Con el lastre y duda –sentimiento último que permanece en el sentir popular– de que incurrió en corrupción y que lo llevó a la cárcel durante 580 días, Luiz Inácio Lula Da Silva, por tercera ocasión gana la presidencia de Brasil, sepultando los sueños de su rival Jair Bolsonaro.
Hace tres años volvió a sentir el frescor de las calles y la brisa marina de las playas cariocas tras haber sido excarcelado y anulada su sentencia. Hoy le da un nuevo aire a su movimiento de izquierda que festejan los gobiernos de México, Perú, Bolivia y Cuba.
Tenía ganas, desde hace tiempo, de participar en las elecciones presidenciales pero no podía. Pesaba sobre sus hombros la Operación Lava Jato.
El nombre de Lava Jato (lavado a presión) surgió luego de que la policía de Brasil descubriera los primeros indicios de lavado de dinero en lugares que, aparentemente, limpiaban automóviles.
El escándalo que involucra a las principales empresas contratistas de Brasil y a la empresa petrolera más grande de su región, Petrobras fue un esquema de corrupción que se propagó a diez países de América Latina y dos de África y salpicó a Lula.
Después de una intensa defensa logró salir de la cárcel y el último domingo –tras superar por cinco puntos en primera vuelta a Bolsonaro– Lula Da Silva se impuso por segunda vuelta y será el próximo presidente de Brasil.
Cerca de 150 millones de personas fueron a las urnas para votar al próximo mandatario. Con 51% de votos frente a más de 49% que consiguió el líder del Partido Liberal, Lula comenzará su tercera presidencia en el país.
Lula, que ya fue presidente entre 2003 y 2010, consolida su triunfo a la izquierda en América Latina, pero está obligado a hacer algunas variantes con el fin de que tenga un gobierno sin mayores problemas ni obstáculos opositores.
Esta segunda ola de izquierda parece asentarse en la región, de México a Chile, recordando la de principios de los 2000, de acuerdo con apreciación del diario El País.
En esta ocasión la tendencia pareciera ser muy diferente, con una tendencia más hacia el pragmatismo que a la ideología. En Honduras, Bolivia, Argentina, Chile y Colombia ya se eligieron presidentes de izquierda.
Jair Bolsonaro no pudo recuperarse en las urnas a pesar de que algunos daban por descontado que podría alzarse con el triunfo. Su derrota del último domingo ha llevado a Bolsonaro a pensar si impugna los resultados de las elecciones pero su posición podría interpretarse como un irresuelto a la democracia y un ánimo por la polarización política.
Lula viene de superar un fuerte acoso judicial y todas las sentencias que pesaban en su contra. Un escándalo estaba relacionado con un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá en el estado de Sao Paulo; y el otro con una casa de campo en la localidad de Atibaia que lo habría adquirido de manera ilegal.
En una de las acciones, Lula fue acusado de recibir sobornos del contratista Odebrecht a través de la compra de un terreno que se utilizaría para la construcción del instituto en São Paulo, por el monto de R$12.000.000 (US$2.042.000, aproximadamente).
El contratista también habría comprado un departamento en São Bernardo do Campo, en la región metropolitana de la capital paulista, en el mismo piso y en el mismo edificio donde vivía Lula antes de su arresto.
Lula fue acusado de recibir sobornos del contratista OAS en forma de reserva y renovación de un departamento en el balneario de São Paulo pero después un juez de la Corte Suprema de Brasil anuló todas las sentencias.
En todo momento Lula negó haber cometido irregularidades, en tanto que dos empresarios que ahora son colaboradores de la operación anticorrupción Lava Jato, confesaron los crímenes.
Ahora Lula tiene la sartén por el mango, y deberá hilar fino para superar ese sentir popular de que detrás de su cara de bonachón se esconde un hombre que ha estado inmerso en escándalos de corrupción.