CRISTINA KIRCHNER CONDENADA POR CORRUPCIÓN

¿Final de época? Argentina: jaque a la Reina

Cristina Kirchner fue condenada por corrupción, así se pone en evidencia una época acaba de entrar en su etapa final. | José Vales

Escrito en OPINIÓN el

Más de 14 años después de iniciada la investigación y a tres del inicio del juicio, la expresidenta y actual vicepresidente argentina, Cristina Kirchner fue condenada por corrupción. Seis años de prisión y la inhabilitación para ejercer cargos públicos. Una condena que, pase lo que pase en los dos procesos de apelación que le quedan por delante a la condenada, no se verán realizados. 

La condena sacudió a toda la política argentina. Pero el verdadero veredicto que puso en la situación política más difícil para “la Reina” sin corona, surgió de las últimas encuestas y de la pauperización de su imagen en los distritos más populares del conourbano bonaerense, allí donde “ELLA” (como se refieren a la vicepresidenta sus acólitos), hasta no hace mucho era ama y señora de los votantes. 

La respuesta inmediata al veredicto del tribunal, leído en la tarde del martes, fue un streaming desde su despacho en la vicepresidencia, donde Fernández de Kirchner sobreactuó el mismo guion de los últimos tiempos. Acusó a Héctor Magneto, CEO del Grupo Clarín (y el mismo al que en su alegato había vinculado en negocios con su difunto esposo, el expresidente Néstor Kirchner), de estar detrás “de un Estado paralelo”, habló de mafia judicial. Allí mismo advirtió que no será candidata a “nada”. 

“No voy a someter a la fuerza política que me dio el honor a que la maltraten en un período electoral con una candidata condenada. Bueno, no voy a ser candidata. Una muy buena noticia para usted, (Héctor) Magnetto. El 10 de diciembre del 2023 no voy a tener fueros, no voy a ser vicepresidenta. Pero mascota de usted nunca, jamás…”

La evidencia es contundente. “La Reina” está en jaque. Para semejante renunciamiento, que sacudió las estructuras del kirchnerismo que depende de su figura para conservar una vasta cuota de poder, es el resultado no de la condena del Tribunal Oral Federal 2, sino de los estudios de opinión, de la voz de la calle, cada vez más renuente a tolerar su figura, y su autopercepción de progresismo cuando los niveles de pobreza en una sociedad por demás golpeada, superan ya el 40 por ciento de la población y la intervención en la economía ahoga la actividad en distintos sectores.

Solo resta observar la escasa movilización en su apoyo a los Tribunales o las expresiones de apoyo que llegaron de los presidentes latinoamericanos amigos, que fueron desde el mexicano, Andrés Manuel López Obrador a el boliviano, Luis Arce, pasando por el cubano, Miguel Díaz Canel. Un dato llamativo, que no puede pasar desapercibido en el mundo político sudamericano y mucho menos en el núcleo duro del kirchnerismo, fue el pase de verónica del electo presidente brasileño, Luiz Eduardo Lula Da Silva, quien no se expidió al respecto. Le bajó el nivel “diplomático” al asunto, al encargarle esa tarea a la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann. Y ahí sí que la realidad alza la voz: ya no quedan alfiles para defender a “la Reina” y los escasos peones no dan abasto. 

Además, es sabido que cuando los animales políticos huelen, sobre el terreno, el final de época, o se esconden en su caparazón o rumbean para otro lado.

La corrupción en la obra pública en la provincia embrionaria del kirchnerismo, Santa Cruz, está sobradamente probada. Los fiscales habían solicitado al Tribunal 12 años de prisión pero los jueces desistieron de encontrar a la expresidente como culpable del delito de asociación ilícita. No obstante, la corrupción en el poder en Argentina, que en tiempos de Carlos Memem (1989-1999) se escribía con C de Carlos, entre el 2008 y el 2015, comenzó a escribirse con K, de Kirchner. Jugarretas de la grafía para una sistemática avaricia de construir poder. 

Menem fue condenado cuando ya era vicepresidente y se refugió en el Senado, negociando apoyo a distintas leyes por favores políticos judiciales que terminaron por absolverlo en el 2018. Falleció en 2021 sin regresar a la prisión que había conocido en tiempos de la Dictadura militar (1976-1983). En cambio, “la Reina Cristina” es la primera vicepresidente en funciones y dueña absoluta del actual gobierno, en ser condenada en la historia del país más austral del continente. 

Una condena que no será cumplida. El proceso de apelación puede demandar entre dos y tres años. Ella tiene fueros políticos hasta diciembre de 2023 y el próximo febrero cumplirá 70 años. La edad en que la legislación penal argentina establece para que un reo pueda gozar del beneficio de cumplir prisión domiciliaria. 

No obstante, el veredicto, es un antecedente vigoroso y goza de una carga histórica de difícil objeción.  

Esa condena agrava la situación personal de la viuda de Kirchner ya que le abre las puertas a otras dos eventuales condenas en causas que se tramitan en los Tribunales: por lavado de dinero, caratuladas como “Hotesur-Los Sauces” y la de “Los cuadernos de la corrupción”, esta última sin fecha de inicio aún.

Principalmente es la primera, la que aparece como más complicada para el futuro de la primera familia del país. No sólo “ELLA” puede terminar acusada sino también sus hijos, el diputado Máximo Kirchner y la cineasta, Florencia Kirchner –la única de la familia que no está protegida por los fueros– la que, según fuentes cercanas a la familia, presenta un frágil estado de salud.

Un panorama personal, el de “la Reina”, que tiene su correlato en la situación económica del país y en la debilidad extrema de su gobierno delegado en la figura del presidente Alberto Fernández. La fragilidad se denota por todo sus costados, con una justicia que acaba de mostrar un intento tibio por redimirse a los ojos de la sociedad, y el jaque permanente en que aparece Cristina Kirchner y, por extensión, su gobierno. Con todo ello, no haría falta mucho más que evidenciar que una época acaba de entrar en su etapa final.