La verdad no me gusta ir a los panteones el día de muertos no solo porque hay mucha gente, sino que prefiero conmemorarlos en mi cercanía. Tampoco admito que se quiera engañar a los vivos con leyes muertas, que nunca van a materializar el ejercicio de los derechos ni mucho menos los medios de defensa para hacerlos valer por no haber voluntad del Estado.
¿Hay leyes que nacieron muertas? Sí, ya hasta sus promotores andan en procesión por las calles, y el féretro que cargan es el de la promesa de seguridad social para las personas trabajadoras del hogar.
A esas leyes de panteón no sé a dónde llevarles flores, pero ni ganas dan de hacerlo, porque son fruto de una mezquindad en perjuicio de los derechos de cientos de miles, en su mayoría de mujeres que realizan su labor dentro de los domicilios, encerradas, sin contrato de trabajo.
Les dicen que ya van a tener seguridad social, que ahora será verdad, ¿y cómo sucederá esto?, les cuentan que basta con publicar la ley en el diario oficial para que sea obligatoria y tengan derecho a una pensión jubilatoria. Ya hasta planean los promotores de esta reforma que el decreto lo firme el presidente de la República en la mañanera y conseguir aplaudidores para festinar una ley que carece de medios para que se cumpla.
Me dicen que en cada cementerio hay una sección, la más olvidada, para leyes que nacen muertas como las que dicen otorgar seguro social para mujeres dedicadas al trabajo del hogar. Allí llegan solas esas cuasi leyes, sin compañía ni banda musical porque huelen a engaño.
Querían que esta reforma se publicara el 2 de noviembre, pero dijeron ser mala idea, porque quedaría en evidencia que los legisladores votaron por un texto que no leyeron ni entendieron, salvo contadas excepciones. Que nunca se les explicó que no podrá hacerse exigible el ejercicio y respeto del derecho a la seguridad social de las personas trabajadoras del hogar.
¿Cómo le explicamos esto a cientos de miles de mujeres que por primera vez pensaron que su voz sería escuchada?
A las que están embarazadas, ¿cómo decirles que continuarán careciendo de servicios médicos, tanto ellas como sus hijos?
O a aquellas que desde niñas dedicaron la mayor parte de su vida al trabajo del hogar y cuando envejecieron fueron despedidas y sin acceso a una pensión ni posibilidades de ahorro.
Incluso, aquellas trabajadoras del hogar que sufren accidentes de trabajo o padecen enfermedades crónico-degenerativas y en cualquier momento son despedidas injustificadamente de su empleo.
¿Entonces, por qué los distinguidos legisladores votaron esta ley? Porque seguro los engañaron diciendo que ahora sí se protegería a las trabajadoras del hogar, que lograrían con su voto, medicamentos, guarderías, clínicas y hospitales para ellas y sus familias.
De la esquina del cementerio gritan los sepultureros: ¡Vivan los que sin revisar aprueban leyes inútiles que no incluyen sanciones para quienes las incumplan!
Las dirigentes del único sindicato nacional de trabajadoras del hogar en México, SINACTRAHO, solicitaron entrevistas con los legisladores para explicarles que esa ley no serviría si no existía vigilancia del estado por medio de inspecciones y sanciones, pero nunca aceptaron darle fuerza a la ley.
Se resistieron los legisladores facultar a los inspectores para ingresar a los hogares, cuando operan como centros de trabajo, donde todos los días se ocultan y violan los derechos de las trabajadoras del hogar, lugar en que nadie se atreve a hacerlos realidad.
Precisamente en la legislación de Uruguay que se tomó como referencia en el dictamen legislativo, sí regula un procedimiento para la supervisión y vigilancia, lo cual ha dado como resultado una disminución muy significativa de la evasión del cumplimiento de las obligaciones en materia de seguridad social a cargo de las empleadoras, no así en nuestra ley.
Las dirigentes del SINACTRAHO pidieron se incluyeran facilidades para cubrir las cotizaciones del seguro social de las trabajadoras del hogar, que se hiciera con medios digitales, en tiendas de conveniencia y en todos los lugares posibles para facilitar su pago, pero los enviados del IMSS se negaron a ello.
A los legisladores se les llevaron cartas para pedir se escuchara a las trabajadoras del hogar y como respuesta solo recibieron desdén. El objetivo pareciera hacerles inalcanzable el seguro social. No encontraron la fórmula para aquellas que tuvieran varios patrones pudieran pagar la parte proporcional. Les dijeron que el IMSS carece de la tecnología para hacerlo, ni la voluntad que nunca se mostró.
Les dijeron que si les daban IMSS sería por los días que trabajaran, si dos días son los únicos días que tendrían seguridad social y los demás periodos no eran problema de la ley sino de ellas por no tener un trabajo fijo.
Allá van los legisladores rumbo al campo santo cargando la ley que disque otorga la seguridad social a las personas trabajadoras del hogar, y que hasta piden cínicamente les aplaudan por tremenda proeza de artificio.
Pero sí deben saber lo que dicen las trabajadoras del hogar, resistiendo desde el SINACTRAHO, que no van a permitir que haya este tipo de simulaciones contra ellas y sus compañeras, que no se rendirán hasta tener una ley que realmente las proteja.
El Estado no es un mero fenómeno de fuerza, sino una forma de organización, convenida entre seres humanos que han diseñado un conjunto de instituciones para canalizar las acciones individuales y colectivas, definidas a través de la ley.
Pero si la ley no asegura el respeto de los derechos ni menos su cumplimiento, carece de sentido su existencia y se convierte en el producto de una trágica experiencia.
Es recomendable que en los cementerios se evite acudir a la sección olvidada donde sepultan a las leyes de la vergüenza como la que en burla promete seguridad social a las trabajadoras del hogar.