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OPINIÓN

Latinoamérica ya no es la misma para una Cumbre de las Américas

Desde México hasta Argentina, el continente está inmerso en un proceso de recomposición política. | Alicia Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

La Cumbre de las Américas celebrada la semana pasada en Los Ángeles comenzó y finalizó sin éxito ni gloria; y es que a lo largo de todo el continente se advierte un ambiente que se asemeja más a un polvorín que a la unidad que el presidente estadounidense, Joe Biden, quería transmitir. 

La primera estocada a la Cumbre la dio por el propio Biden al excluir a los mandatarios de Venezuela, Cuba y Nicaragua; como respuesta el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se negó a asistir dando el segundo sablazo a uno de los foros políticos y de cooperación que por mucho tiempo fue considerado el más importante del continente. Ambos hechos, sin embargo, dieron prueba irrefutable de una América dividida y más allá de eso, muestran que el continente está lejos de ser lo que fue cuando se inauguraba la primera Cumbre de las Américas 28 años atrás.

Desde México hasta Argentina, el continente está inmerso en un proceso de recomposición política; en Colombia es un hecho que el pueblo colombiano cambiará a las élites políticas que han dominado el poder por décadas y es probable que por primera vez el país tenga un gobierno de izquierda; en Brasil existen posibilidades de que Luiz Inacio Lula da Silva vuelva a la presidencia. A finales del año pasado, en Chile y Honduras, Gabriel Boric y Xiomara Castro, vencieron con facilidad a sus contrincantes de derecha y; en El Salvador, Uruguay y Ecuador una ola de derrocamientos de gobiernos de derecha se hizo sentir los tres últimos años. Mientras tanto, en México y Argentina los electores socavaron a sus respectivos presidentes al buscar un equilibrio de poderes durante las jornadas electorales intermedias del año pasado. 

En pocas palabras, el hartazgo social generalizado en latinoamericana se ha volcado a una combinación política prácticamente de izquierdistas y de líderes populistas que busca pluralidad y proyectos nacionalistas. 

En este contexto regional tuvo lugar la Cumbre de Los Ángeles, y pese a que el presidente Biden ha querido revalorizar al multilateralismo y a América Latina como espacio de influencia, poco ha podido hacer con esta oleada política latinoamericana que lleva intrínseco un sentimiento antiestadounidense que mina las bases de una integración propuesta por Estados Unidos en el seno de la Cumbre de las Américas y en la que los objetivos de Washington fueron los de imponer una agenda acorde a sus intereses sin detenerse a pensar que la Cumbre albergaría un nutrido grupo de “progresistas” latinoamericanos. 

Si bien problemáticas como las de las inversiones y oportunidades económicas para la América Latina, cambio climático y migración fueron las elegidas para ser atajadas durante la Cumbre, también reflejan grandes asimetrías con respecto a la forma en la que Estados Unidos y cada uno de los países de América Latina quieren abordar estos temas y en los cuales, China se ha ido consolidando como una opción nada despreciable, particularmente en el ámbito económico, cuestión, cabe decir, está más relacionada con las dificultades del presidente Biden de presentar proyectos concretos y a que no logra romper con el fantasma de las políticas que implementó su antecesor, Donald Trump. 

En fin, en los meses por venir se verá cómo los Estados Unidos de Joe Biden sortearán el mapa político que está por consolidarse en América Latina, y que se configura en una situación de mayor inestabilidad y polarización política y social, pero con más proyectos de autonomía y con un claro deseo de continuar con unas buenas relaciones con la principal potencia histórica, y al mismo tiempo con un estrecho vínculo económico con China.