Carmen Zazueta fue una indígena guarijía que nació en la primera mitad del siglo XX (hasta el momento, no me ha sido posible precisar su fecha de nacimiento). Comencé a interesarme en su vida debido a que militó en el Comando Guerrillero Óscar González (CGOG), grupo de guerrilla rural que actuó en las inmediaciones de Quiriego, una pequeña población de la región montañosa del sur de Sonora, muy cerca de la frontera con Chihuahua.
El CGOG formó parte de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S o la Liga; una organización guerrillera con presencia en la mayoría de los estados del país) y tuvo un periodo de existencia de agosto de 1973 a enero de 1975, aproximadamente. Carmen Zazueta se incorporó a principios de 1974.
Quienes militaban en este tipo de organizaciones armadas y clandestinas elegían seudónimos para identificarse entre ellos. Se trataba de una cuestión de seguridad para que, en caso de captura por parte de las fuerzas estatales, tuvieran poca información (la cual era sistemáticamente arrancada por medio de torturas). Carmen Zazueta eligió el seudónimo de “Juana”.
El CGOG logró crear bases de apoyo muy sólidas en la región en la que interactuó, particularmente entre miembros de la nación guarijía. En consecuencia, soldados y policías violentaban a gente que vivía en las localidades en las que el comando tenía bases de apoyo y que, según sospechas, ayudaban a militantes del comando guerrillero (en ocasiones tenían razón, pero no fue así en todos los casos).
En ese contexto, el comando tuvo tres adhesiones: Severo Zazueta, Celestino Ruelas (un maynate o chamán guarijío; una figura de mucha autoridad dentro de la nación indígena) y la mencionada Carmen Zazueta. Según Miguel Topete (quien formó parte del CGOG), Carmen “representaba, dentro de la población, un gran apoyo para el comando” (2009, p. 150). El exguerrillero también brinda algunos elementos para entender su integración: “el comando percibió que esta compa ya estaba en la mira de las fuerzas represivas y decidimos integrarla al comando como militante. Ella aceptó de buena gana” (Topete, 2009, p. 150).
Carmen Zazueta militó en el comando durante algunos meses. Sin embargo, para la segunda mitad de 1974 fue expulsada. Hay diferentes explicaciones de por qué se tomó la decisión. Se menciona, por ejemplo, que la guerrillera “no cumplió con los requisitos físicos” (Cedillo, 2018, p. 102) necesarios para la demandante vida en la sierra; el testimonio de Topete mantiene que “pese a su gran esfuerzo, [Carmen Zazueta] no denotaba ningún progreso en cuanto a su instrucción militar, esto representaba un gran peligro para ella, y un gran problema para el grupo y decidimos separarla” (2009, p 151). Otra versión señala que se trató de “situaciones personales” (Pastén, 2018, p. 51), lo cual seguramente hace referencia a que “Juana” era esposa de Severo Zazueta (quien también formaba parte del comando), pero ya no tenían vida marital. Carmen Zazueta y Celestino Ruelas (el maynate guarijío) se habían enamorado y vivían su militancia guerrillera como pareja.
Si bien Carmen Zazueta fue la única militante del comando como tal, entre las bases de apoyo guarijías hubo otras mujeres que colaboraron, de diversas formas, con la lucha del CGOG. Así, sería muy valioso e interesante realizar más acercamientos a la temática desde una perspectiva de género. De entrada, en el caso de la Liga, la dirección de la organización llamaba a la liberación de la población, pero se encontraba inserta en el orden patriarcal y nunca lo criticó (por lo menos, no abiertamente). Las agendas feministas no fueron centrales para quienes dirigían la Liga. Incluso, similar al reparto de tierras, podían llegar a considerarse como aspiraciones “pequeñoburguesas” que desviaban la atención de la lucha revolucionaria anticapitalista.
En el caso de Carmen Zazueta, hay que agregar que también era indígena, lo cual la colocaba en la intersección de varias condiciones sociales violentadas de forma sistemática. Así, “Juana” representaba un ejemplo paradigmático de lo que la Liga (y muchas otras expresiones de movilización y militancia política de izquierda durante la época) querían acabar (Cedillo, 2018). Con todo, los compañeros de Carmen en el CGOG dieron más importancia a otros aspectos y terminaron por expulsarla.
De esta manera, queda abierta la posibilidad de seguir explorando qué implicaba ser mujer y, al mismo tiempo, optar por las armas y la clandestinidad como formas de expresión política. Si bien ya hay avances, aún no sabemos con detalle las particularidades de la vida guerrillera para las mujeres en el México de los años setenta.
Referencias:
Cedillo, Adela (2018): “The 23rd of September Communist League’s Foco Experiment in the Sierra Baja Tarahumara (1973-1975)”. En México Beyond 1968: Revolutionaries, Radicals, and Repression During the Global Sixties and Subversive Seventies, editado por Jaime Pensado y Enrique Ochoa, 92-112. Tucson: University of Arizona Press.
Pastén, Erick (2018): Acción y reacción: La Liga Comunista 23 de Septiembre, contrainsurgencia e ideología en el estado de Sonora (1973–1981), Tesis de licenciatura en Historia. Hermosillo: Universidad de Sonora.
Topete, Miguel (2009): Los ojos de la noche. El comando guerrillero Óscar González. Guadalajara: Taller Editorial la Casa del Mago.
*Cuitláhuac Galaviz Miranda | Doctor en estudios del Desarrollo. Problemas y perspectivas latinoamericanas por el Instituto Mora, Maestro en Sociología Política por la misma institución y Licenciado en Historia por la Universidad de Sonora. Autor del libro Las movilizaciones estudiantiles de 1970-1973 en la Universidad de Sonora. Ensayo sobre las influencias de los sesenta globales en un contexto local (2021). Mi artículo “La Liga Comunista 23 de Septiembre en las montañas del sur de Sonora. Una historia del Comando Guerrillero Óscar González (1973-1975)” será publicado próximamente en la revista Signos Históricos. Soy miembro de la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, de la Red de Estudios sobre Conflictos Universitarios y Movimientos Estudiantiles y de la Sociedad Sonorense de Historia.