Con la eliminación de la selección mexicana de la copa mundial de futbol 2022, salieron una vez más a la luz los males que agobian este deporte en México, mismos que para algunos, son las causas del fracaso del equipo nacional, una vez más.
Los argumentos, son los mismos que escuchamos cada cuatro años desde hace muchas décadas. Los periodistas y comentaristas deportivos más aguerridos como siempre, señalan a la mafia que maneja el futbol en nuestro país comandada por las televisoras como responsables de la mediocridad del balón pie mexicano. Un grupo de “oligarcas”, mencionó Roberto Gómez Junco, son los dueños del balón en México.
Hasta Denisse Merker salió en “mangas de camisa” para externar lo que en sus palabras fue una grave humillación a los mexicanos en un deporte que nos une a “todos” y hasta se atrevió a señalar que las televisoras eran cómplices del fracaso por pensar únicamente en la parte del negocio de este deporte tan popular que “promueve la unidad”, dijo.
Casi todos los analistas y comentaristas deportivos despotricaron contra el despilfarro en sueldos pagados, más de 3 millones de dólares anuales, a los auxiliares del cuerpo técnico durante cuatro años. Un grupo de “extranjeros” que nos vendieron espejitos. En tono de sorna, John Suttclifee de ESPN comentó que, “cada quien se agarra a su güey”.
Llama la atención cómo todas las voces de los líderes de opinión deportiva, incluso las ajenas, se unieron para protestar lo que calificaron de fraude, corrupción, clientelismo, amiguismo, cinismos y demás adjetivos denostativos contra quienes dirigen, administran, gestionan y malversan el deporte más popular en México. El futbol.
Parece sintomático que fueran todos esos argumentos y calamidades que aquejan al futbol mexicano los que precisamente le allanaran el camino a la 4T para llegar al gobierno de la República en 2018. Corrupción, malversación, abuso, contubernios, beneficio de unos cuantos, influyentismo, desfalcos y de más prácticas desleales que aquejan al país entero en casi todos los sectores y segmentos de la sociedad.
Irónicamente, parece que hoy más que nunca, el futbol es el reflejo de lo que ha sido el país durante al menos los últimos 40 años y, mientras unos cuantos sigan dirigiendo al futbol que, son algunos que también dirigen la economía nacional, seguiremos viviendo de fracasos, de fraudes, quiebras, chanchullos y despilfarros descomunales para muchos y grandes beneficios para unos cuantos.
Y es que por más que no se quiera ver, como en otros sectores y segmentos de negocios, el futbol mexicano se ha convertido en mercancía expuesta en los escaparates de la globalización y ha sido puesto a disposición de los capitales y “talentos” extranjeros, pues aún en estos días, existen connacionales que anhelan la luminiscencia del extranjero para colocar a México en las sendas del primer mundo.
El futbol es un claro ejemplo de cómo un grupo de mexicanos está dispuesto a entregar los recursos, talentos, capacidades y riquezas nacionales a los extranjeros que generalmente le “prometen” a ese mexicano anhelante que lo llevarán al progreso del primer mundo, mientras que el extranjero asume el control y derecho a “usufructuar” para sí y para esos mexicanos abyectos, la rentabilidad de las riquezas y talentos nacionales.
¿Tienen algo de lo malo los extranjeros? No, por supuesto que no, por el contrario, en algunos casos son excelentes aliados y en otras tantas guías para alcanzar objetivos, lo malo está en quienes como revela Luis Sptota en su obra “Casi el Paraíso” existe una clase de mexicanos que se deslumbran con facilidad con lo que viene de fuera, por el simple hecho de verse “distintos” y hablar un idioma, que no es el propio, y les endulza el oído.
Me parece que hoy como nunca, el futbol ha desnudado las carencias de visión y capacidades de algunos mexicanos que por “inocentes” o consientes de ello, sacrifican el bienestar colectivo que, como dijo Merker, su leimotiv son las ganancias monetarias que llevan a sus arcas.