Ese jueves 21 de abril se vendió muchísimo perico en la Condesa. Desde el día anterior los dealers iban y venían con bolsitas ziploc llenas de polvo; entraban y salían del Mambo Café, el Pata Negra y el Sixtie’s. El “Manolo” oía su canción favorita, California Dreaming, dentro de un Nissan March blanco con rosa que servía como fachada para repartir droga, estacionado afuera del Pata Negra, mientras el “Mudo” deambulaba dentro de ese lugar esperando otro comprador de coca. Aquella noche se estaban hinchando de billetes, estaban vendiendo como nunca.
Consta en el expediente CI-FIEDH/2/UI-1C/D/00126/04-2022 que a Manuel Delgadillo Alba, “Manolo”, de 55 años de edad y Pedro Antonio Guevara, el “Mudo”, de 29, se les acabó la droga que les dio la Unión, pero la clientela no bajaba, por lo cual decidieron ir a comprar por su cuenta a una vecindad en Lecumberri, barrio de Tepito. La noche siguiente, el 22 de abril, Carlos Román Arciniega, el “Vampi” o “Pirata de Culiacán”, jefe de una célula de la Unión, los citó para entregarles más “piezas”, pero antes les revisó las mariconeras que “Manolo” y “Mudo” tenían cruzadas en el pecho. “Manolo” llevaba una playera del Mambo Café y de nuevo había llegado en el Nissan March que estaba a nombre de otro sujeto, ex prisionero por delitos contra la salud. Cuando el “Vampi” vio que tenían unas pocas bolsitas de droga que no llevaban la marca de la Unión, “Manolo” atinó en responder que se las había dado el “Plátano”, otro cabecilla del cártel en el corredor Insurgentes. “El Mudo” temblaba, alegaba que todo era un malentendido. Cada ocho días, la Unión cambia el logotipo de los ziploc con cocaína y cada célula tiene uno diferente para que nadie trafique con material que no les corresponda. “Vampi” se comunicó con Diego Axel Basurto, “Diego Gordo”, jefe de plaza en la Condesa, quien ordenó secuestrar a “Manolo” y el “Mudo” por “chapulines”.
Aquí es donde la investigación de la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la Fiscalía comenzó. De acuerdo con el informe “Caso de Éxito La Unión Fresa”, “Diego Gordo” y sus gatilleros salieron del bar Olimpo la noche del 22 de abril y se reunieron con el “Vampi”. Sus víctimas estaban ya sometidas dentro del Nissan March de “Manolo” y entonces se dio la orden de moverse. Un Aveo, una camioneta Avanza, un Cruze y un taxi Versa participaron en el secuestro y traslado de los dealers hacia una casa de seguridad en el municipio de Nezahualcóyotl. Los detalles de lo que ocurrió ahí se saben porque, posteriormente, las autoridades obtuvieron un audio donde el “Vampi” se lo contaba todo a su novia.
“El ‘Gordo’ bien recio hizo que los dos güeyes se cagaran. Yo les corté las patas y la cabeza”, se oye fanfarronear al “Vampi” en el audio.
La tarde del domingo 24 de abril, dentro del taxi Nissan March fue encontrada una bolsa con un torso. El vehículo había sido abandonado por Fernando Huerta, el “Marci”, en la Segunda Cerrada de avenida 679, en la CTM Aragón, al oriente de Ciudad de México. Horas antes, en calle Lago, frente al número 65, colonia Ciudad Lago, en Nezahualcóyotl, fue encontrado un Focus gris con cinco bolsas llenas de partes humanas. “Diego Gordo” y su gente no tardaron en informar, mediante grupos de WhatsApp, lo que habían hecho con el “Manolo” y el “Mudo”. Hubo risas y burlas contra los dealers que quisieron ganarle a la Unión. Acorde con el expediente CI-FIEDH/2/UI-1C/D/00126/04-2022, el hijo de “Manolo” declaró que éste último se había separado de su madre por violencia familiar y alcoholismo. Vivía en un pequeño apartamento en la Unidad Habitacional Guelatao II, donde en los últimos días había hecho fiestas con amigos y mujeres. Había estado en la cárcel por el delito de falsedad ante la autoridad y la última vez que se supo de él había dejado plantada a su hija para llevarla a la central de autobuses. De Pedro Antonio Guevara, el “Mudo”, su familia levantó un reporte ante la Fiscalía de Desaparecidos. No sabían a qué se dedicaba y lo calificaron como un “joven tranquilo”.
Agentes de Inteligencia de la Secretaría de Seguridad Ciudadana capturaron a casi todos los involucrados en los crímenes: a “Diego Gordo”, al “Vampi”, al “Merci” y al “Puma”. Consumaron cateos y decomisaron armamento y estupefacientes. Sin embargo, como era de esperarse, de “Diego Gordo” para abajo ya hay quienes lo sustituyan. La Unión controla prácticamente todas las actividades en bares y antros de Insurgentes, de la glorieta hasta San Ángel. No tienen contrarios. Han asesinado a más miembros de sus propias células que a rivales. Tienen un grupo de mujeres que los ayudan a “poner” víctimas para secuestrar, pero tarde o temprano también las matan por celos o por la información que tienen de ellos, fotos, direcciones, videos. El 3 de junio pasado, hubo otro secuestro afuera de la Cervecería de Barrio, en la Fuente de Cibeles, colonia Roma. A plena luz del día fue secuestrado un hombre que iba en un Mazda blanco y del que hasta hoy no se sabe su destino, pero se sospecha. Cabezas ruedan, líderes de este cártel son detenidos, pero los crímenes, aunque las víctimas sean “chapulines”, no paran ni pararán.
Enterado está, querido lector y recuerde: el infiltrado es usted.