Han pasado días, quizá semanas, desde que un Tsuru fue estacionado a unos 200 metros de una casona art decó erigida sobre la calle Alfonso Reyes, en la Condesa.
De esa casa se ha visto entrar y salir, perfectamente trajeado, al canciller Marcelo Ebrard. Es el año 2015 y ese Tsuru que parece abandonado es en realidad un centro de espionaje móvil. Se le adaptó una canastilla metálica en el techo como para cargar bultos, pero dentro de los tubos había un circuito de microcámaras que apuntaban a la casa y grababan 24/7 a Ebrard así como cada uno de sus movimientos. Las imágenes eran secundadas por escuchas ilegales ejecutadas desde una camioneta Van blanca apodada la “chismosa”, la cual daba vueltas por la zona y era operada por el agente de la entonces Procuraduría capitalina, José Roberto “N”.
Este columnista obtuvo documentos sobre el sistema de espionaje que presuntamente echaron a andar Héctor Serrano y Miguel Ángel Mancera en 2013 y en ellos viene uno de los testimonios más importantes para la investigación que hoy desarrolla la Fiscalía, el del agente Érick José Alfonso “N”, chofer del líder del proyecto espía: el agente Gustavo Cavallero.
Érick relata que desde abril de 2014 fue reclutado por Cavallero para intervenir teléfonos y mover recursos o “gigabytes”, como preferían referirse al dinero que al parecer le entregaba en persona Luis Ernesto Serna, ex secretario de Mancera.
Entre los archivos que reveló Érick aparece uno denominado “Discreción”, donde hay cientos de audios de llamadas interceptadas de manera clandestina a personajes como René Bejarano, Patricia Mercado, Dolores Padierna; Gerardo Fernández Noroña, Mario Delgado, Ricardo Monreal, René Cervera y varios periodistas, algunos de los cuales conozco personalmente, coincidimos en el diario Reforma y no tenían ni idea que fueron “escuchados” por los “pájaros” de Mancera.
No era un centro de espionaje, sino dos
Una de las grandes revelaciones del agente Érick es que el centro de espionaje levantado en el 15 de Manuel Márquez Sterling, apodado “Coliseo”, no era el único.
En la calle Obrero Mundial, en la Narvarte, fue montado el segundo, nombrado “Ludus”. Esto porque la entonces Procuraduría General de la República ya sabía del teje y maneje de “Coliseo”, por lo cual presuntamente Héctor Serrano y Cavallero decidieron mudar sus operaciones a ese edificio de cuatro niveles, fachada gris y que hoy son oficinas de un medio de comunicación.
“En esas oficinas de Obrero Mundial iba el señor Héctor Serrano con sus escoltas y en ocasiones iba a dicha dirección motivo por el cual sacaban a todo el personal, de las veces que estuvo en esas oficinas llegué a escuchar cómo platicaban Gustavo Cavallero y Héctor Serrano de las intervenciones e investigaciones que se realizarían, así como de apoderarse de algunos terrenos que estaban intestados o abandonados”, detalló el agente Érick.
En “Ludus” se elaboró un robusto expediente llamado “PRD Final”, donde se exponen supuestos nexos entre políticos y grupos de choque anarquistas. En un organigrama aparece la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel, a quien le achacaron que extraía recursos de MORENA para financiar al grupo de choque Frente Oriente, a través del fallecido diputado Balfre Vargas Cortés y Gerardo Fernández Noroña. En ese mismo organigrama aparece un supuesto vínculo entre Noroña y el líder anarquista Jesús Alejandro Montaño, detenido muchas veces por desmanes en marchas y trepar a la Estela de Luz en 2013, además de otros supuestos anarquistas como Gabriela Hernández Arreola y Carlos Esteban Jiménez Martínez. Los grupos que reventaban marchas en CDMX eran financiados también, según el equipo de espías de Cavallero, por el senador Rosendo Marín Díaz. Otra carpeta que resalta es la titulada “Alfredo del Mazo”, gobernador del Estado de México.
Fueron alrededor de 119 personajes políticos los que fueron espiados, más periodistas y civiles. El dinero que fluía a raudales desde el Zócalo terminaba en el edificio de la Policía de Investigación.
“Gustavo Cavallero me daba la instrucción de que me trasladara a las oficinas de la Jefatura de la Policía de Investigación para entregar un sobre con dinero, desconociendo la cantidad, pero se veían los fajos dinero en el interior del sobre a un agente de la PDI de apellido Morones. El elemento llegaría a la tienda OXXO para entregarle el recurso y él a su vez me entregaría en un sobre que en su interior había un dispositivo de almacenamiento USB, indicando el agente que se encontraban audios de los objetivos que había encargado Cavallero”, abunda el agente Érick, todo en el marco de la carpeta que integra la Fiscalía.
Fueron millones de pesos los que mantuvieron en pie estas operaciones ilegales, todo, según se indaga, para los fines políticos de Miguel Ángel Mancera. En la próxima entrega del #Infiltrado les contaré cómo agentes de Investigación eran usados no nada más para infiltrarse en marchas sino para realizar una guerrilla mediática contra los enemigos del Gobierno. ¿Quiénes son esos policías y por cuánto dinero vendieron, muy probablemente, su libertad? No lo creerá.
Informado está, querido lector, y recuerde, el infiltrado es usted.
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Réplica