El pasado viernes 12 de agosto Tijuana fue nuevamente tierra de nadie, más de 24 incidentes violentos se registraron en Baja California, en donde el crimen organizado causó caos y terror. Esto definitivamente no son hechos aislados, en los últimos días diversas entidades de la república también registraron quema de vehículos, balaceras y movilización de civiles armados; lo que sí es una clara diferencia es que Tijuana es uno de los cruces fronterizos más importantes para nuestro país.
El escándalo de los hechos registrados en Tijuana lo amplifica el pronunciamiento hecho por la exdiputada local y hoy alcaldesa Monserrat Caballero Ramírez, quien en un video llamó a los criminales que mantenían a Tijuana bajo fuego a “cobrar las facturas solo a aquellos que les debían y no a la ciudadanía”. Aunque ha intentado aclararlo y es evidente el tropiezo, no ha logrado explicar, sin que parezca una tontería, si por facturas se refería al “cobro de piso”, que en términos más simples es una extorsión o a que tipo de “facturas” se refería, pues que sepamos, ningún despacho contable o agencia de cobro usa como método la quema de vehículos, los balazos y las agresiones.
La alcaldesa no solo se fue de bruces, sino que evidenció que la autoridad municipal que ella representa sabe, conoce y admite la comisión de un delito como lo es la extorsión. ¿Hasta dónde existe colusión? no lo sabemos, pero de que su declaración fue más que desafortunada, de eso si no hay duda. Que haya hecho este pronunciamiento mientras está flanqueada por autoridades militares lo hace escandaloso e irresponsable.
En momentos donde el presidente propone militarizar la guardia nacional y cuando el ejército cumple diversas funciones la señora solapa, promueve y legitima el cobro de piso a quienes se la “deban” a la delincuencia organizada.
Su dicho la colocó en el ojo del huracán y de manera inmediata medios de comunicación, redes y liderazgos se le fueron a la yugular, Monserrat Caballero Ramírez había tropezado y era el momento de aclararlo todo. Al intentar dar una explicación de su polémico pronunciamiento se equivocó aún más, en entrevista con Grupo Milenio no solo fue aún más confusa sobre su dicho, sino que con una actitud prepotente intentó justificar lo que a todas luces fue un grave error, pues en su perspectiva ella simplemente “hablaba con claridad”, una claridad que es mucho más parecida al cinismo y a la torpeza en mi muy personal visión.
Monserrat Caballero intentó atajar su falta de talento para gobernar con una aparente valentía en donde todos quienes pensamos que cometió un error nos equivocamos. Confundió la sinceridad con el cinismo; y la protección de la ciudadanía con complicidad con los delincuentes. No es la primera vez que la alcaldesa resbala, ya en algún momento dijo que Tijuana era un paraíso para quienes buscaran drogas y cómo olvidar su asistencia a una sesión virtual del Congreso del Estado con cerveza en mano.
Monserrat Caballero Ramírez es tan torpe como Bonilla, que hasta quería reelegirse; en lugar de aportar a un buen gobierno, debilitan la figura de la autoridad y permite se vulnere el estado de derecho.
Las coyunturas electorales muchas veces empoderan a torpes, cínicos y sinvergüenzas; esperemos, por el bien de los tijuanenses, que su alcaldesa no sea un ejemplo más de este fenómeno.