En el mundo, 2400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas, en este año se indicó que en 178 países se encontraron aún barreras legales que impiden a las mujeres involucrarse plenamente en la economía. Estos datos forman parte de las conclusiones del informe La Mujer, la Empresa y el Derecho 2022 del Banco Mundial, en el que además se reconoció que 95 países no garantizan la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor.
En ese orden de ideas, resulta importante considerar los resultados del más reciente Informe sobre la Brecha Global de Género del Foro Económico Mundial, según el cual se necesitarán 132 años para alcanzar la paridad de género. Por dieciséis años, este informe ha realizado un análisis integral sobre la brecha de género en materia de salud, educación, participación económica, y empoderamiento político en 146 países. Y de su edición del año 2022 se desprende que, aunque ningún país ha alcanzado aún la plena paridad, las 10 principales economías del mundo han cerrado al menos el 80% de sus diferencias. Asimismo, que las pérdidas de empleo debido a la pandemia de covid-19 habían sido significativamente peores para las mujeres, y que el daño al mercado laboral en razón de género podría correr el riesgo de convertirse en algo duradero.
En el caso de América Latina y el Caribe, este reporte del Foro Económico Mundial estimó que la brecha de género podría cerrarse en 67 años: los subíndices con mayor calificación para nuestra región fueron la educación y la salud, con 99.5% y 97.6%. En tanto que, el subíndice con menor porcentaje para Latinoamérica y el Caribe fue la participación y empoderamiento político con el 28.7%. En relación con la participación y oportunidades económicas para las mujeres de América Latina y el Caribe, este informe posicionó a esta región en el tercer lugar mundial pues se observó una mejora general en la percepción de la igualdad salarial por trabajos similares en al menos 15 países. Asimismo, se han reportado avances en la proporción de mujeres en puestos de responsabilidad y en labores de funciones técnicas.
México ocupa el lugar 31 en este índice del Informe sobre la Brecha Global de Género, y el cuarto sitio en relación con los países de la región de América Latina y el Caribe. En el caso mexicano, el subíndice mejor evaluado fue la participación y liderazgo político de las mujeres, posicionándonos en el lugar 15 del mundo, mientras que el subíndice con el menor de los resultados es el relativo a las oportunidades económicas, en la posición 113 mundial. De acuerdo con estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos? (OCDE) el porcentaje de brecha salarial de las mujeres mexicanas es de 12.5%.
En este contexto, este 18 de septiembre se conmemoró una edición más del Día Internacional de la Igualdad Salarial, una jornada impulsada por las Naciones Unidas que busca promover el empoderamiento económico de las mujeres y las niñas, y una igual remuneración por un trabajo de igual valor. Impulsar la participación económica de las mujeres en un entorno más justo y equitativo y el empoderamiento económico, estima la ONU Mujeres, contribuye a la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el crecimiento económico inclusivo.
Las brechas dan cuenta de interacciones desiguales y discriminatorias; que además de afectar a las mujeres, también tienen un efecto negativo en sus familias, y comunidades. Por ello, resulta importante disminuir la brecha de paridad de género, y esto dependerá de todos y todas, tenemos la oportunidad de construir interacciones más equitativas y justas, tanto en los espacios públicos, como en los privados. Es una tarea que nos compete y nos beneficia a todas y todos, pues es una labor que implica igualdad y justicia.
La paridad, es más que un principio que busca garantizar la igualdad en el acceso a oportunidades para hombres y mujeres, así como la representación equilibrada en los puestos de poder y toma de decisiones. Representa, asimismo, una vía adecuada para modificar las interacciones en todas las esferas de la vida, para materializar un esquema más equitativo y justo en el que todas las voces se escuchen y se tomen en cuenta, en el que todas las personas se desarrollen con igualdad y se garanticen sus derechos.