El pasado mes de noviembre, se llevó a cabo la vigésimo séptima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27); en la ciudad egipcia de Sharm El Sheij, que se realiza año con año. Sí, esto quiere decir que llevamos 27 AÑOS hablando globalmente de la urgencia de actuar como humanidad para reducir las emisiones de gases y compuestos de efecto invernadero y con ello evitar que la temperatura del planeta aumente y podamos seguir existiendo en un planeta “estable” en su clima, y que la vida humana junto con las demás especies (pues nosotros los humanos, somos una especie más) siga tal cual y la conocemos. Tristemente esto no sucede, sino todo lo contrario, la temperatura del planeta sigue aumentando.
Hoy, la temperatura es mayor a la de hace 27 años, seguimos utilizando energías fósiles como fuente de energía principal y con ello, estamos viviendo ya las consecuencias devastadoras a lo largo y ancho del Planeta Tierra.
Además, esta COP 27 se sucedió en un ambiente bastante controversial debido a las represiones por parte del gobierno egipcio sobre activistas que se manifestaron días antes de llevarse a cabo este encuentro global, los cuales fueron detenidos, haciendo ver la restricción a la libertad de expresión –derecho humano básico– y por ende, el que no se reconozca la interdependencia entre el respeto al medio ambiente y los derechos humanos; pues reconocerlo así es esencial para garantizar el acceso a la justicia de las comunidades afectadas por los desastres climáticos, ya que de no existir justicia ambiental, no podrá existir justicia social.
Dentro de lo más destacable, esta COP 27 se centró en crear un mecanismo de compensación por pérdidas y daños para los países en vías de desarrollo más vulnerables ante el cambio climático, y avanzar en la reducción de emisiones de gases y compuestos de efecto invernadero. El principal logro fue, la creación de un fondo de compensación para intentar poner fin a las injusticias que se acrecientan en las regiones más vulnerables socioambientalmente que sufren las afectaciones al cambio climático. El compromiso fue que los países desarrollados, que a lo largo de la historia han contribuido a la mayor cantidad de emisiones de gases y compuestos de efecto invernadero, retribuyan a los países en vías de desarrollo en sus pérdidas y daños que el cambio climático ha causado, y que seguirá causando cada vez de manera más intensa. Claro que no se especificó cómo se financiará y qué países recibirán los fondos, esto se acordó que será algo a discutirse en junio del 2023 en París en el marco de la Agenda de Bridgetown y se espera que los primeros pagos empiecen a llegar después de esta reunión.
Cabe mencionar, que los países en vías de desarrollo insulares o que tienen grandes litorales, son los que de primera mano ya sufren las consecuencias del cambio climático, pues son los que geográficamente se encuentran en situaciones más vulnerables y sin los recursos financieros, tecnológicos y de infraestructura, así como falta de desarrollo de capacidades en la adaptación, para hacerle frente a los huracanes cada vez más intensos, sequías prolongadas y la elevación del nivel del mar, que hace que ya hoy estén perdiendo su territorio.
Crear el fondo de compensación fue el resultado de que en las negociaciones cobraron fuerza las evidencias científicas del último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y de evidencias tangibles como las grandes inundaciones que este verano dejaron bajo el agua gran parte del territorio de Pakistán, y que causaron lamentablemente pérdidas humanas además de pérdidas económicas hasta por unos 30 mil millones de dólares.
Asimismo, el tema del financiamiento que se acordó desde hace años y que en la COP anterior parecía inminente sobre los 100.000 millones de dólares anuales que los países desarrollados se comprometieron a aportar y que hasta la fecha no se ha concretado, dejó ver que ese recurso es insuficiente para atender esta crisis y pone en tela de juicio si esta nuevo fondo de compensación podrá ser una realidad.
El otro gran objetivo planteado, fue avanzar en la reducción de emisiones de gases y compuestos de efecto invernadero y endurecer las medidas para transitar hacia una ruta de descarbonización, sin embargo, en este aspecto no se llegaron a acuerdos contundentes. La cumbre dejó ver las dificultades que existen para encontrar un consenso en un contexto actualmente marcado por la guerra de Ucrania, la crisis económica y la crisis energética sobre todo en Europa. Con ello, la meta del Acuerdo de París de que la temperatura promedio global no aumente los 1.5 grados centígrados, hasta ahora, no parece ser alcanzable, pues hoy el calentamiento promedio global ya aumentó en 1.1 grados centígrados, y si para 2030 necesitaríamos reducir las emisiones un 45%, con las propuestas actuales llegaremos sólo al 10%.
Por otro lado, algo favorable, es que este año se sumaron más países al acuerdo de Glasgow, que fue firmado en 2022 y propone reducir las emisiones de metano en un 30% para fines de esta década, pues el metano es un gas de efecto invernadero muy nocivo ya que permanece 20 años en la atmósfera y tiene un poder de calentamiento 80 veces más fuerte que el bióxido de carbono.
En ese mismo sentido, Lula da Silva, el futuro presidente de Brasil, presentó su visión para la Amazonía, la mayor selva tropical y pulmón del mundo, donde promete protegerla y llevarla a la cero deforestación y degradación al 2030. Por su parte, México anunció reducir el 35% de gases y compuestos de efecto invernadero al 2030, en lugar del 22% que se tenía en su anterior Contribución Nacionalmente Determinada (NDC, por sus siglas en inglés) con respecto a su línea base a través de 44 medidas.
La evidencia científica y lo que ya estamos viendo y palpando que está pasando es muy claro, y cada vez el tiempo se acorta para llegar a un punto de no retorno, esperemos que no tengan que pasar otros 27 años para que los intereses económicos sigan estando por encima de los demás intereses y voluntades políticas,. Que este tipo de encuentros como las COP´s no sean, como bien dice Greta Thunberg, puro bla bla bla y de “irse a tomar la foto”, sino que sean espacios de acuerdos globales y sobre todo de toma de ACCIÓN e IMPLEMENTACIÓN, compromiso y corresponsabilidad de todos los sectores de la sociedad, para poder frenar el aumento de la temperatura y podamos hacer frente en la adaptación, como en la mitigación a los efectos que el cambio climático ya está haciendo en nuestro único hogar, nuestro Planeta Tierra. Nuestra existencia junto con la de muchas otras especies, depende de ello.
* Ximena Celis Barquera
Coordinadora de Cambio Climático, en Política y Legislación Ambiental (POLEA). Maestra en Cooperación Internacional para el Desarrollo por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora y Maestra en Educación Ambiental por la Universidad ORT México. Cuenta con una licenciatura en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Ciudad de México, además de contar con estudios en la ESC Rouen, Francia. Cuenta con 10 años de experiencia trabajando en proyectos ambientales, sobre todo en temas de educación ambiental, ecotecnologías, agua, gobernanza y participación ciudadana, así como adaptación al cambio climático.