En nuestro país sigue siendo noticia la aprobación legal de matrimonios entre personas del mismo sexo en algunos estados de la República. A veces parece distante aquel diciembre de 2009, cuando la entonces Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó las reformas al código civil capitalino que definían al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer para pasar a ser la unión entre dos personas, y cuya validez iniciaría en marzo de 2010, cuando en el antiguo Palacio del Ayuntamiento se celebraron las primeras uniones igualitarias.
A partir de allí, inició una lucha en cada una de las entidades federativas de este país para poder modificar las leyes correspondientes y reconocer a los matrimonios igualitarios. Algunos caminos han sido tan largos, que, hasta el día de hoy, esta figura matrimonial no es reconocida en todo el país. El Estado de México, Guerrero, Tabasco y Tamaulipas aún tienen pendientes en la materia, pues las parejas del mismo sexo requieren de un amparo para poder contraer matrimonio. Por lo tanto, a lo largo de la República Mexicana podría trazarse una línea rosa.
Dicha línea, de acuerdo con el periodista sudafricano Mark Gevisser, representa esa barrera con la que el reconocimiento de los derechos humanos de las personas LGBTIQ se estrella. Esos impedimentos de corte jurídico, social, cultural, político, ideológico, e incluso económico que aún determinan que persona, con base en el ejercicio de su sexualidad o la construcción de su identidad de género, pueden o no gozar una igualdad social, de oportunidades y ser o no sujetas de inclusión.
El más reciente informe de la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas indica que en 67 países aún están vigentes leyes que penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo. En 11 de ellos, la sanción podría ser la pena de muerte. Por lo tanto, la línea rosa propuesta por el multipremiado periodista está trazada en muchos puntos del globo terráqueo.
Reflejo de ello son los reportajes elaborados por el también guionista del documental “The Man who drove with Mandela”, en diferentes puntos del mundo, en los que en la voz de las, los y les protagonistas se pueden conocer las limitantes derivadas de la segregación de las personas por su orientación sexual o por su identidad de género que se contraponen a las creencias, costumbres, tradiciones, entre muchas otras prácticas sociales y culturales, resultando una paradoja entre los avances judiciales y las realidades sociopolíticas.
Así, podemos conocer la historia de Aunty, refugiada de Malaui en Sudáfrica, quien debe salir de su país a causa de su orientación sexual, en medio de muchos cuestionamientos porque rebasa los límites de tolerancia, pero que también, encarna una serie de problemáticas derivadas de la construcción de prejuicios, de desigualdades, de inequidades y de cuestionamientos. O la de Michael, quien vivía en uno de los países donde mayor persecución a personas LGBTI ha habido en los últimos años, Uganda. Espacio geográfico que ha captado la atención pública debido a la gran cantidad de modificaciones punitivas aprobadas en los recientes tiempos.
También la de Amira y Maha, jóvenes egipcias cuya relación se vio trastocada por la sociedad de El Cairo, ante la prevalencia de ciertos valores, que en algún momento, pueden resultar benéficos para dos mujeres que se aman entre sí, y en otras ocasiones, muy perjudiciales. O la de Pasha, habitante de una Rusia compleja, cuyo gobierno se ha sustentado en un discurso en contra de la diversidad, y en medio de esa adversidad, personas como ella intentan vivir y amar dignamente. Al igual que Fadi y Nadav, residentes de una zona de conflicto, Tel Aviv, en la que el origen étnico y religioso determina muchas cosas, entre ellas, las posibilidades de interrelación. O Zaira y Martha, de Guadalajara, que a pesar de vivir en un país con cierta apertura a la diversidad, México, probaron aquellos remanentes de conservadurismo.
A lo largo de este mes, en este espacio seguiremos recomendando libros en los que se dirime el tema de la discriminación y sus implicaciones, para conmemorar el Día de la No Discriminación. “La línea rosa” de Mark Gevisser se suma a “Los enemigos. O cómo sobrevivir al odio y aprovechar la enemistad” de Kiko Amat, como textos imprescindibles para la reflexión sobre las desigualdades y sus consecuencias en nuestros tiempos.
Entre tanto, Mark Gevisser estará en la Ciudad de México para presentar “La línea rosa. Un viaje por las fronteras queer del mundo” el próximo lunes 10 de octubre a las 11 horas en la Casa de la Primera Imprenta en América. El 11 de octubre a las 15 horas en el edificio B de la Facultad de Medicina, a las 18 horas en Eucalipto 20 y a las 21 horas en la librería Somos Voces. El 12 de octubre a las 19 horas en la librería Rosario Castellanos.
Y el 13 de octubre a las 18 horas en el Museo del Periodismo y las Artes Gráficas de Guadalajara; el 14 en la librería Carlos Fuentes a las 18 30 horas y el 15 en el Taller de Escritura “Escribir vidas queer en la visibilidad” de la capital jalisciense a las 12 horas.
En uno de sus viajes, Gevisser descubre a les kothis de la India, quienes son identificades con el tercer género, y se autodefinen como una persona con dos corazones, uno de hombre y uno de mujer, con una mucho mayor apertura a la gran gama de la diversidad y a la dignidad humana.