Nixon
En febrero de 1972, hace más de 50 años, el presidente Richard Nixon visitó China y de esa visita se oficializó la política norteamericana de admitir, si bien en sus propios términos, la tesis de ‘Una sola China’. Esta declaración, en la parte a la que nos referimos, está redactada en un lenguaje ambiguo que entonces se consideró necesario, y hoy tal vez ya no responda al interés ni de China, ni de Estados Unidos y sus aliados.
Veamos que estableció el célebre Comunicado de Shanghai del 27 de febrero de 1972. El comunicado, se encuentra redactado en tres pistas, una pista central que corresponde a las líneas clásicas de un comunicado en el que se contienen párrafos genéricos que describen áreas de una probable cooperación bilateral entre ambas naciones.
Propongo al lector el ejemplo más ilustrativo de párrafos que China y Estados Unidos suscribieron: "Ambas partes estuvieron de acuerdo que es deseable ampliar el entendimiento entre los dos pueblos. A tal efecto, conversaron sobre áreas específicas en campos como la ciencia, la tecnología, los deportes y el periodismo, en los que los contactos directos entre los pueblos tendrían un mutuo beneficio. Ambas partes coinciden en señalar que el comercio bilateral es otra área de la cual se puede derivar beneficio mutuo y acordaron que las relaciones económicas basadas en la igualdad y el beneficio mutuo resultan del interés de los pueblos de los dos países". (1)
Por otro lado, en las otras dos pistas del texto de Shanghai, tanto China como Estados Unidos, recurrieron a declaraciones unilaterales que si bien fueron objeto de complejas conversaciones previas (en las cuales, del lado estadounidense, Henry Kissinger fue el actor principal), en el momento de la visita de Nixon, permanecieron como los estandartes incólumes de dos ejércitos destinados a enfrentarse algún día.
Es evidente que la muralla en la mesa era la Cuestión de Taiwán, pero antes de abordarlo en el texto, además de los cuidados párrafos de cooperación a los que me referí arriba, tanto China como Estados Unidos marcaron algunos puntos relativos a su interés geoestratégico. Así, la delegación estadounidense dejó en claro su interés por la estabilidad en la región mencionando en particular su relación con Corea del Sur y Japón. China, por su parte, adoptó una posición más agresiva al establecer su apoyo a Vietnam, Laos y Cambodia, así como por la reunificación de Corea.
El Asunto de Taiwán en el Comunicado de Shanghai en 1972
La parte central del diferendo entre China y Estados Unidos, inicia con un intento conjunto de delimitar los términos del conflicto: "Hay diferencias esenciales entre China y Estados Unidos tanto en sus sistemas sociales como en su política exterior. Sin embargo, ambas partes aceptaron que sus países, sin importar su sistema social, deberían conducir sus relaciones bajo el principio de respeto a la soberanía y la integridad territorial de todos los Estados, el principio de la no agresión hacia otros Estados y de la no intervención en los asuntos internos de otros Estados. Las disputas internacionales deberán ser solucionadas conforme estos principios sin recurrir a la amenaza o el uso de la fuerza.
"Estados Unidos y la República Popular de China están preparados para aplicar estos principios en sus relaciones mutuas.
"Teniendo en mente esos principios de las relaciones internacionales, ambas partes afirman que: a) El progreso en la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos es del interés de todos los países; b) Ambas partes desean reducir el peligro de un conflicto militar internacional; c) Ninguna de las partes debería buscar la hegemonía en la región de Asia-Pacífico y ambas se opondrían a los esfuerzos de cualquier otro país, o grupo de países, para establecer dicha hegemonía". (2)
El estandarte chino
La posición china tal y como quedó plasmada en el documento de Shanghai hace más de 50 años, es muy clara.
