado en la hamaca por mucho tiempo.
Desde los reductos fabriles les dicen: o se ponen a trabajar con sus agremiados, o se quedan entre los escombros de este sismo laboral que no se detiene.