Un disparo y el desplome de un hombre anteceden el griterío y el horror.
Un asesinato ocurrió el 16 de mayo de 2013 frente a la fachada amarilla de “La Luna”, una tiendita enclavada en el barrio de las Tinajas, Cuajimalpa. Si usted piensa que un homicidio en la Ciudad de México es cosa de todos los días, lo que hay detrás de éste resulta tan extraño que apunta a una conspiración de alto nivel para encubrir al asesino, de la cual no se había hablado hasta ahora.
Consta en la averiguación previa FCJ/CUJ-2/T3/00446/13-05 que don Edmundo había ido al Conalep por su hijo de 17 años de edad. Salió de allí con una profesora y pasos adelante iba su hijo, a quien había prestado su teléfono celular. Eran las 21.30 horas y el trio avanzaba hacia un coche donde los esperaba la esposa de don Edmundo. El joven tenía la mirada clavada en el teléfono y no vio a dos individuos que estaban parados frente a la tienda de fachada amarilla. Una patada en las costillas rompió la burbuja del muchacho, quien se halló de frente a un sujeto que le gruñó: “dame el celular”. Apenas se lo había entregado cuando su padre, don Edmundo, intervino y forcejó con el ladrón. Adentro del changarro había una mujer robusta que metía cajetillas de cigarro y billetes a una mochila y otro individuo que apuntaba con un revólver a la despachadora. Don Edmundo no había luchado demasiado cuando el del revólver le disparó en el pecho. Murió bocarriba, con la mirada perdida en una lámpara delegacional que colgaba de un poste.
Seis minutos después arribó Emmanuel Gómez Mejía, entonces subdirector de Protección Civil de la Delegación. No tardó mucho en aparecer el mismísimo alcalde, Adrián Rubalcava y su director de Seguridad Pública, Francisco Lara Kuri.
“Le informé al delegado, Adrián Rubalcava, que la encargada de la tienda me había dicho que intentaron asaltarlos y que contaban con un video, solo que estaban esperando a su técnico para poder verlo. Al escuchar esto, el delegado caminó hacia el interior de la tienda”, declaró Gómez.
El dueño de “La Luna”, Julio César Rodríguez, llamó a su técnico, el cual le había instalado ocho cámaras en el lugar para que mostrara los videos a Rubalcava. Llegó a los cinco minutos, se instaló y corrió el video. El subdirector de Protección Civil reconoció al hombre que había disparado: era un trabajador de la Delegación.
“Observando perfectamente el rostro de este sujeto, mismo que reconocí de inmediato como empleado de le Delegación, el cual trabaja para Héctor González González, jefe de Áreas Protegidas”, señaló.
El subdirector no externó nada en ese momento, sino hasta que tuvo que comparecer ante el Ministerio Público.
Héctor González González resultó ser el jefe de los “Claudios”, un grupo de choque usado por diferentes políticos y que posteriormente se ligó a Jonathan Lenin Canchola, uno de los líderes del narco más peligrosos de la última década y detenido recientemente. De acuerdo con los testimonios de personas que estuvieron en el lugar, Rubalcava se mostraba amable con las víctimas, iba y venía dando instrucciones de que se reforzara la seguridad. Sin embargo, nada de eso ocultaba el hecho de que había violado la escena del crimen al pasar a la tienda y ver las grabaciones. Aún más, a Kuri se le entregó una USB con las imágenes, las cuales se borraron de la computadora. El MP y los peritos no se presentaron al lugar sino hasta las 23:52 horas.
Jaime Romero, operador de las cámaras de la tienda manifestó: “El licenciado Kuri y Adrián Rubalcava se acercaron a mí para pedirme el respaldo del video, por lo que yo les respondí que no contaba con una unidad de respaldo, segundos después el señor Kuri me dio una memoria USB”.
Posteriormente, Kuri ordenó que llevaran al técnico a su casa para que rescatara los videos de la computadora, bajo el pretexto de que en la USB no se apreciaba todo. En ese momento apareció Aldo González Loza, subdirector de Tecnología delegacional, quien escoltó al técnico y a partir de las 00:00 horas, le marcaba cada hora hasta las 4:10 para ver si había podido recuperar los videos. El dueño de la tienda tuvo que intervenir para que el disco duro no le fuera entregado a Aldo González Loza, pues estaba convencido de que ahí estaba pasando algo raro y que debía entregarlo al MP. El propio Rubalcava le pidió disculpas al propietario por “la actitud del personal a su cargo y por agobiarlo”.
Sobre el asesino ocurrió también algo extraño. Solo el subdirector de Protección Civil, Emmanuel Gómez Mejía lo reconoció a través del video, pero aseguró no saber cómo se llamaba. Detalló que medía 1.70, delgado, de cara alargada, cabello negro y frente amplia. Recordó que lo había visto en un operativo contra talamontes y que ahí le dijo que trabajaba para Héctor González González, jefe de Áreas Protegidas y al mismo tiempo cabecilla de los “Claudios”. Ni el hijo de don Edmundo, ni la despachadora, ni su esposo que estaba con ella pudieron dar alguna característica del homicida, pero, inextricablemente, dieron santo y seña de la cómplice, una mujer robusta de la que hicieron hasta retrato hablado.
En las actuaciones de la averiguación previa consta que Adrián Rubalcava nunca fue considerado sospechoso de nada, más que de un actuar indebido al entrometerse en la escena del crimen. La entonces Procuraduría envió un desglose a Servidores Públicos por eso, pero luego se desestimó. En cambio, Kuri y Aldo González Loza sí eran vistos como probables responsables por haberse quedado con los videos y no haber informado al MP sino hasta días más tarde. Esa USB nunca llegó a la autoridad, solo el disco duro que entregó el dueño de la tienda.
A nueve años de este crimen no hay ningún detenido. Héctor González González fue requerido muchas veces para declarar, pues se supone era el jefe del asesino, pero luego fue encarcelado por otros delitos y ahí sufrió un atentado en 2019. Tan sombrío es este caso que no hay actuaciones desde 2013. ¿A quién se encubrió directa o indirectamente? Hay un grupo de investigadores, en su momento trabajadores de la Fiscalía y que siguieron el caso hasta donde pudieron, que creen que el homicida es el mismísimo Lenin Canchola. Que la descripción que hizo el subdirector de Protección Civil -la única que hay en el expediente- está torcida para que difiera de los rasgos reales de Canchola -alto y fornido-, quien en efecto trabajó, extraoficialmente, para Héctor González González cuando éste estaba en la Delegación. Sea quien sea el responsable de la muerte de don Edmundo, su caso es otro más que se archiva, que queda impune en el país de la impunidad, pero que no se olvida.
Enterado está, querido lector y recuerde: el infiltrado es usted.
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RÉPLICA