Somalia, país africano asolado y azotado por importantes problemas étnicos, demográficos, económicos y políticos. Su pobreza se ha visto agravada por la sequía de la década de 1980, y desde 1988 con la guerra civil que ha dado como resultado –mas no solucionado– la separación de la región norte somalí en el naciente Estado de Eritrea, apenas reconocida hace unos años por la comunidad internacional.
Siendo uno de los países más pobres del mundo, con ingresos per cápita menores a un dólar por habitante al día y, quienes tienen una esperanza de vida, en el mejor de los escenarios de 50 años, esta nación ocupa uno de los lugares más alarmantes de desnutrición extrema de África, y por consiguiente del resto del mundo.
Como resultado de la carencia de carbohidratos y proteínas necesarios, existe una dieta inadecuada en la población de Somalia, produciéndoles enfermedades que obstaculizan la asimilación de los pocos alimentos que consumen y por ende afectan la realización de las funciones de las células y su regeneración normal, retrasando el crecimiento, volviendo sus cuerpos susceptibles a infecciones, anemia, disminución de la masa muscular y dañando órganos y huesos; por lo que la ayuda internacional es ineficaz ante todo esfuerzo.
En este duro escenario, surge un escritor complejo, erigiendo a su nación como el centro de su ilimitada imaginación literaria, tomando las dificultades modernas como el atributo esencial que deja a un lado el inconsciente individual para dar paso a la fragmentación de las estructuras sociales de la familia en el Estado-Nación en África.
Nuruddin Farah (Baidoa, Somalia, 1945) autor de obras que oscilan entre la santidad y el pecado, entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal, revelándose en contra del poder político ineficaz, que al querérsele cuestionar y destruir se ha agazapado y finalmente se ha rebelado con mayor violencia y perversidad, arrojando al escritor al exilio; ya que esas potencias políticas son invencibles.
De las novelas más notables de Farah tenemos “De una costilla partida” (1970), donde el rastro perdurable de la mujer islámica que rechaza la sumisión es el leitmotiv de este texto, exigencia ineludible de su rol de género tradicional con un elaborado conjunto de códigos de conducta que le permiten evadir la dominación masculina a la protagonista Ebla, por medio de su sexualidad, siguiendo la estructura típica de las narraciones orales.
Dentro de su trilogía “Variaciones sobre el tema de un dictador africano”, resalta la serie de juegos dobles que construye dentro de estas obras de suspense político, donde las facetas de la identidad nacional somalí se recrudecen por medio de la fragmentación y la amputación racial en la representación de los cinco grupos étnicos, sociales y religiosos en el Cuerno de África, aunados a los cuatro diferentes poderes imperiales coexistentes: británicos, italianos, franceses y etíopes.
De acuerdo a la dialéctica expuesta por Nuruddin Farah, las relaciones que se desprenden sobre el paisaje somalí se resuelven en el juego entre documento y ficción a partir de cierta lectura distópica de la modernidad urbana o rural, o incluso de su mezcla, una construcción utópica, lo que pone en el papel el escritor es el lado inverso de un sueño construido con elementos de una suerte de ruina próxima.
La lectura de Farah obsequia al lector la carga simbólica que el flujo de la continuidad narrativa brinda, con una excelente construcción intelectual.