La reforma electoral impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador terminará por dinamitar no solo instituciones respetables como el INE o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, también pone en jaque a otras con una reputación bastante endeble como el PRI y el PAN al cooptar a sus liderazgos o, de plano, someterlos con la amenaza de la cárcel.
En los #Recovecos de la semana pasada anticipaba cómo hay señalamientos directos a Ignacio Mier, coordinador de Morena en la Cámara de Diputados, de tener acuerdos con Alejandro a(m)lito Moreno, presidente del PRI y diputado federal, para ceder al priísmo un par de consejeros electorales a designar el próximo año, mientras hay quien tiene información de un sector del PAN en busca de salvar el pellejo de corruptelas del pasado si acuerdan temas como la segunda vuelta electoral.
Poco a poco se corren velos. Jorge Álvarez Maynez, diputado de Movimiento Ciudadano, ha puesto el cascabel al gato y acusó al PRI de pactar con Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación, esa reforma electoral. La respuesta del propio a(m)lito fue un escupitajo al tacharlos de “hipócritas, títeres…”
En este espacio reseñaron las primeras cartas de Dante Delgado, el dueño de Movimiento Ciudadano, donde rompía lanzas contra Andrés Manuel López Obrador. Pero poco a poco esa actitud combativa despertó dudas: ¿es real o solo es un anzuelo, un brazo más del oficialismo de López Obrador? “Su negocio no es ganar con la oposición, sino dividir los votos opositores. Fingen defender a México, pero son unos viles títeres de Morena”, les espetó ahora Alejandro Moreno al verse desnudado por Álvarez Maynez, y pues entre ellos se conocen las mañas.
No cabe duda, Andrés Manuel López Obrador es un político completo. No sabe gobernar ni entiende de administración pública. Salvo dos o tres elementos de su equipo de gobierno, la mayoría se traga los sapos lanzados por López Obrador sin atragantarse… en detrimento de un buen desempeño administrativo. Las obras faraónicas son un barril sin fondo. Les vale.
En términos políticos, Andrés Manuel López Obrador es taimado. No negocia, impone. Quisiera ser mucho más enérgico y, quizá, solo quizá, en otros tiempos haría uso de la fuerza para doblegar. Traspasado el ecuador de su sexenio, Andrés Manuel no se ha sentado una sola vez con la oposición. Ni para la foto. Los desdeña. A Olga Sánchez Cordero la manipulaba y le tiraba los mínimos acuerdos. Adán Augusto les promete diálogo, pero lo echa por el caño y los patea en el discurso. En tiempos pasados, quién sabe qué más harían.
Voces dentro de la oposición cuentan cómo en el PRI y en el PAN son capaces de vender a su madre por despojos de impunidad. Acuerdos tras bambalinas, discursos encendidos contra la 4T, pero apenas cierran la puerta y ceden, conceden, se amilanan, se traicionan. Siempre viendo frente a sí la Espada de Damocles.
Por ejemplo, en la Ciudad de México la oposición de Iba por México, como atinadamente llama la cronista Ivonne Melgar a lo que fue Va por México, hay quien suda porque hay amenazas a algunos opositores para reventar una alianza PRI, PAN y PRD en la capital del país. ¿Lo van a lograr? Falta ver correr mucha agua en el río, pero el temor es real. ¿Qué pasaría si por la fuerza de amenazar con la cárcel logran parar una alianza opositora a Morena en la CDMX? ¿Cuál sería el rol del sospechoso Movimiento Ciudadano y su caballero andante Dante Delgado?
Son muchos los enigmas, pero en medio de todo están instituciones que surgieron de la presión de la oposición y de la misma ciudadanía, como el INE. AMLO lo quiere destazar pese a que el 53% piensa que el INE funciona bien como está, mientras que solo el 31% respaldaría algunos cambios y solo el 13% lo desaparecería, según una encuesta de Reforma.
Pero eso es lo de menos. Andrés Manuel López Obrador pasará por encima de lo que sea para comerse al INE. Mientras tanto, el drama de la oposición resulta un gran beneficio para Morena. Así sea a golpe de amenazas a quienes tienen una larga cola que les pisen.
Punto y aparte. El presidente Andrés Manuel López Obrador siempre gusta de presumir que las encuestas en el mundo lo colocan entre los presidentes con más aprecio en sus países. Este viernes 4 de noviembre la volvió a presumir, pero los nombres con quienes se codea no son precisamente para sentirse orgulloso. Posa a lado de Narendra Modi (India), Georgia Meloni (Italia) y hasta Jair Bolsonaro (Brasil). Por ejemplo, Modi viene del movimiento derechista radical que promueve la Hindutva (supremacismo hindú). Meloni es descrita en medios internacionales como presidenta del partido posfascista Hermanos de Italia y jamás ocultó su admiración por Benito Mussolini, a quien llegó a señalar como un “buen político”. Y ya ni hablar de Jair Bolsonaro, un político de la extrema derecha que fue derrotado por otro iluminado en Brasil. Así que estar en esa lista ya no se sabe si es bueno o es malo.
Punto final. La idea de gobiernos de coalición no solo es acariciada por una corcholata de Morena. En la oposición trabajan en ello.