El color de la piel de una persona debería ser motivo de celebración de una diversidad de cuerpos y características humanas, que muestra la amplia gama de posibilidades del ser. Sin embargo, hasta nuestros días han perdurado las ideas lombrosianas de que dicha característica humana podría influir en el comportamiento de las personas, sobre todo, de forma negativa, conduciéndolas a la realización de conductas delictivas y fuera de toda razón.
Esos prejuicios han provocado la separación de las personas por el color de su piel, la condena social de las mismas, el acceso o no a algún servicio, las posibilidades de desarrollo personal o colectivo, la insinuación de delitos, entre otras situaciones, que ponen en desventaja a quienes no cumplen con ciertos patrones corporales asociados a modelos hegemónicos que privilegian la blanquitud de la piel, ciertas creencias ideológicas, un promedio de estatura, cierto peso corporal, algún tipo de cabello y características faciales específicas.
En los últimos años, a raíz de los sucesos que provocaron la muerte de George Floyd a manos de un agente policíaco de Minneapolis, quien lo asfixió en el piso, sin razón alguna, más que ser afrodescendiente, se fortaleció la lucha a favor de los derechos de las personas afroamericanas, surgiendo algunas producciones teóricas como la de Ibram X. Kendi, director del Centro para la Investigación Antirracista de la Universidad de Boston.
Para el catedrático, quien inicia su más reciente producción bibliográfica, “Cómo ser antirracista” (UNAM, 2022), con una autorreflexión sobre su participación en un concurso de oratoria, en el que, no atendió que su discurso podía ser racista, a pesar de que él mismo es afrodescendiente, posteriormente, plantea la pregunta sobre si lo contrario a ser racista es no ser racista, y determina que dicha dicotomía no es posible porque no necesariamente implica estar en contra de la distinción por el color de piel ni una neutralidad concreta, pues, algunas personas con ideologías supremacistas aseguran no ser racistas, además de no englobar ciertas complejidades.
En contraparte, Kendi señala que una persona racista apoya la idea de una jerarquía racial; cree que los problemas tienen su origen en un grupo de personas; permite la perduración de las desigualdades raciales, entre otras cuestiones. Mientras que, hay personas antirracistas, quienes proponen que la raíz del problema racial son el poder y las políticas; enfrentan las desigualdades raciales y buscan devolver a la palabra racista su uso adecuado, un vocablo que describe una serie de conductas e identificar, en sí, al racismo.
Parte del constructo del antirracismo consiste en tomar en cuenta que se debe comprender y rechazar al racismo debido a que este se basa, sin argumentos, en cuestiones biológicas, étnicas, corporales, culturales, comportamentales, de estratificación social, entre otros, y se intersecciona con múltiples tipos de intolerancia.
Por lo tanto, advierte el también autor del “Bebé antirracista”, la única forma de acabar con el racismo es identificarlo conscientemente, describirlo, para posteriormente, desmantelarlo. Una de las herramientas ofrecidas por el doctor en Estudios Afroamericanos para lograr ese desmantelamiento es su reciente texto, recién traducido al español por la Universidad Nacional Autónoma de México, en el que se debate a fondo sobre los conceptos de racista y antirracista y los de política racista, racismo institucional, y desigualdad racial, entre otros, relevantes para la comprensión amplia del mismo. Más adelante, en su argumentación, recordando lo que ocurría mientras cursaba su educación elemental, analiza las definiciones de poder y de raza, tras una remembranza sobre las pocas opciones para aprender su historia directa, la de los movimientos sociales y las personas que han aportado al reconocimiento de los derechos de las personas afrodescendientes.
Si bien no es un glosario, cada capítulo está enfocado a la disección de un concepto, a partir de anécdotas personales, del recuento de datos históricos, de análisis político, en el trasfondo, la obra completa es un entramado para ir comprendiendo, paso a paso, cómo se ha construido el racismo, para que a partir de ahí, se vayan construyendo opciones para derrumbarlo.
La propuesta de Kendi es fresca y adecuada para nuestros tiempos, en los que, el tema de la raza revive muchas vulnerabilidades históricas de ciertos sectores de la población y nos permite entender el por qué de muchas desigualdades, pues, contrario a lo que se piensa, y como lo han demostrado muchos estudios de corte social, las tonalidades de piel continúan siendo factores que permiten o no a una persona gozar de oportunidades de desarrollo colectivo e individual y de su derecho a la dignidad.