1.- Las fuerzas armadas, en particular la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), son el pilar indiscutible que mantiene en el poder al presidente Andrés Manuel López Obrador. En esa condición y circunstancias han crecido operativa, política y financieramente en el sexenio militar de la Cuarta Transformación.
2.- Las nuevas misiones de índole civil asignadas a las tropas que comanda el general Luis Cresencio Sandoval son cumplidas por oficiales y tropa en la medida de lo posible, sin mayor estímulo que el de la disciplina y la encomienda de sacar adelante lo que se les ha encargado cumplir.
3.- Las tropas y sus jefes inmediatos lo hacen sin aumento salarial. Todo por el mismo sueldo mientras en las arcas de la Sedena ingresan miles de millones de pesos para apuntalar las obras asignadas –Tren Maya, aeropuertos turísticos, el solitario AIFA, hoteles en vía férrea–.
4.- El contraste con la desatención a las tropas –que apenas han recibido un simbólico 3.5 por ciento de incremento contra el 8.5 de inflación registrada–, lo marca el sobre ejercicio presupuestal en los años dorados de la Defensa Nacional y sus mandos bajo la 4T.
5.- De 2019 a 2021, la Sedena ha sobre ejercido su Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), llegando a los 74 mil millones de pesos, en lo que prácticamente equivale al PEF de la propia Guardia Nacional o al de la Secretaría de Marina al inicio del sexenio.
6.- Un reporte del sitio Animal Político revela que en la Cuenta Pública se tiene registro de sobre ejercicios constantes que, en promedio, cercano al 30 por ciento de lo que se le ha aprobado cada año a la Defensa Nacional en este sexenio de privilegios, misiones y expansión político-militar.
7.- De acuerdo con Animal Político, los datos de la Cuenta Pública “muestran un promedio de rebase presupuestal del 24.8%, al gastar 17 mil 947 millones de más en 2019; 30 mil en 2020 y 26 mil 359 en 2021. En el caso de 2022, para el tercer trimestre la Sedena ya había gastado 7 mil 180 millones de pesos más de lo programado”.
“Los datos de la Cuenta Pública muestran un promedio de rebase presupuestal del 24.8%, al gastar 17 mil 947 millones de más en 2019; 30 mil en 2020 y 26 mil 359 en 2021.
Se advierte, además, que, “en el caso de 2022, para el tercer trimestre la Sedena ya había gastado 7 mil 180 millones de pesos más de lo programado”.
8.- Esta inusitada cascada de recursos financieros va de la mano de las asignaciones ordenadas a la milicia y que, de acuerdo con la organización México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), abarca 127 funciones civiles ordenadas por el gobierno federal y que han sido transferidas desde 2007, paulatinamente, a las fuerzas armadas.
9.- El dato fino, preocupante, es que la mitad de estas asignaciones ordenadas desde hace 15 años corresponden al gobierno de López Obrador y su 4T, en el que, como antes, como siempre, las fuerzas armadas no destacan por su transparencia y rendición de cuentas. Para muestra basta un botón: los cientos de miles de documentos filtrados a la prensa y a la opinión pública mediante el hackeo del colectivo Guacamaya, que ha permitido asomarse a los bajos fondos de la información oscura acumulada por la Sedena durante años recientes.
10.- El sobre ejercicio presupuestal no es un asunto nuevo en la dinámica de las fuerzas armadas, pero sí constituye un elemento clave que debe ser investigado a fondo en un gobierno que ha entregado la plaza a sus mandos militares bajo la premisa del miedo y la desolación causados por la inseguridad que solo los militares pueden contener, lo cual, evidentemente, es falso.
Las cifras de la sangrienta estrategia de López Obrador ante la inseguridad lo dicen casi todo. El resto se explica como parte de una dinámica de administración de la catástrofe que corre precisamente por cuenta de las fuerzas armadas y su discurso de empoderamiento a través del miedo y la salvación.