"La parte China reafirmó su posición: La cuestión de Taiwán es el tema crucial que obstruye la normalización de las relaciones entre China y Estados Unidos; el Gobierno de la República Popular de China es el único gobierno legal en China; Taiwán es una provincia de China que desde hace mucho tiempo retornó a la Madre Patria; la liberación de Taiwán es un asunto interno de China en el cual ningún otro país tiene el derecho de interferir; todas las fuerzas e instalaciones militares de Estados Unidos deben ser retirados de Taiwán. El Gobierno de China se opone firmemente a cualquier actividad destinada a la creación de "una China, una Taiwán", "una China, dos gobiernos", "dos Chinas", y "Taiwán independiente" o la promoción de la noción de que "el estatus de Taiwán está aún por ser establecido". (3)
El estandarte estadounidense
La posición china no tomó por sorpresa a los norteamericanos. De hecho, el lenguaje que tejió lo que llamó, a guisa de ilustrar el campo de contacto, los estandartes de ambas partes, fue hilado en las mesas que precedieron a la visita de Nixon y que encabezaron Kissinger, entre otros, y el canciller Chi P’eng-fei al frente de la delegación china. Kissinger sostuvo también reuniones con el premier Chou En-lai. Todo ello tuvo como resultado el complejo entramado de tres pistas al que me he referido.
En una mesa de negociaciones la contraparte que recibe una salva como con la que la delegación china abrió el tema central, la Cuestión de Taiwán, tiene pocas opciones. La primera opción sería responder puntualmente a los puntos provenientes del otro lado de la mesa. Aquí el camino se bifurca, si se está dispuesto a llegar a un acuerdo, no tiene sentido presentar dos textos separados; si no hay acuerdo previsible al que se pudiera llegar en el marco de tiempo establecido por la necesidad política de comunicar que existe un diálogo (que es el grado menor de cualquier comunicado), no resulta viable dar a la luz un texto donde se reflejan las diferencias entre las partes.
Por ello, resulta normal que las partes optaran porque el comunicado tuviera una arquitectura de tres pistas; una donde se destacaron áreas comunes, de convergencia y otras dos donde pudieran ondear los estandartes de cada Estado. La posición de China, como habrá apreciado el lector era bastante clara y ante ello, en vez de establecer una respuesta directa, la delegación estadounidense, de la mano de Kissinger, optó por lo que él mismo llamó "una ambigüedad constructiva". En otras palabras, encontrar un lenguaje que, sin atender el punto central de la Cuestión de Taiwán, diera la impresión de avance y sirviera de plataforma de apoyo para construir una nueva relación entre ambos países. Veamos el estandarte estadounidense.
"La parte estadounidense declaró: Estados Unidos reconoce que todos los chinos a ambos lados del Estrecho de Taiwán, sostienen que solo hay una China y que Taiwán es parte de China. Estados Unidos no pone en duda esa posición. Reafirma su interés en que sean los propios chinos los que den una solución pacífica a la Cuestión de Taiwán. Con esa perspectiva en mente, se afirma como objetivo final el retiro de todas las tropas estadounidenses y de sus instalaciones militares de Taiwán. Mientras tanto, reducirá de manera progresiva sus tropas e instalaciones militares de Taiwán en la medida en la que la tensión en el área disminuya".(4)
Esa ha sido, en esencia, la posición de ambas partes en lo que eufemísticamente llamamos la Cuestión de Taiwán y que está llamada a constituir el episodio definitorio del orden global emergente.
De Kissinger a Pelosi
A partir del texto de Shanghai numerosos textos y acuerdos se han desarrollado. Parece evidente que en 1972, China fue proclive a aceptar la ambigüedad constructiva del lenguaje de Kissinger habida cuenta de varios factores. El acercamiento norteamericano se dio en un momento en el que había un serio distanciamiento entre la República Popular de China y la Unión Soviética a raíz de un enfrentamiento armado en la frontera. Por otro lado, la RPC tenía dos claros objetivos, uno promover un comercio exterior que le permitiera impulsar su industria y abastecer su mercado y, muy importante, lograr el reconocimiento de ser el único y legítimo gobierno de China, y con ello obtener un asiento en las Naciones Unidas. Alcanzados esos objetivos, la pertinencia de la declaración estadounidense, su presencia militar en Taiwán, sus lazos de cooperación con Taipei y su creciente activismo en la región de Asia-Pacífico se convirtieron en el mayor irritante.
