Este fin de semana, MORENA llevó a cabo el primer proceso de renovación interna del partido con las elecciones de los nuevos consejeros y consejeras que conformarán el Congreso Nacional del movimiento. La votación se realizó en dos jornadas, una el sábado en 20 estados y otra el domingo en el resto de las 12 entidades.
El proceso interno morenista estuvo marcado por la compra de votos, violencia y riñas en el centro de votación; numerosos críticos del gobierno y del partido hicieron de las redes el escenario ideal para descalificar y criticar el actuar de las huestes morenistas, que a trompadas y con chapuzas, intentaban apoyar a tal o cual grupo en el proceso.
Hay que ser muy claros, lo que vivió MORENA el fin de semana no es el mejor ejemplo de ejercicio político transparente, democrático y ciudadano, lejos se encuentra de ser el modelo a seguir y la “masividad” no justifica en lo absoluto la mala conducción del proceso, sin embargo, no me gustaría quedarme solo en la superficie del suceso.
Para un partido que hoy gobierna en 22 entidades de la república y que tiene en sus manos la presidencia no sería fácil conducir un proceso interno, son muchos los grupos, los interesados y la ciudadanía que ve en su oferta política la oportunidad que había esperado durante años. No es por echar sal en la herida, pero para un partido como el PRD hoy sería mucho más fácil hacer un proceso interno, pues no quedan muchos perredistas en sus filas.
Líderes políticos y opinadores de profesión se le fueron a la yugular al morenismo, con argumentos timoratos, se mostraron sorprendidos como si en nuestro México esta fuera la primera vez que un partido enfrenta irregularidades en sus procesos de elección interna. Rápidamente olvidaron los procesos internos priistas que estaban y están plagados de irregularidades, dedazos, decisiones cupulares y odios.
No hay que hacer un largo viaje en la historia política mexicana, apenas la semana pasada el mismo priismo era el protagonista del escándalo político nacional con una dirigencia enquistada que prefiere ver morir a su partido que reconocer sus fallas y retirarse lo más dignamente posible. Descalificaciones, filtraciones y chismes son el pan nuestro de cada día.
Insisto, lo que MORENA mostró el fin de semana no es el mejor ejemplo de ejercicio político, pero tampoco son los únicos que tienen que hacer mejor su tarea para ser un partido de vanguardia que aporte a la vida política nacional.
También creo prudente decir que es urgente que como sociedad encontremos nuevas maneras de participar políticamente, no hemos logrado abandonar viejas prácticas que nada aportan a la democracia.
En la vida política intervienen instituciones, partidos, liderazgos y ciudadanos; es indispensable que todos ellos evolucionen hacia ejercicios transparentes y democráticos, es por el bien de todos.
El fin de semana MORENA le quedó a deber a la democracia, de eso no hay duda, pero no son los únicos. Seamos críticos con todos, exijamos de las fuerzas políticas un comportamiento ejemplar que abone a la vida pública, a la democracia y al bienestar de todas y todos los ciudadanos.