Con vestimenta negra y casco blanco, una particular figura recorre las calles de la Ciudad de México en motocicleta entre sonrisas y pulgar alzado. Durante 37 segundos se observa un prodigio de versatilidad: valerosa acompañante, cercana persona, diligente capataz y fresca funcionaria que cautiva al ritmo de As it was de Harry Styles.
El video que publicó el lunes la Jefa de Gobierno en Twitter, a propósito de sus inspecciones al Sistema de Transporte Colectivo, sugieren intentos por renovar su imagen y expandir audiencias. Pero no es la única.
En el contexto de su visita a Corea del Sur, el Canciller Marcelo Ebrard se sumó al BTS Army. A través de TikTok mandó saludos a los seguidores de la banda de pop coreana, compartiendo que su canción favorita era ‘Dynamite’ -la cual curiosamente pronuncia mal-. Entre los comentarios le piden al ‘Tío Marcelo’ que, al llegar a la presidencia, asuma como asunto de Estado traer a la banda a México.
Aunque Harry Styles y BTS tienen cientos de millones de seguidores, y son de las voces más sonadas en todo el mundo, otros prefieren apostar a sus atributos personales. Con ¿rimas? como: “El futuro abanderado sin ser nunca mencionado, aunque todos me conozcan por las reformas de AMLO”, el #RapReal se difundió en Twitter en voz de su autor: Ricardo Monreal.
Estamos apenas en las vísperas de caudales mayores de vergüenzas propias y ajenas. Quienes aspiran a los cargos rumbo al 2024 nos irán inundando cada vez más de desplantes cursis y creatividad cuestionable. Esto no es nada nuevo: hacer el ridículo antes y durante las campañas electorales es hábito de la política nacional, y en ocasiones hasta les funciona.
Pero lo interesante de la próxima elección presidencial es cómo los que aspiran al puesto buscarán posicionarse con un modelo de comunicación política en plena transformación. Las redes sociales han comenzado a desplazar a las fuentes tradicionales de información, como la radio y la televisión.
Poniéndolo en perspectiva, en México tres de cada cuatro personas con más de seis años es usuaria de internet, según una encuesta del INEGI y el IFT. Las principales tres actividades que realizan son: comunicarse, buscar información y acceder a redes sociales.
Las personas de entre 18 y 24 años son el grupo con mayor uso: 93.4% cuenta con internet, y lo utilizan, en promedio, hasta 6.3 horas diarias. Le siguen los de 25 a 34 años con 90% y 5.6 horas promedio de uso diarias, y los niños y niñas de entre 12 a 17 con 90% y 5.5 horas.
Estos datos implican que el voto joven y de muchas de las personas que irán por primera vez a las urnas en 2024 son consumidores intensivos de internet. ¿Y por qué interesan tanto estas audiencias? Porque según el INE, los de entre 18 y 34 años representan 40% de la gente que puede ir a votar.
Esos votantes jóvenes recurren cada vez más a las redes sociales como lugar de entretenimiento, pero también como fuente de información, donde abunda la desinformación y manipulación de los algoritmos y los influencers. Un tweet, una historia de Instagram o un sonido pegajoso en TikTok pueden influir más que las mesas de opinión, las columnas en la prensa, o ¡Dios guarde! leer una plataforma electoral. Estos son los nuevos desafíos de los políticos, pero también de una sociedad que debería aspirar a mejores gobernantes. Mientras tanto, vayámonos acostumbrando a la nueva ola de motos, fanáticos de ocasión y raperos.