No es un secreto la complicada situación económica por la que atraviesa México y el mundo. El diagnóstico es claro. El dilema es encontrar medidas eficientes para paliar o mitigar los efectos de una posible recesión.
En esa búsqueda de soluciones, la digitalización y la adopción de nuevas tecnologías juegan un papel esencial en la recuperación económica.
Ambos procesos mostraron ya su eficacia durante la pandemia de covid-19. No sólo porque permitieron dar continuidad a las actividades sustantivas, particularmente en los sectores, laboral, educativo y de salud; sino porque dieron oxígeno a miles de empresas en el país.
Previo a la pandemia las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPymes) registraban bajos índices de adopción de las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TIC). En 2019, el promedio del Índice de Adopción de las TIC (en donde cero representa nula y 100 total adopción) para las microempresas fue de 19.37, para las pequeñas y medianas fue de 40 y para las grandes compañías 47.6, de acuerdo con el estudio “Adopción y Uso de las TIC en los establecimientos en México”, elaborado por el Centro de Estudios del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
Para febrero de 2021, el 85.5% de las empresas sufrieron alguna afectación en sus operaciones como consecuencia de la emergencia sanitaria, entre las principales: reducción de ingresos (73.8 %), baja demanda (50.2 %) y escasez de insumos (29.2%), según la Encuesta sobre el Impacto Económico Generado por covid-19, elaborada por el INEGI (ECOVID-IE).
La encuesta se realizó en tres momentos: en abril 2020, agosto 2020 y febrero de 2021. Los resultados obtenidos fueron consistentes al mostrar la reducción de ingresos como principal afectación, aunque el número de empresas afectadas fue cada vez menor. Otro dato relevante es que la proporción con cierres temporales o paros técnicos también se redujo de 59.6 % en abril de 2020 a 16.6% en febrero de 2021.
La pandemia fue detonante para la digitalización. El 30.4 % y 25.8% de las empresas encuestadas reportaron, en agosto 2020 y febrero de 2021, la adopción de ventas por internet como una de las medidas principales para atajar los efectos del confinamiento, seguida por la oferta de nuevos productos y servicios (20.1% y 15.17%) y la adopción de turnos de trabajo (17.5% y 9.5 %), entre otras.
En general, covid-19 tuvo un gran impacto sobre el comercio electrónico minorista a nivel regional, siendo México uno de los países que experimentó mayor crecimiento. Según la Asociación Mexicana de Compras en Línea, el número de pequeñas y medianas empresas con ventas online se duplicaron a mediados de 2020, en comparación con 2019, y cerca del 40% tuvieron un crecimiento de más del 10% en sus ventas bajo esta modalidad.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) también estima que en el número de sitios nuevos de comercio electrónico (definidos, en este caso, como tiendas en línea sin presencia física que generan sus ventas a través de internet) aumentó 450% en el país.
En la Tercera Encuesta de Usuarios de Servicios de Telecomunicaciones del IFT se puede observar un incremento en la contratación de servicios de internet fijo en las pequeñas (de 76% a 85.7%) y medianas empresas (84.2% a 88%). Los resultados también señalan que las MiPymes declararon que “la contingencia las obligó a reinventarse, renovarse y abrirse a otras formas de trabajo y comercialización por lo que se apoyaron en los servicios de telecomunicaciones”.
Este cúmulo de datos da cuenta de la importancia de las TIC para las micro, pequeñas y medianas empresas, no sólo para la supervivencia de estas unidades productivas en tiempos de crisis, sino porque ofrecen otros beneficios como la reducción de costos, mayor competitividad y acceso a nuevos mercados.
Promover la adopción y uso de servicios de nuevas tecnologías debe ser una agenda común entre la iniciativa privada y las entidades públicas involucradas.
En el IFT consideramos que uno de los grandes retos del ecosistema digital es precisamente lograr que las empresas, especialmente las MiPymes, utilicen de manera eficiente e intensiva las tecnologías digitales para aumentar su productividad y mejorar su competitividad.
En este sentido, es necesario colaborar con ellas para aumentar el nivel de formación y capacitación en su uso, coordinar iniciativas de apoyo de las distintas administraciones y fomentar el uso de las tecnologías más innovadoras como el cómputo en la nube, análisis y procesamiento de datos o la inteligencia artificial. Esta es ya una de las líneas de acción que se contemplan en nuestro Plan Estratégico hacia el 2025.
La promoción de un entorno favorable de seguridad y confianza hacia el ecosistema digital es fundamental para mejorar la resiliencia de las empresas frente a la crisis. Desafortunadamente, el desarrollo y adopción de herramientas y habilidades para que protejan sus equipos e información de los ataques cibernéticos es incipiente. Debemos comprender que la ciberseguridad, de la que tanto se comenta últimamente, es un proceso continuo que no sólo dispone de inversiones, sino de conocimientos y habilidades sobre el manejo y uso de las herramientas que por lo general se desconocen.
De modo que, aumentar la cobertura de redes; mejorar la calidad de los servicios de telecomunicaciones; impulsar la conectividad; incentivar las inversiones en nuevas tecnologías y servicios; y fomentar la confianza digital serán decisivos para la recuperación económica y para la resiliencia de las MiPymes. Nada menos que el 99% de las unidades productivas del país que emplean a cerca del 68% de los trabajadores del país y aportan el 39.2% de la producción bruta total.
En el IFT se imparten cursos de alfabetización digital para mujeres emprendedoras. También se tiene previsto realizar cursos de habilidades digitales para este sector y se creó un micrositio de ciberseguridad dedicado a las MiPymes. Seguiremos haciendo lo que nos toca para que, a través de la digitalización, las empresas sean más resilientes.