Para Estados Unidos el apoyo a Taiwán estuvo originado por dos principios básicos, la contención de China comunista y la importancia geoestratégica de la isla. El dominio efectivo de China sobre el territorio de Taiwán representaría una elongación geográfica que daría una enorme ventaja a China, que en lo inmediato complicaría aún más la posición de Filipinas, Japón y Corea del Sur.
La presencia de altas autoridades estadounidenses en Taiwán es leído en China como un claro mensaje de que Estados Unidos insiste en mantener el estatus de Taiwán o, al menos, proponer condiciones para su reintegración. Usar como escudo de defensa el mantra expresado por Kissinger, Gingrich, Biden, Pelosi y un largo etcétera de que "Estados Unidos no ha abandonado su política de una sola China", claramente no basta ya para tranquilizar el ánimo chino que ha decidido, al menos desde hace 50 años, que Taiwán debe reintegrarse plenamente a la soberanía de la República Popular de China.
Citas y referencias
(1) Public Papers: Nixon, 1972, pp. 376–379. Commonly known as the Shanghai Communiqué: "The two sides agreed that it is desirable to broaden the understanding between the two peoples. To this end, they discussed specific areas in such fields as science, technology, culture, sports and journalism, in which people-to-people contacts and exchanges would be mutually beneficial. (...) Both sides view bilateral trade as another area from which mutual benefit can be derived, and agreed that economic relations based on equality and mutual benefit are in the interest of the people of the two countries. They agree to facilitate the progressive development of trade between their two countries."
2) Comunicado de Shanghai. 27 de febrero de 1972. op.cit. "There are essential differences between China and the United States in their social systems and foreign policies. However, the two sides agreed that countries, regardless of their social systems, should conduct their relations on the principles of respect for the sovereignty and territorial integrity of all states, nonaggression against other states, noninterference in the internal affairs of other states, equality and mutual benefit, and peaceful coexistence. International disputes should be settled on this basis, without resorting to the use or threat of force.
The United States and the People’s Republic of China are prepared to apply these principles to their mutual relations.
With these principles of international relations in mind the two sides stated that: a) progress toward the normalization of relations between China and the United States is in the interests of all countries; b) both wish to reduce the danger of international military conflict; c) neither should seek hegemony in the Asia–Pacific region and each is opposed to efforts by any other country or group of countries to establish such hegemony."
3) Comunicado de Shanghai. 27 de febrero de 1972. op.cit. The Chinese side reaffirmed its position: The Taiwan question is the crucial question obstructing the normalization of relations between China and the United States; the Government of the People’s Republic of China is the sole legal government of China; Taiwan is a province of China which has long been returned to the motherland; the liberation of Taiwan is China’s internal affair in which no other country has the right to interfere; and all U.S. forces and military installations must be withdrawn from Taiwan. The Chinese Government firmly opposes any activities which aim at the creation of “one China, one Taiwan,” “one China, two governments,” “two Chinas,” and “independent Taiwan” or advocate that “the status of Taiwan remains to be determined.”
4) El Comunicado de Shanghai. 27 de febrero de 1972. op. cit. "The U.S. side declared: The United States acknowledges that all Chinese on either side of the Taiwan Strait maintain there is but one China and that Taiwan is a part of China. The United States Government does not challenge that position. It reaffirms its interest in a peaceful settlement of the Taiwan question by the Chinese themselves. With this prospect in mind, it affirms the ultimate objective of the withdrawal of all U.S. forces and military installations from Taiwan. In the meantime, it will progressively reduce its forces and military installations on Taiwan as the tension in the area diminishes."