El uso de las tecnologías digitales ha tenido un crecimiento exponencial que día a día es posible constatar. La evolución tecnológica hace que en la gestión de nuestros asuntos sea sumamente común usar tabletas; teléfonos inteligentes, discos duros, computadoras y memorias portátiles, todo esto en un contexto de conceptos técnicos como cómputo en la nube; banda ancha; internet de las cosas; inteligencia artificial; análisis de datos; entre otros, que se van incorporando a nuestra habla común.
A nivel individual, múltiples facetas de nuestra vida cotidiana son acompañadas de aplicaciones, programas y dispositivos informáticos. La conexión de las personas al Internet es casi continua y en todo lugar, en virtud de la masificación en la utilización de la telefonía celular y su consecuente acceso a redes sociales, espacios de entretenimiento e información, pagos diversos, compras digitales y un sinnúmero de actividades más.
Las empresas acentúan cada vez más la utilización de las tecnologías informáticas, pues en ellas es posible encontrar herramientas que incrementan su productividad, facilitan la producción, intensifican la penetración de mercados y les ayudan a proyectar necesidades de sus clientes. Las instituciones públicas también se han visto inmersas en la dinámica del avance tecnológico en la gestión de sus procesos, de tal manera, el manejo de información, la provisión de servicios públicos, la atención a los trámites y las tareas sustantivas de las distintas áreas de gobierno se ven potenciadas por la informática, abonando así a la mejora en la calidad de vida de las personas.
El alto nivel de tecnologización que viven las sociedades sin duda ha traído grandes beneficios, un ejemplo de ello es la utilización de herramientas digitales para la instauración de esquemas de trabajo, educación y salud a distancia, que fueron muy importantes para atender las difíciles condiciones derivadas de la emergencia sanitaria causada por la covid-19.
Bajo el contexto reseñado, la seguridad en los equipos de cómputo cobra relevancia, dada la existencia de ataques informáticos dirigidos a individuos e instituciones. Esto se actualiza cuando se intenta, de manera deliberada e ilegítima, vulnerar el acceso a equipos e información contenida en dispositivos de cómputo. Las motivaciones para esto pueden ser económicas, implicando el apoderamiento de activos tales como datos de personas; propiedad intelectual y patentes; o bien pueden ser incluso políticas, como se refleja en las diferentes filtraciones que se han sucedido en la historia reciente en el mundo, especialmente en el icónico caso Wikileaks, que supuso la mayor filtración de documentos clasificados del gobierno norteamericano.
La Universidad Nacional Autónoma de México conmemora el 30 de noviembre el Día Internacional de la Seguridad en Cómputo, retomando la iniciativa que en tal sentido estableció la Asociación para el Equipo de Cómputo desde 1988, con el objetivo de crear conciencia entre los usuarios de tecnologías de la información y comunicación sobre las amenazas y las medidas que se pueden tomar para protegerse. Esta conmemoración es útil para reflexionar acerca de los distintos niveles de responsabilidad involucrados en la seguridad informática, así como de la importancia de tener presente que nuestra información es valiosa, por lo que cualquiera puede ser blanco de un ataque dirigido a obtenerla.
Al respecto, las personas podemos tomar medidas de aseguramiento de nuestro entorno digital, con el uso de contraseñas fuertes, compuestas por varios caracteres, incluyendo signos especiales y números; evitar las redes públicas para llevar a cabo transacciones bancarias; no abrir vínculos o archivos de procedencia desconocida que se reciben por correo electrónico o mensajería instantánea; mantener actualizados los programas informáticos, especialmente los antivirus.
Por su parte, la institucionalidad privada y pública tiene que considerar, además del cumplimiento de sus propios objetivos y misiones, la atención de la normativa relacionada con la seguridad de la información de las personas, como parte de sus derechos, en aras de contar con un diseño operativo que prevea su mayor protección, con la adecuada configuración organizacional, de infraestructura y de procedimientos.
Una visión integral de la seguridad informática implica que el Estado vele por la existencia de un marco legal adecuado y actualizado; instancias regulatorias encargadas de vigilar su cumplimiento; así como espacios donde sea posible exigir la restitución de derechos de las personas cuando lleguen a ser vulnerados; pero además se debe considerar el propiciamiento de la construcción de una cultura de seguridad por medio de los espacios escolares, la difusión de buenas prácticas y de la conciencia sobre la responsabilidad en el manejo de las distintas herramientas digitales.
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