MIGRANTES VENEZOLANOS

Venezolanos en México, el vía crucis

De Estados Unidos envían a México un problema que no quieren solucionar, que no saben solucionar y que atenta a los derechos humanos de los migrantes. | Joel Hernández Santiago

Escrito en OPINIÓN el

Los venezolanos expulsados de Estados Unidos a México, en las semanas recientes, parecen no encontrar salida a su vía crucis.

De hecho, ellos no quieren estar en México –no la mayoría de ellos-, porque su intención era llegar a Estados Unidos en donde habría de cumplirse su ‘sueño americano’ y porque vienen huyendo de lo que consideran un gobierno injusto y antidemocrático, como califican al régimen del presidente venezolano Nicolás Maduro.

Estar en México para ellos es un castigo fatal. Es la continuidad de ese vía crucis iniciado hace semanas cuando decidieron cruzar por la frontera sur hacia el norte mexicano y de ahí a Estados Unidos. A su paso por México acusan extorsiones, peligros, amenazas: “Aquí huele a muerte” dicen algunos.

Aun así, luego de que el gobierno de Estados Unidos puso en marcha su nuevo plan migratorio para venezolanos el 12 de octubre, causó gran conmoción entre ellos, pero también en el gobierno mexicano.

Lo hizo –dice el gobierno de Biden–, porque la cifra de venezolanos que llegaron a Estados Unidos se incrementó de manera extraordinaria pues pasaron de 5 mil 279 en mayo de este año a 17 mil 811 en julio y a 33 mil 961 en septiembre. Por tanto ha decidido recibir tan sólo a 24 mil de ellos.

Hasta el 11 de octubre los migrantes del país sudamericano gozaban de libertad condicional humanitaria en Estados Unidos que les permitía quedarse allí para tramitar una solicitud de asilo.

Pero  luego, el gobierno estadounidense impuso una serie de requisitos para permitir que venezolanos puedan ser candidatos a visa en distintas modalidades. El primero de ellos es llenar una serie de formatos que se pueden enviar por vía digital –y que luego deberán ser comprobados–, llegar por vía aérea y demostrar las razones de su solicitud mediante entrevistas cara a cara, contar con alguien en Estados Unidos que los avale y más.

Muchos venezolanos no conocían estos requisitos pues les alcanzó la noticia cuando estaban camino a Estados Unidos por vía terrestre a través de México, por lo que los que consiguieron llegar a Texas –por ejemplo- y fueron deportados a México. Esto según acuerdo entre gobiernos.

En los primeros cuatro días luego del 12 de octubre, mil 768 personas fueron remitidas a nuestro país. El gobierno mexicano no aclaró si habrá un límite en el número que recibirá, además de que muchos venezolanos quedaron varados en estados del sur de México: Oaxaca, Chiapas, Tabasco…

Es cierto que muchos venezolanos que fueron devueltos a México desde Estados Unidos han mostrado una enorme indignación con aquel gobierno, pero también una gran animadversión por estar en México. Lo dicen fuerte y quedo: no quieren estar aquí. No era su intención y no sienten que este sea un país salvación para su huida del régimen de Nicolás Maduro. Acusan peligro para ellos.

Pero fuera de si quieren o no quieren estar aquí, ya lo están. Y es un problema para el gobierno mexicano porque es una migración expulsada que no se esperaba; porque según acuerdo es responsabilidad de México cuidar de ellos, vigilar su estancia aquí mientras son devueltos a Venezuela y porque es un gasto muy oneroso su manutención, seguridad y servicios de salud.

Aun así, México tiene que hacer honor a su larguísima tradición de país refugio de migrantes, sobre todo si el motivo es por razones de persecución política o porque huyen de gobiernos anti democráticos.

Ha recibido con gusto a españoles luego de su Guerra Civil de 1936; ha recibido a argentinos en los 70, que huían de las dictaduras militares; a chilenos por la misma razón; a uruguayos y a muchos más a los que ha dado refugio y abrigo.

Pero la migración reciente es de tránsito. Quieren llegar a Estados Unidos por México. En la mayoría de los casos las corrientes migratorias tienen que ver con el peligro que representa para muchos mantenerse en sus países de origen, por motivos de tipo criminal, por persecución de gobierno, por carencia de lo básico para subsistir, por pobreza extrema y más…

Pero eso: México ha sido y seguirá siendo país de refugio, pero también tendrá que pensar si quiere seguir siendo país de tránsito por donde atraviesan personas cuya intención es llegar a otro país y no a México. De hecho, una vez que han cruzado a Estados Unidos el problema es para ese país, y no para el nuestro.

Sin embargo, los estadounidenses han decidido crear un problema a México regresando a migrantes para su deportación o para esperar aquí su trámite de refugio en Estados Unidos. Lo hacen con la mano en la cintura. Envían a México un problema que no quieren solucionar, que no saben solucionar y que atenta –con frecuencia—a los derechos humanos de los migrantes.

Porque eso es: un tema de derechos humanos como migrantes, a los que bajo toda circunstancia se les debe brindar protección y ayuda. Son gente que busca una salida a su propia tragedia vital. Y no se debe permitir que en México se atente contra su integridad física o patrimonial, ni contra su dignidad y respeto humano.

Perseguir a quienes cometan estos abusos deberá ser una consigna básica de política migratoria y no mirar hacia otro lado cuando ocurren estos delitos.

Por lo demás ellos, como muchos mexicanos que han huido de México en los años recientes, merecen ese respeto y esa dignidad propia de quienes salen de casa para buscar la vida en otra, a la que engrandecen con su trabajo y desde donde envían las enormes cantidades en remesas con las que solucionan las crisis económicas de nuestro país en tiempos de agobio.

Los migrantes, todos, merecen nuestra consideración y respeto, asimismo como queremos que nuestros mexicanos sean tratados en otro país cuando tienen que buscar la vida mejor ahí, aunque se les debiera de dar esa vida feliz en su propia tierra.