La violencia criminal y los suicidios son fenómenos de larga data en la entidad Campechana; cada uno tiene su historia y a lo largo de esas historias el papel de las autoridades políticas en el desempeño de sus funciones ha dejado mucho que desear en cuanto a su atención y búsqueda de soluciones. En el caso de la primera, la violencia criminal, quizá podríamos situar sus inicios durante la etapa colonial en los ataques de piratas, bucaneros y filibusteros al puerto campechano y a la Isla del Carmen, dos de los sitios que más los padecieron. En lo que respecta al suicidio, este cobró singular importancia en la última década del siglo pasado, alcanzando uno de sus momentos de mayor crecimiento en la presente centuria cuando en 2011, junto con Yucatán, duplicó el promedio de la tasa nacional. Según el INEGI, en 2020 Campeche ocupó el octavo lugar en la estadística del país con una tasa de 7.7 suicidios por cada 100 mil habitantes, esto es, 75 casos en el año. Pero, según la Secretaría de Salud, en 2019 se registraron 101 suicidios, lo que significa que aún con un descenso importante la cifra seguía siendo muy alta y el problema muy grave. En el primer trimestre de 2022 hubo un incremento en el número de suicidios del 13.64% con respecto al mismo periodo del año anterior, según estadísticas del Colegio de Psicólogos del Estado de Campeche. Como señalamos, estos temas tienen larga trayectoria, lo que sorprende es que, respecto a los mismos, además de un crecimiento constante observamos similar desinterés o incapacidad gubernamental para enfrentarlos y resolverlos tanto en las administraciones priístas como morenistas, recordemos que la actual administración accedió a la gubernatura del estado el 16 de septiembre de 2021.
En efecto, la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, inspirada en el ejemplo presidencial, pero con un ánimo casi de intérprete de opereta cómica, se dedica a conducir el “Martes del Jaguar” y a viajar constantemente por toda la República para participar en actos de campañas políticas o de apoyo partidista, mientras que en el estado se incrementa la violencia criminal y aumenta el número de suicidios, en general, pero juveniles y de adolescentes, en particular, dos fenómenos preocupantes, que han encendido las alarmas de la sociedad campechana. Como poco se había visto, han tenido lugar en los últimos meses golpizas y asesinatos por ajustes de cuentas, balaceras en las calles y en los fraccionamientos habitacionales perpetrados a plena luz del día, que generan impotencia, horror y terror en la ciudadanía. Se habla de usureros de supuesto origen colombiano que se cobran con la vida si es necesario y que están agrupados en un cártel que llaman Pura Gente Nueva (CPGN); preocupa la presunta presencia de representantes de ese y otros cárteles que antes estaban muy lejos como el Jalisco Nueva Generación (CJNG); se rumora sobre la existencia de narco-fosas y han aparecido las narco-mantas. Se informa también que se han incrementado los feminicidios en la entidad… Bueno, hasta han vuelto a cobrar fuerza los piratas, que ahora atacan plataformas petroleras, entre otros blancos. Pero la gobernadora resta importancia a la situación tanto en su programa televisivo como en las entrevistas de banqueta, y distrae la atención refiriéndose a un solo caso de falso secuestro del que se aprovecha para desviar la atención del asunto de fondo. Mientras ella minimiza la situación, el gobierno federal autoriza la presencia de más elementos de la Guardia Nacional en el estado. Sansores anda ocupada en otros asuntos, entre tanto crece el miedo de la gente.
