EXPOSICIÓN “BAJO LA MISMA FALDA”

“Bajo la misma falda”, exposición de Carmen Boullosa y Magali Lara en el MUNAL

La exposición “Bajo la misma falda” que actualmente se exhibe en el MUNAL nos explica el fondo de ese encuentro que se prolonga hasta hoy: ‘Ser y querer ser mujeres’. | María Teresa Priego

Escrito en OPINIÓN el

Carmen y Magali. La escritora y la artista visual. Dos amigas tan cercanas entre ellas. Por allí comienzo, además de la belleza y la calidad de la exposición –nunca es distinto cuando irrumpen, son jaguaras creando belleza– me conmueve ese cariño, esa lealtad que las ha unido durante más de cuarenta años. Me gusta verlas juntas. Mirar sus libros de artista, las memorias de su teatro, sus exposiciones. Carmen escribe una frase que se escurre hacia una pintura de Magali. Hacia un dibujo. Pero igual sucede al contrario: Magali deja caer una pintura en una hojita de papel que llega a las manos de Carmen. Se encontraron en el último año de los setenta, no las conocía, pero imagino a Carmen observando las formas recién llegadas a su mesa. Cuando se concentra frunce el ceño. Magali también escribe. La colaboración comienza. 

El 68 marcó las pieles de todas las edades con su “Prohibido prohibir”. El feminismo ya comenzaba, aguerrido y aún escandalosamente minoritario, a tomar los espacios: las plazas, las universidades, la Casa del Lago, la librería Gandhi. Las galerías. Carmen y Magali se lo beben. Las dos se están inventando una vida “otra”. Se trata de la libertad de vivir, es decir: la libertad de experimentar. “Pongamos todo patas para arriba, si no tienes inconveniente”, dijo alguna de las dos, y la otra accedió con aplicación. Habrán agitado sus abanicos imaginarios con intercambio de miradas cómplices por encima de ellos. ¿Ya les dije que las dos son ojonas? Muy ojonas. Se complementan, conversan, se corrigen la plana. Carmen y Magali juegan. Jugar no siempre sucede en los territorios del placer. Atrapar al dolor por las orejas, mirarlo a los ojos y ponerle una regañina o una abrazada cósmica, también es jugar.

La exposición que actualmente se exhibe en el MUNAL nos explica el fondo de ese encuentro que se prolonga hasta hoy: “‘Ser y querer ser mujeres’ fue el centro y plataforma de nuestros proyectos en los años setenta y ochenta. Quisimos expandir el ‘continente femenino’, ser las ‘salvajas’, las corsarias, las no-abnegadas en su lealtad a sí mismas...las infieles”. Cuando se encontraron en 1979 Carmen escribía sus poemas breves para un libro que se llamaría “Lealtad”. Suavecita no andaba: “Vaciada y no vacía/yo fui quien les/ aventó al rostro/las vísceras”. Magali dijo: “De aquí soy, pásame esas vísceras tuyas, yo sé bien de las mías,” y surgieron de su pincel esos labios rojos. Esa lengua extraña. Quizá las palabras exactas cuando comienzan a decirse hinchan la lengua. ¿Será eso? Décadas después trabajaron de nuevo “Lealtad” que se convirtió en “Lealtad (alterada)”. 

Llegaron los años ochenta y Magali imagina la historia de una “mujersilla” que espera a un “varónsillo”. Supongo que sentadita en sí misma, frente a la –largamente– vacía silla de “varónsillo”, quien suponemos es distraído. “La historia de un amor fallido”, dijo Magali. “Cotidiano”, añadió. La secuencia se llama “El libro del Olvido”. La exposición que podemos ver en el MUNAL va un tanto de “amores fallidos”, si nos fijamos con detenimiento. Pero en el encuentro entre la obra de Carmen y la de Magali, no hay tormento-sin-esperanza-alguna-fatalidad. Quizá por su sentido del humor, por sus Imágenes oníricas. Porque una cierta ferocidad nos arrulla. ¿Será el alivio estrujante y casi dulce que sobreviene cuando la verdad ha sido dicha? Carmen escribió “Mejor desaparece”. Se trata del padre, se trata del abandono. “Papá no es suficiente para la / casa. Engañé a un hombre, y / me lo traje para que me ayude… Tampoco se dio abasto./ ...Traje otro/  Luego Otro.../ Con todos pasó lo mismo...” 

El retrato de las hijas del licenciado Manuel Cordero” (1875) está en el centro de la primera sala. Fue una gran idea: obra del acervo del MUNAL en conversación con el trabajo de dos jóvenes creadoras feministas que comenzaron en los setenta. Transportadas/os todas/os –obras y personas– a fines del año 2022. Me imagino que Carmen Gaitán, la directora del museo –con una lámpara en la mano, desde Diógenes así nos imaginámos las búsquedas– las condujo por los laberintos ocultos de ese palacio inmenso, hasta encontrarse de frente con las señoritas pintadas por Juan Cordero. Las cuatro hermanas posan con sus faldas hasta el piso, los encajes, las sombrillas de seda. La feminidad decimonónica. Recatada. Idílica. “Labios de rubí y dientes de perla”. El universo cerrado de las mujeres acomodadas que no sudan, no se despeinan. En los muros alrededor de la pintura de las hermanas, las montañas con arbolitos de Magali Lara. Las fotos de una obra de teatro que Carmen y Magali trabajaron juntas: “Trece señoritas”. Jesusa Rodríguez con su bata blanca de noche que se abre peligrosamente. Muslos al aire. 

Eran los años setenta y las mujeres descubrían el placer de estar juntas. Como antes, pero completamente distinto. Eran, digamos, muy nuevas y distintas maneras de bordar: “A partir de los años setenta y durante buena parte de los ochenta, muchos artistas colaboraron en proyectos multidisciplinarios para crear un lenguaje que correspondiera a sus experiencias,  apartándose de la representación habitual femenina”. Subimos las escaleras. León y Leonora se enredan entre las faldas de su abuela Carmen Boullosa. Nos arremolinamos alrededor de las creadoras. Nos explican. Nos comparten anécdotas. Cuarenta años de memorias juntas. En la segunda sala, una pintura de Julio Ruelas, “La magnolia” y un espectacular Magali Lara “Sin título” (1986) jarrones, las flores están flotando, algo tremendo ocurre detrás con el cielo. Cuánta belleza. Las dos suelen hacerlo: esa especie de placidez de la florecita. 

No se confíen. La suavidad mostrará sus dientes. Y si primero ven los dientes, no desconfíen, la suavidad les espera. La exposición “Bajo la falda” fue inaugurada la semana pasada. No se la pierdan. Si en un primer momento las creadoras hablaron de “Lealtad”. Lealtad a los Otros. ¿A pesar de una misma? ¿en el incendio de una misma? No nos sorprende que “La infiel”, cierre la exposición. Esta “infidelidad” a la que se refieren. La indispensable. La única manera de habitarse a sí misma.