ECONOMÍA

Conflictos energéticos; la incertidumbre

México le apostó con fuerza, y lo presumió, a la plena globalización; ahora somos dependientes. | Jorge Faljo

Escrito en OPINIÓN el

La Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEC por sus siglas en inglés, recién decidió reducir en dos millones de barriles diarios la producción de noviembre. El recorte a la producción lo encabezan Arabia Saudita y Rusia con algo más de medio millón de barriles diarios cada uno; el resto de la reducción lo aportan más de una docena de países no europeos, integrantes o no de la organización. México no se sumó a la reducción de la producción.

Arabia Saudita, el segundo país productor del mundo, después de los Estados Unidos, jugó un papel decisivo en la decisión. Eso le duele a la administración del presidente Biden sobre todo por su amigable choque de manos con el príncipe Bin Salman, al que había acusado del brutal asesinato del periodista árabe norteamericano Kashoggi y había prometido convertirlo en un paria, o sea un indeseable internacional.

Un senador demócrata, Chris Murphy, expresa el sentir de la clase política cuando declara que el motivo para venderle armas a Arabia Saudita, a pesar de sus abusos a los derechos humanas, su irracional guerra contra Yemen y el oponerse a los Estados Unidos en Libia y Sudan, era que en caso de crisis estarían de nuestro lado y no de Rusia o China.

El miércoles la secretaria de prensa de la Casa Blanca dijo que era obvio que la OPEC se alineaba con Rusia. Ahora los congresistas demócratas hablan de la posibilidad de retirar las tropas y armas que durante décadas han protegido a la despótica familia gobernante en Arabia Saudita.

Arabia Saudita sostiene que su posición se origina estrictamente en sus propios intereses económicos y no en su alineamiento en el conflicto global. Sea como sea la decisión del conjunto de la OPEC favorece los ingresos de Rusia. También incrementa el precio de la gasolina y la inflación globales.

En los Estados Unidos esos incrementos reducen las expectativas de votación a favor de los demócratas en las elecciones legislativas del próximo 8 de noviembre. Lo que llevó a la administración Biden a extraer millones de barriles de petróleo de sus reservas estratégicas y considerar otras opciones más radicales.

La Casa Blanca ha anunciado que trabajará con el Congreso, con apoyo de los dos partidos, en un decreto que le permita a los Estados Unidos demandar a los países involucrados por violaciones a las leyes antimonopolios de las que estaban exentos hasta ahora.

Pero lo más extremo que exploran es que la Casa Blanca le ha pedido al Departamento de Energía que analice los posibles impactos de una prohibición a las exportaciones de gasolina, diésel y otros productos refinados del petróleo. Lo que en principio provocaría una baja de sus precios dentro del país. Esto ha provocado una confrontación con las empresas petroleras que alegan que la medida sería contraproducente dado que impactaría los precios de la energía en todo el mundo y hay regiones de los Estados Unidos, el noreste, que importan energéticos por razones de logística. Claro que con ese y otros argumentos también están defendiendo su interés empresarial.

Tan extrema medida, en contra de las reglas del libre comercio que exigen al resto del planeta, es algo muy improbable. Pero, de llegar a ocurrir, pondrían a México contra la pared, en una gravísima crisis. Afectaría incluso la posibilidad de exportar desde la refinería mexicana, en territorio norteamericano, de Deer Park. Habría que esperar que si deciden limitar sus exportaciones hagan una excepción con México dada la importancia del voto latino dentro de Estados Unidos. O, ¿no?

El ministro de economía de Alemania, Robert Habeck, señaló a mediados de la semana que los Estados Unidos vende gas a Europa a precios astronómicos mientras su país sufre. Recordó que cuando los precios del petróleo subieron Estados Unidos les pidió, y consiguió, que se abrieran las reservas europeas. Esta solidaridad debe funcionar de nueva cuenta en sentido contrario. Propuso también que los países de la Alianza Occidental dejen de competir entre ellos y coordinen sus compras en conjunto para negociar mejores precios. Algo que no es todavía la posición oficial de su país.

Alemania acaba de anunciar un paquete de 200 mil millones de euros para resguardar a sus consumidores del incremento de los precios de los energéticos. Europa ha reaccionado en contra recordando que ese país siempre les pregonó la austeridad fiscal. Lo que piden los demás son soluciones para el conjunto de Europa y no el sálvese quien pueda. Y es que la medida alemana favorecerá una mayor inflación que los demás sufrirán sin tener la misma solvencia económica para hacerle frente.

Vienen a cuento las declaraciones de la directora general del Fondo Monetario Internacional del seis de octubre donde señala que hemos pasado de un mundo relativamente predecible a otro de elevada fragilidad, alta incertidumbre, volatilidad económica, confrontaciones geopolíticas y devastadores desastres naturales, en donde cualquier país puede ver alterado su curso normal. Es una perspectiva global que se oscurece cada vez más.

Añadió que los altos precios de la energía y los alimentos, el estrechamiento de las condiciones financieras y el constreñimiento de la oferta desaceleran el crecimiento, todas las grandes economías reducen su dinamismo. Lo que afecta a los países en desarrollo por la reducción de la demanda de sus exportaciones al mismo tiempo que deben enfrentar los altos precios de sus importaciones esenciales.

Olvidó decir que en paralelo las grandes empresas, sobre todo las farmacéuticas y ahora las energéticas, obtienen ganancias nunca antes vistas y se acrecienta la enorme inequidad entre muy pocos de un lado y la gran mayoría de la población que se empobrece. Esto último incluso en los países industrializados.

Ahora tienden a predominar las medidas egoístas de países, empresas y poderosos y las propuestas que abandonan la ideología de la libertad extrema del libre mercado.

México le apostó con fuerza, y lo presumió, a la plena globalización. Somos dependientes en alimentos, energéticos y nuestra industria es en buena parte de mero ensamblaje de componentes importados, con una producción orientada a la exportación. Habría que repensarle al modelito no solo heredado, sino vigente. Mas vale tarde que nunca.