En la página oficial del Gobierno del Estado de Campeche se publicó una nota sobre la reunión que, el 28 de abril del año en curso, sostuvo la gobernadora con el secretario de gobierno y la secretaria de salud para presentar un proyecto a través del cual se busca prevenir el suicidio de adolescentes y jóvenes en Campeche que, en los últimos tiempos, se ha incrementado. Lo que es importante destacar de esta reunión es el posicionamiento de Layda Sansores, a quien le preocupa que se estudie como un problema de carácter hereditario. Insistió en ello, en que se averigüe si quienes tienden al suicido “tienen algún familiar que lo haya hecho”. ¿Desconoce o ignora los estudios médicos y científicos que existen sobre la materia y que señalan la necesidad de observar el fenómeno desde un abordaje integral y transversal que se preocupe por visibilizar el problema a través de un enfoque multicausal? Es más, en el propio estado, en 2015, la Universidad Autónoma del Carmen (UNACAR) publicó el libro colectivo El significado actual del suicidio en el estado de Campeche. No, no es casual ni es producto de la ignorancia el señalamiento de la gobernadora, debemos observar que al asumir esa posición Sansores San Román elude y borra con sus palabras las razones que tocan a factores tanto sociales como económicos y culturales y de salud pública. En efecto, al instruir que se ponga el foco de atención en las cuestiones de herencia familiar se desvían las posibles explicaciones relacionadas con otros factores como son los problemas financieros y laborales, la falta de oportunidad en el mercado profesional y en el espacio educativo, los problemas parentales y también los asuntos relacionados con las violencias intra y extra familiares y las que tienen lugar en las escuelas y aún en las iglesias: los abusos sexual y emocional; el maltrato físico, el alcoholismo, la drogadicción…, y aún los problemas de la población migrante. Solicita pues, la gobernadora que el problema se reduzca a un asunto casi exclusivamente psicológico, aún más, que se encuadre como un asunto de carácter genético. Y mientras ella busca explicaciones que como sociedad nos retrotraen a etapas de conocimientos superados, lo cierto es que adolescentes y jóvenes carecen de esperanzas.
¿Por qué importan estos dos temas y por qué ponerlos juntos? Porque en ambos casos hay que tener en cuenta un conjunto de factores que permitan las explicaciones integrales, transversales y multicausales para comprenderlos y explicarlos. Entre esos factores cobran sustancial importancia los que se desprenden del aspecto político y que es fundamental considerarlos para poder enfrentarlos y procurar solucionarlos. En efecto, la política constituye un ámbito de acción e interés público que resulta imprescindible para buscar e instrumentar soluciones, y el diseño de políticas públicas para contener esos fenómenos es parte esencial de la responsabilidad de la gobernadora, como máxima representante del poder ejecutivo en el estado, y de las autoridades en su conjunto. Estos asuntos ni son falsos –en cuanto a la violencia–, ni son hereditarios –en cuanto al suicidio–, y no van a desaparecer ni se van a solucionar recurriendo a negarlos, minimizarlos o tratar de explicarlos por causas genéticas como ha sido la estrategia gubernamental.
En fin, que en esta era de la política como espectáculo, en este reino de la política de fantasía en la que la realidad es la que el político/servidor público o la política/servidora pública en turno quiere que sea, cuando no se está promoviendo algún escándalo desde las máximas esferas del poder –nacional, estatales, municipales–, cuando no se está persiguiendo o atacando a opositora/es o crítica/os, cuando no se anda haciendo campaña política aunque las leyes electorales lo prohíban, o se está difundiendo algún audio ilegal para ganar audiencia –que no fortalecer a la ciudadanía– aunque ello implique que quien debe garantizar el respeto a la ley la viole de forma flagrante, cuando no se está haciendo eso entonces la estrategia es exaltar los supuestos logros gubernamentales, aunque estos no se vean más allá de las notas de gobierno… Todo es fiesta, en Campeche no hay violencia criminal y los suicidios son culpa de la herencia familiar, aquí no hay miedo ni desesperanza, y si lo duda vea usted el Martes del Jaguar.
Fausta Gantús | Escritora e historiadora. Profesora e Investigadora del Instituto Mora (CONACYT). Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes en Ciudad de México y en Campeche. Autora del libro Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888. Coautora de La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892. Ha coordinado trabajos sobre prensa, varias obras sobre las elecciones en el México del siglo XIX y de cuestiones políticas siendo la más reciente el libro El miedo, la más política de las pasiones. En 2020 publicó también el libro de creación literaria Herencias. Habitar la mirada/Miradas habitadas.