En la invasión de Ucrania los costos humanitarios son los más dolorosos, pero al mismo tiempo, la economía internacional tiembla cada que un misil es lanzado.
El economista y premio Nobel 2008 Paul Krugman, apunta que las guerras no benefician en absoluto a ninguna nación, por lo menos en este siglo ya no es así. Invadir un país cuesta y cuesta mucho, más aún cuando el mundo entero te aisla en una burbuja financiera que eventualmente será insostenible. Es el caso de Rusia.
Vivimos en un mundo globalizado. Aludiendo a la dialéctica geopolítica del centro-periferia, los países con economías más fuertes y dominantes (el centro), someten y trazan las líneas económicas y políticas de quienes apenas sobrellevan su ritmo comercial con dependencia en su balanza comercial con estos países centrales, (la periferia).
Ahora, este modelo económico no sólo trae estrechos nexos comerciales entre los gobiernos, a través de los consorcios trasnacionales. Es así, que si una empresa localizada en el distrito financiero de Nueva York, decide romper relaciones con un país a miles de kilómetros, esto provocará un efecto mariposa en cualquier nación donde se encuentre.
La historia nos enseña que siempre, quienes tienen menos son quienes terminan generalmente pagando los costos políticos y en este caso económicos por decisiones incluso en las que ni siquiera tuvieron voz, mucho menos voz.
“Los Estados centrales, en cambio, no se desvanecen, sino que florecen y afirman su fortaleza.” apuntan Víctor Flores y Abelardo Mariña en su libro Crítica de la globalidad, dominación y liberación en nuestro tiempo (FCE): Es por ello, que las consecuencias de decrecimiento más profundas que provocarán las decisiones tomadas por el G20, repercutirán con mayor fuerza en países que conforman el G20.
Lo que está sucediendo mientras usted lee este texto en Ucrania traerá serios efectos a la economía mundial, y vayamos a los puntos más importantes…
Rusia es un exportador muy importante de petróleo y gas, produce aproximadamente el once por ciento de la producción mundial y gas en el mundo, ahora otra de las aristas que más han preocupado a analistas y autoridades en la Unión Europea es la latente decisión que Rusia podría eventualmente tomar si dejara de exportar gas, y si bien Europa depende estrechamente de este intercambio económico, es más fuerte esta relación durante el invierno, es decir; de continuar esta guerra, Europa tiene algunos meses para buscar alguna solución.
Por otro lado; Rusia y Ucrania exportan un cuarto de las necesidades de trigo mundiales, es por ello que el impacto en energéticos y precios de alimentos será mayúsculo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recientemente publicó su índice de precios de alimentos respecto a febrero en un record histórico, en un promedio de 140,7 puntos, particularmente debido al alza en los aceites vegetales y productor lácteos.
Las disrupciones en las cadenas de suministro especialmente en los cereales han provocado un aumento en las cotizaciones de los cereales secundarios, es decir; en el conjunto de maíz, sorjo, mijo, cebada, avena y centeno, la FAO señala que los precios del trigo incrementaron 2,1%, ya comentaba que nuestros dos principales actores involucrados en el conflicto bélico, como ya comentábamos son grandes exportadores de trigo al mundo occidental.
Ahora, esta alza en los precios por supuesto que han exacerbado la de por sí, alta inflación que la mayoría de los países globalizados están experimentando y el impacto llegará más temprano que tarde a los bolsillos de ciudadanos a pie que probablemente jamás habían oído hablar de estos países.
Es tiempo que veamos como las grandes potencias económicas, unan esfuerzo no con tibieza, si no con determinación y acciones concretas, para terminar esta guerra y sobre todo; para apoyar a los países menos favorecidos en la periferia; de no ser así, la crisis económica del virus bélico, será peor que la provocada por el virus SARS-COV2.